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AÑO IX • Nº 422 • BUENOS AIRES, MARZO 2, 1971
CARTA AL LECTOR
El ritmo acelerado de las renuncias animó de nuevo el panorama político argentino. Entenderlas como parte de un riesgoso juego estratégico o como síntomas de dificultades en el manejo de la cosa pública significa, de todas maneras, la vigencia de una crisis cuya prolongada continuidad es en exceso peligrosa para la marcha del país. La sospecha de que responde más a divergencias personales que a oposiciones ideológicas contribuye a acrecentar las dudas y los temores. Por eso, cuando Horacio Sueldo encabeza su colaboración para primera PLANA preguntándose: "¿De qué revolución me hablan?" (pág. 14), hay motivos suficientes para suponer que son muchos los que se plantean idéntico interrogante.
Frente a tal estado de cosas, agravado por la incesante carestía de la vida, la inmensa mayoría de la población exhibe su indiferencia, cuando no su repudio, ante ese acontecer político y elige el camino de las evasiones. El más accesible y económico —las pantallas de la TV— recorre una senda donde lo fácil y lo vulgar rinden pleitesía al imperio del rating, esa ficción de las cifras que asusta a los ejecutivos y masifica a niveles cada vez más bajos (pág. 40).
Al margen de esas realidades existen otras, locales o ajenas, que merecen atenciones distintas. Las tierras de la Luna, el erotismo, Lautréamont visto por Henry Miller, inocentes nudistas argentinos y las confesiones de un autor de novelas policiales convertido en el escritor más rico del mundo son algunos de los temas que desfilan también por este número.
Hasta la semana próxima, EL DIRECTOR.
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