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Año VIl - Buenos Aires, 25 de febrero al 3 de marzo de 1969 • Nº 322
Casi un año atrás, el 25 de marzo, el Ministro del Interior y el Secretario de Cultura y Educación elevaron al Presidente Onganía uno de los proyectos de ley más oscurantistas que se conozcan en la Argentina. Nueve meses más tarde, la víspera de Navidad, Onganía concedía al proyecto estatura de ley, con el número 18.019 y un título con sabor a metáfora: "Contralor cinematográfico". La carta donde Borda y Astigueta declaraban su padrinazgo de la censura recurría a algunas fuentes curiosas: citaba al crítico francés Georges Sadoul, cuya militancia comunista data de por lo menos tres décadas atrás, y apelaba a la "plena vigencia" del Código Hays en los Estados Unidos, justo cuando la Asociación de Productoras norteamericanas (Motion Pictures Association of America) resolvía derogarlo. Tampoco se lucía aquel texto por su originalidad: todas las prohibiciones que instauraba eran delitos previstos por el Código Penal argentino, con los mismos o parecidos nombres. La ley, a la vez, ponía sus formidables poderes en las manos de un solo hombre, el Director General del Ente de Calificación Cinematográfica, una suerte de señor feudal de la cultura, con derecho sobre las vidas y haciendas del cine nacional. El 13 de febrero, por fin, fue elegido para el cargo uno de los pocos —si no el único— funcionarios con vocación y antecedentes para ejercerlo: Ramiro de Lafuente, un doctor en jurisprudencia que regía, desde 1963, el Consejo Honorario de Calificación Cinematográfica. En la nota de La Portada (páginas 60 a 63) se despliega la historia del proceso y un análisis de las consecuencias que ese paternalismo viene provocando sobre la vida del país.
En el otro extremo del mundo, Arnaud de Borchgrave, uno de los especialistas más notables en los problemas del Medio Oriente, entrevistaba al Primer Ministro israelí Levi Eshkol. El reportaje, encomendado por Newsweek —revista asociada a Primera Plana—, que se publica entre las páginas 52 y 54, es la réplica del que Borchgrave había efectuado a Nasser dos semanas antes (Nº 320) y que suscitó una repercusión internacional inusitada.
Hasta el martes próximo. EL DIRECTOR
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