AÑO IX • Nº 417 • BUENOS AIRES, ENERO. 26, 1971
CARTA AL LECTOR
Sin pretenderlo, la semana pasada nos convertimos en el escenario de otras inquietudes periodísticas, ajenas a la nuestra. Nos habíamos adelantado, en todo caso, a una coincidencia de curiosidades y objetivos. Cronistas y fotógrafos de diversas publicaciones circulaban nerviosos por los pasillos y antesalas de esta redacción, o se demoraban en alguna esquina cercana, para descubrir al protagonista de la última peregrinación a Madrid. No pudieron abordarlo, pero Paladino, efectivamente, se reunió en Primera Plana con otros importantes dirigentes de ese acuerdo que se ha dado en llamar La Hora del Pueblo. Los convocamos para analizar las perspectivas políticas del país, sus posibles salidas y las eventuales coincidencias. Fue una extensa y ardua charla, un apasionado intercambio de opiniones cuyos pasajes fundamentales se deslizan a partir de la página 15.
Entre tanto, allá en Salta, las cámaras cinematográficas de Torre Nilsson han comenzado a reconstruir un pasado igualmente dramático, cuando otros montoneros y otros hombres barbados adoptaban las argucias de la guerrilla para expulsar a los godos del territorio norteño. La epopeya de Güemes y su caballería, y la fatigosa labor de quienes ahora se han propuesto evocarla, es la sustancia del extenso informe que se inicia en la página 42.
Conflictos distintos, incontenibles desbordes de violencia y un despliegue de claves aparentemente insólitas son los que ha provocado el rock, apenas un mero ritmo, una excusa para excitar energías juveniles, pero el símbolo más despojado y directo de toda una época conmovida por la necesidad del cambio (pág. 26).
¿Quedan remansos de paz? Sí, a veces muy cercanos. El viejo zoológico de plaza Italia, por ejemplo, donde la sabiduría de la naturaleza y él paciente trabajo de unos pocos tratan de preservar el curso de leyes remotas e inmutables (página 22).
Hasta la semana próxima. EL DIRECTOR
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