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AÑO VII • Nº 402 • BUENOS AIRES, OCTUBRE 13, 1970
CARTA AL LECTOR
En las esferas oficiales se insiste en que el problema es "coyuntural". Pero la coyuntura se estira ya demasiado. A partir del lunes 5, aduciendo imposibilidad de cubrir los costos, un importante sector de la industria frigorífica dejaba en Liniers de comprar carne destinada a la exportación. Lo curioso: los precios siguieron en alza. Ni la limitación de faena ni la abstención de los industriales logran detener el vértigo. Descartando, un impensable acuerdo de los productores, sólo cabe una causa: la oferta no alcanza a cubrir la demanda.
Esta exégesis, la más sencilla, es resistida por el Gobierno. Porque sólo le permite dos soluciones igualmente lesivas para sus planes políticos: una veda al consumo interno pero "en serio" (alrededor del 30 por ciento) o renunciar a las exportaciones y conducir el país a un nuevo estrangulamiento externo (págs. 22/26). A fin de semana, la decisión era ya impostergable; y se oía un sordo rumor entre los 70.000 obreros que dependen de los frigoríficos, justamente el mismo gremio que hace 25 años, un 17 de octubre, se higienizó en la fuente de Plaza de Mayo. E hizo —entonces— cerrar un ciclo de la historia argentina (Informe Especial, págs. 76/81).
También en Bolivia, la semana pasada, se intentaba cerrar un ciclo histórico: Roberto García, enviado de primera plana, se unió en La Paz al corresponsal Ted Córdova Claure para describir los golpes y contragolpes que suscitaron la caída del Presidente Ovando (páginas 62/63). Desde El Cairo, donde también se vive un sustancial proceso político, informaba Armando R. Puente, quien fuera despachado a la RAU con motivo del deceso de Gomal Abdel Nasser (página 69). Un tercer material nos llegaba del exterior: Carlos Brezina —el único periodista argentino en la ocasión— asistió en Varna, Bulgaria, a las deliberaciones del Congreso Mundial de Sociología, un acontecimiento de trascendencia (páginas 30/33).
Hasta el martes próximo. EL DIRECTOR.
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