AÑO X • Nº 474 • BUENOS AIRES, FEBRERO 29, 1972
CARTA AL LECTOR
El Presidente trepó al jet y se fue. Detrás yacía una nación anhelante, en medio de una crisis económica para la cual no caben los recursos geniol de las devaluaciones técnicas (pág. 18). En la valija del viajero apenas queda la esperanza de un leve deshielo político, provocado desde Madrid por un exiliado que —por ahora— no quiere contribuir a su caída. Pero el respiro será efímero si no hay prontas reacciones a nivel oficial.
Lanusse no lo ignora, De ahí el tono excusatorio de la arenga que lanzara en Ezeiza (pág, 6), A ello se debe, también, el exabrupto de anunciar un cambio de Ministros veinticinco días antes de concretarlo.
Es obvia la urgencia del Gobierno por ampliar sus márgenes. El teniente general tiene muy pocas cartas y debe usarlas; ratificar el juego limpio, renunciando a una candidatura de cualquier modo perdedora. Y anticipar el comicio, satisfaciendo el clamor no sólo justicialista, sino de sus aliados en La Hora del Pueblo, del ENA, de los grupos menores (pág, 8). Exigencia que reiteran los líderes democristianos reporteados en página 10. En el interregno, además, deberá rectificar el rumbo económico y confiar su manejo a quienes merezcan el respeto de las mayorías. La dificultad estriba en hallarlos. En medio de la crisis, los partidos populares rehúsan prestar sus expertos a riesgo de un suicidio electoral. Pero, ¿si no lo hacen y el maremoto igual acaba tapándolos? That is the question (página 7).
Para otros argentinos, the question es filmar. La moraleja del sondeo que se desgrana entre páginas 39 y 43 es desalentadora: salvo brotes aislados y underground, la Argentina seguirá aún en los primeros puestos del cine mundial. Empezando por otras, claro.
Hasta el martes próximo. El Director.
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