AÑO IX • Nº414 • BUENOS AIRES, ENERO 5, 1971
CARTA AL LECTOR
Por fin terminó 1970. Al menos el año nuevo nos permite descargar —supersticiosamente— culpas y fatalidades en los pasados doce meses y creer en milagros para 1971, una esperanza que se develará muy rápido, atento la aceleración que los sucesos han tomado en los últimos tiempos.
La postrera semana de diciembre estuvo cargada de novelades nacionales e internacionales, derramando, como Santa Claus, sus bolsas de regalos frente a la chimenea familiar. El Gobierno volcó sobre el país leyes y decisiones resonantes que taparon la primera plana de los diarios. Ferrer leyó, en su esperado discurso del martes 29, medidas cuya repercusión y trascendencia describimos en las páginas 11 y 12.
El anuncio sobre salarios calmó la expectativa inflacionaria, alentada por los aumentos de tarifas concedidos la semana anterior, pero la cortedad del incremento a los ingresos mensuales de los trabajadores sólo posterga el problema y preanuncia un escabroso debate en las paritarias convocadas para febrero.
Pero la más significativa concreción —en la política de protección a las empresas argentinas— fue la aparición de la ley de "compre nacional", que, cualquiera sea la suerte final de Ferrer y sus planes económicos, será muy difícil de rever.
El presupuesto Nacional para 1971, con un déficit previsto en 773 millones de pesos nuevos y la reforma parcial al régimen impositivo atoraron finalmente a los observadores económicos.
Mientras asistíamos desconcertados a un nuevo asesinato sin sentido —el de Inocencio Barrientos—, desde el exterior, países tradicionalmente más cerrados al diálogo y la comprensión entre enemigos políticos fueron capaces de perdonar la vida a los condenados de Burgos y Leningrado.
¿A dónde estamos llegando nosotros?
Hasta el martes próximo. EL DIRECTOR
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