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crónicas del siglo pasado

 

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AÑO IX • Nº 426 • BUENOS AIRES, MARZO 30, 1971
CARTA AL LECTOR
Ha finalizado otra etapa de la Revolución Argentina. Fue pobre en resultados —igual que la primera—, aunque pródiga en episodios y discursos que justificaron la desconfianza de la ciudadanía, simple espectadora de aquellos acontecimientos pero víctima de la carestía de la vida, del paternalismo oficial, de la pérdida de garantías constitucionales y de abusivos mecanismos de represión, reiteradamente asociados a muertes, desapariciones y torturas todavía no aclaradas.
El telón ha descendido para dar término al segundo acto, dejando una tristísima impresión sobre la conducta y la capacidad del protagonista y otros actores principales. El viernes 19 de marzo, a cuatro días de los desórdenes cordobeses, en una publicitada y orquestada conferencia de prensa, ese protagonista afirmó que no existía enfrentamiento entre el Presidente de la República y la Junta de Comandantes en Jefe, pero destinó el sábado y domingo siguiente a urdir con sus colaboradores el instrumento básico de un complot que eliminaría del poder al teniente general Lanusse, e implicaba una gravísima acusación a todo el Ejército. El lunes 22 de marzo —un día muy triste como recordatorio de las maniobras que pueden jugarse a nivel oficial por los mismos que reprochan al periodismo su afición a las versiones y rumores— se precipitaron las últimas escenas de la tragicomedia. El libreto y sus autores —un oficial de inteligencia, un coronel, un político y hasta un productor de televisión— sumaron acusaciones, salidas por el foro, mentiras y apresurados gritos de triunfo. Tanta desdicha se desmoronó en minutos y la teoría de las comunicaciones aportó nuevos elementos para estudiarla. Un par de llamadas telefónicas pudo más que toda la cadena de radios y televisión.
Ahora ha comenzado el tercer acto. Varios personajes siguen, otros se fueron, algunos han reaparecido y no faltan aquellos a quienes se daba por muertos desde el prólogo. Todo hace pensar que cambiará el repertorio y que la empresa se propone reponer una obra que había bajado de cartel. ¿Qué actitud adoptar ante estos cambios? Es difícil pedir que se devuelva la plata; sólo cabe la esperanza de contar con ella para ver el nuevo espectáculo. 
Hasta la semana próxima.

 

 

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