AÑO X • Nº 480 • BUENOS AIRES, ABRIL 11, 1972
CARTA AL LECTOR
Como si el Gobierno no hubiera tomado conciencia de la precariedad de su situación, insiste —tozudamente— en decretar medidas de ortodoxia monetarista incompatibles con el clima de angustias económicas e inseguridad política que está sufriendo el pueblo argentino.
Lanusse —debe de saberlo— sólo subsiste como personificación de la salida institucional ansiada por todos. De un lado, lo observan amenazadores aquellos que otrora lo acompañaban en los jaqueos de varios Presidentes. En el flanco opuesto —restregándose las manos—, los eternos usufructuantes del caos.
La única actitud reivindicante que, le queda al Presidente, ante la historia y ante esos conciudadanos a quienes se jacta de conducir, es el juego grande.
El testimonio de que la pretendida unidad de pueblo y Fuerzas Armadas no es mito circunstancial sino hipótesis válida.
Los huesos de San Martín deben haber temblado en su tumba viendo enfrentarse a los herederos del Ejército de los Andes con el pueblo de Cuyo.
A medida que el tiempo transcurre, ciertas definiciones fundamentales —no todas políticas— se hacen imperiosas para la pacificación nacional.
Es indispensable fijar clara y definitivamente el calendario electoral y al mismo tiempo adoptar, sin complejos o retaceos, medidas económicas capaces de disminuir las tensiones que irritan al país.
Si no se resignan intereses sectoriales y soluciones tecnocráticas, discordantes con la situación general, el proceso puede desembocar en alternativas previsibles.
Hasta el martes próximo. El Director.
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