Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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AÑO IX • Nº 434 • BUENOS AIRES, MAYO 25, 1971
El viernes pasado, un sobre sospechosamente pulcro llegó a la dirección de esta revista. Llevaba en su interior una carta como para emocionar al más británico jefe de redacción. En un convencional papel rayado con margen, setenta y dos líneas escritas a máquina precedían a la firma de Eduardo Labanca. El general rebelde escribía desde la clandestinidad. Ahora, Primera Plana la transcribe en forma total; es un deber que tiene con sus lectores (página 9).
Rodeado por un staff de jóvenes tecnócratas formados en el Instituto Di Telia, el Ministro Aldo Ferrer tomó la palanca de comando en 1970. Sus proyectos pretendieron forzar el paso, pero la realidad de un país en franco avance hacia la recesión destruyó sus sueños. Apresado en la trama de promesas y sueños que él mismo tejió, ahora es despedazado por los críticos liberales, quienes no cuestionan sus banderas sino que le reclaman hechos concretos (página 14).
Especie marginada, lumpen de entrecasa, vagabundo impenitente o desecho estacionario, el mendigo argentino, sin antipáticos clasismos, se confunde con el vago, el atorrante, el linyera, el croto. Para ellos, no se trata de algo grave. Viven, si lo suyo puede calificarse así. Hasta se divierten. Y, si no alcanzaran a pintar un denigrante cuadro que asuela a Buenos Aires, podría vérseles alegremente, con desenfado. Sus vicisitudes, sus historias, en la página 30.
A los 23 años de edad, no se sabe si Miguel Ángel Quinteros es un aprendiz de play boy, de Casanova, un jovencito pícaro o, simplemente, lo que es: un ajedrecista. Emperejilado, simpático, apasionado, soberbio, puede hablar de sus conquistas como de sus victorias ante Polugaievsky, Hort, Szabó; de Robert 'Bobby' Fischer o de Constitución, "barrio de machos, malevos y yo". Sus anécdotas y sus proyectos están contados, a su manera, en la página 62.
A ocho meses de su acceso al poder, Anwar El Sadat comienza a recorrer el camino árabe con menos compañía. En menos de quince días, el Presidente ha eliminado a la cabeza y los anillos de esa tenia prosoviética que se digería al Gobierno. También, retoma el sendero impuesto por Gamal Nasser antes de la guerra de los Seis Días. Pero la situación del Medio Oriente, ese desierto de intenciones e intereses, necesita una cirugía aún más severa para avizorar una solución (páginas 56-57).

 

 

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