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AÑO IX • Nº 440 • BUENOS AIRES, JULIO 6, 1971
Alejandro Agustín Lanusse, tercer Presidente de la Revolución Argentina, conduce a través de senderos no tradicionales las relaciones con quien, hasta hace pocos meses, constituía un personaje irritante en las claustros militares: Juan Perón. Los espectadores del proceso perciben que algo se está desarrollando más allá de los límites accesibles al hombre común (página 10).
La psicocirugía, la ESB (estimulación eléctrica del cerebro), la biofeedback (técnica por la que se trata de controlar, mentalmente, las funciones involuntarias), son los tres canales por los que viajan, mejor encarrilados, los investigadores en materia cerebral. El optimismo es franco; hay científicos convencidos del hombre totalmente racional, producto de un futuro ya entrevisto. Varios médicos, profesores, hasta un Premio Nobel, purifican la cuestión en la página 32.
La semana pasada, el mundo recibió una de esas noticias a las que, a partir de la última década, ha debido comenzar a acostumbrarse: tres astronautas rusos murieron al volver en la Soyuz 11, luego de circunvalar la Tierra durante 24 días. El accidente provocó un natural temblor; sus presuntas causas devoraron litros de tinta en todos los diarios; la historia del trío, sus proezas en el espacio, algunos de los inconvenientes, atenacearon la opinión. En la página 56 se inicia una historia, con principio y fin, quizá tan cruda como esos sacrificados del aire.
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