Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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AÑO IX • Nº 459 • BUENOS AIRES, NOVIEMBRE 16, 1971
CARTA AL LECTOR
No es la primera visita que un líder de la revolución cubana le ofrece a Chile. Cuando dejó el lagarto verde para jugar a la historia el Che aceptó la hospitalidad de Frei. Entonces no hubo periodistas. Ahora, entre los 1.500 que recibieron a Castro, se apretujaba un enviado de primera plana (pág. 54).
En nuestro Chile, la calle de Monserrat, no fue la gran política internacional la que atrajo a la prensa. La otra, la que asquea, la que sigue en uso después de seis años de Revolución Argentina, llenó de indignación a unos y de vergüenza a otros. No importa cuándo se deformaron los hechos. El resultado muestra los signos peligrosos de lo que está sucediendo y de lo que puede suceder si una nueva generación responsable no asume la real conducción de los movimientos políticos nacionales (pág. 10).
Otra polémica demuestra hasta qué punto debemos los argentinos reflexionar sobre nosotros mismos: las espectaculares denuncias de Horacio Francisco Gándara contra el Comandante en Jefe de la Armada (pág. 14) hizo reaccionar a un grupo de "Amigos de la Marina" en contra del acusador (pág. 16). Los argumentos invocados siempre: defender el prestigio del Arma. Otros amigos de la Marina se planteaban el problema desde una perspectiva diferente: ¿qué había desgastado más a la institución, la difusión de las acusaciones de Gándara o la tenacidad del Comandante en Jefe por seguir en el timón después de formuladas? Quienes están dispuestos a dar la vida por la patria debieran sacrificar la comodidad del cargo —aun a causa de injustos libelos— para proteger la integridad del Arma, en lugar de defenderse con ella. Si algún daño se causó a la Marina con este proceso, no hay duda de que no tiene la culpa el guarro sino quien le da de comer.
Hasta el martes próximo. El Director.

 

 

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