Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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AÑO X • Nº 482 • BUENOS AIRES, ABRIL 25, 1972
CARTA AL LECTOR
La "hora crucial" que vive Argentina sólo puede tener —de sus hijos— una respuesta de grandeza. Cuando los argentinos nos pongamos a construir y, hermanados, marchemos serenamente al encuentro de la Revolución, estaremos cimentando días gloriosos para la Patria (pág. 10).
Sin embargo, todavía agobian al país y al pueblo las flaquezas y claudicaciones de un Gobierno que socava aquellas posibilidades.
La Marina Mercante, jaqueada y en trance de hundimiento en aguas de sospechada extranjería (pág. 34), como la intocada —y sí progresiva— dependencia en el área tecnológica que abre aún más las puertas a la penetración imperialista (pág. 20), son pruebas palmarias.
Una política oficial hecha de objetivos pequeños y procedimientos lamentablemente mediocres, enrarecen el clima de confianza y franqueza que deseamos los argentinos (págs. 6-8) y que es presupuesto absolutamente indispensable para un reencuentro nacional.
De esa forma no se construye; más aún, se atenta hasta contra las posibilidades futuras de construcción. El análisis de la política económica (pág. 18) —amarrada a las directivas de los organismos financieros internacionales— nos reubica en un presente de empobrecimiento y herida dignidad nacional. Y más allá —ignorándose las esencias liminares de la cultura nacional, espiritualista y popular (págs. 38-41)— se vuelve a abdicar de esa Argentina Justa y Soberana que fue realidad y hoy es anhelado proyecto colectivo.
La apreciación, objetiva y sutil, de las agitadas tramas internacionales en sus vaivenes de poder (pág. 56) es indispensable para una ubicación de los asuntos argentinos que —sin aquellas variables— se reducen a un problema doméstico.
Finalmente, le propongo al lector una reflexión: la Argentina de 1972 es una "tierra de Revolución que no admite mezquindades, engaños, traiciones ni vilezas".
Hasta el martes próximo. El Director.

 

 

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