Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Revista Primera Plana - Solano Lima

Revista Primera Plana
Nº 31 
11-06-1963

CARTA AL LECTOR
GASSMAN: En 1951, el público teatral de Buenos Aires se dedicaba a establecer una rara estadística: ¿Quién había podido presenciar la versión de Un tranvía llamado deseo, ofrecida por la compañía italiana de Diana Torrieri?. Sucedía que, al día siguiente de su presentación, las autoridades habían prohibido que se volviera a representar. La estadística derivaba, luego, al elogio de un joven actor casi desconocido, que interpretaba al furibundo Stanley Kowalski. Era Vittorio Gassman, y a menudo confiesa que ese papel es el mejor de su carrera. Gassman vino otra vez a Buenos Aires, ya no es un desconocido y llegó para una rápida gira artística (ver página 45).
* * *
UNA SEMANA: Mientras el país lucha contra una de las crisis económico-sociales más graves de su historia es posible, sin embargo, descubrir signos que justifican cierta moderada dosis de optimismo. Pero esto no sucede cuando se contemplan aislada y fragmentariamente las informaciones.
• Si descubrimos, por ejemplo, que el argentino medio es un ciudadano muy preocupado por su buen aspecto exterior —mucho más, en ciertos casos, que por su riqueza interior—, pero que se siente inhibido de admitir ese hecho por temor a que se dude de su masculinidad (ver este y otros muchos datos sobre la personalidad del Argentino 1963 en páginas 28-29).
• Si, al mismo tiempo, advertimos que cuando una importante empresa industrial resuelve proporcionar a sus empleados algo más que la paga, despierta reticente escepticismo inclusive en algunos de sus trabajadores más antiguos y conservadores (ver detalles de la interesante experiencia hecha por Ducilo, en páginas 22-24).
• Si nos enteramos que la vieja, sólida, clase media argentina está ahora sometida a tales tensiones que el temor a descender en la escala social la obliga a aferrarse a pueriles símbolos de status, tales como estuches de lápices labiales o etiquetas de cigarrillos de aspecto "prestigioso".
• Si de pronto nos explican que los jóvenes de buenas familias ya ni siquiera se sienten inclinados a las enérgicas diversiones que hicieron famosos a sus padres y que, en cambio, son seres preocupados, en perpetua lucha, desde muchachos, para defender una posición que sienten amenazada por enemigos invisibles (ver una descripción de cómo es hoy la vida nocturna del Buenos Aires elegante en páginas 25-26).
• Si recibimos por separado e incoherentemente el impacto de todos esos hechos, presentados de ese modo, podemos llegar a desalentadoras conclusiones.
Pero la realidad tiene otra dimensión. Los iniciados en ciertos secretos del periodismo saben muy bien que aun dentro de la más absoluta objetividad —esto es, la limitación del periodista a exponer hechos, no opiniones—, la simple selección que se haga de esos hechos y la selección que se haga de los aspectos parciales de cada uno de esos hechos son suficientes para predeterminar la opinión, la conclusión aparentemente libre que se ha de formar el lector. Por ejemplo:
• Si se sabe que el esfuerzo de Ducilo, a pesar de todos los escepticismos, por lo demás intrascendentes, es síntoma de una nueva mentalidad, más inteligente y más humana, que se generaliza ahora entre los empresarios y ejecutivos jóvenes.
• Si se advierte que los esfuerzos de la clase media o la preocupada seriedad de los muchachos de los sectores más altos de la comunidad —que son quienes por su mayor cultura están en mejores condiciones de comprender lo que el país espera de ellos—, son sólo una parte de un penoso proceso de transición hacia un futuro incierto, distinto, fascinante, que ni siquiera los sociólogos más avezados (ver página 20) se atreven a vaticinar.
Entonces, desde esa perspectiva coherente, recién es posible captar la realidad de una semana.
Hasta el próximo martes.
EL DIRECTOR
DIRECCIÓN JACOBO TIMERMAN

 

 

 

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