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crónicas del siglo pasado

 

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Año IV Buenos Aires, 18 al de 24 de octubre de 1966 Nº 199
CARTA AL LECTOR
En los últimos meses de la Administración Ulia, la más protocolar reunión de militares, el más rutinario comunicado, eran seguidos con minuciosa cautela: en un nombre, en un sustantivo, podían estar las claves del desenlace que solo los hombres del Gobierno parecían no ver. Quizá por eso no extrañó demasiado que a noventa días de instalado el nuevo régimen, una conferencia del Presidente con los altos mandos fuera analizada con idénticas suspicacias. Algo es cierto: de pronto, las relaciones entre Gobierno y Fuerzas Armadas se convirtieron en fuente de rumores y conjeturas. Es que acalladas las voces de los políticos profesionales, desvaídas las de los sindicatos, la opinión pública, sin proponérselo, volvía su mirada hacia los cuadros militares.
• Desde que se creó en Ginebra, hace dos años y cuatro meses, la Junta Nacional de Comercio y Desarrollo (UNCTAD), el argentino Raúl Prebisch carga con la tremenda responsabilidad de buscar nuevos cauces al crecimiento económico de los países menos desarrollados. En el cumplimiento de esa misión, encomendada por las Naciones Unidas, regresaba diez días atrás de Camerún a Nueva York, una de sus dos residencias estables (la otra: Ginebra), y otorgaba una entrevista a Julián Delgado, el mismo representante de Primera Plana que lo reporteara en junio de .1964, en plena conferencia ginebrina. A través de este segundo diálogo, surge el balance de 28 meses de labor al frente de la Junta, y un panorama del llamado Tercer Mundo; surge, también, la obra de Prebisch, escasamente divulgada (ver páginas 57/58).
• Otro argentino intenta solucionar, a su manera, problemas parecidos a los que Prebisch dedica su tiempo. Él también se mueve, pero entre los cañaverales tucumanos, abriendo iglesias, esperanzas y realidades sociales. Es monseñor Gregorio Jesús Díaz, párroco del Santo Cristo, sobre cuyos hombros descansan los pesares y alegrías de miles de obreros del azúcar (págs. 23/24).
• En la noche del 19 al 20 de octubre de 1956, alrededor de una mesa de conferencias, Polonia se sublevó contra la tutela moscovita. El 23, en las calles de Budapest, los estudiantes universitarios encendieron la mecha de otra rebelión, luego apagada por los tanques soviéticos. Pero ambos alzamientos no sólo conmovieron al Kremlin: también los Estados Unidos, como la URSS, modificaron su estrategia internacional a partir de ese instante.
Osiris Troiani, de Primera Plana, viajó hace un mes a Polonia y Hungría para sorprender la vida real de ambos pueblos, diez años después de tan decisivos, cruciales episodios. No aceptó ninguna de las facilidades oficiales que le ofrecieron y escogió a sus propios intérpretes; recorrió los dos países en aviones, trenes y ómnibus, mezclándose día y noche con la gente común: sus apuntes contienen 27 entrevistas a ciudadanos polacos, 19 con húngaros. Indagó en ciudades (seis de Polonia, ocho de Hungría) y aldeas, fábricas y Universidades, templos y oficinas públicas, canchas de fútbol y cafés, su informe, uno de los pocos producidos por la prensa latinoamericana se incluye entre las páginas 25 y 32. Hasta el martes próximo. EL DIRECTOR

 

 

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