AÑO VII • Nº 403 • BUENOS AIRES, OCTUBRE 20, 1970
CARTA AL LECTOR
El martes pasado, a la noche, las tres ideas de tapa que manejaba la Redacción de primera plana se diluyeron ante la renuncia del Ministro del Interior. Entonces, sólo cabía una historia: ¿Por qué se fue McLoughlin? Veinticuatro horas más tarde, la dimisión de Carlos Mojono Llerena pareció abrir un rumbo aún mayor en el Gabinete. En la tarde del miércoles y la mañana del jueves, una despiadada ola de rumores —que no perdonaba cargos ni investiduras— se abatió sobre la Argentina; pese a las manifestaciones del Comandante en Jefe del Ejército, muchos alarmistas creyeron oír ruido de sables.
Hacia el mediodía del jueves, aventada la crisis, fue necesario dejar de lado la carátula ya diseñada, que debía entrar en máquina un rato después. Era otra historia la que en ese momento saltaba por encima de los dos Ministros cesantes y las versiones y conjeturas anecdóticas. De algún modo, el Presidente Levingston empezaba a desembarazarse de aquellos colaboradores a quienes tuvo que aceptar, a mediados de junio, forzado por las circunstancias, cuando asumió el poder. Si se piensa que Interior y Economía son las dos carteras más importantes del Gabinete Nacional, no será difícil encarar la pregunta que corre de boca en boca desde el viernes y que recoge nuestra tapa: ¿Quién manda ahora? (Págs. 14/19.)
Hemos impreso el interrogante sobre una fotografía del Salón Blanco de la Casa de Gobierno, tal como es preparado cada vez que un Ministro, un Secretario de Estado, un Comandante militar o un Presidente de la Nación prestan juramento.
Hasta el martes próximo. EL DIRECTOR.
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