Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Héctor Olivera

Revista Primera Plana
Tapa Héctor Olivera

CARTA AL LECTOR
ESTADOS UNIDOS: El 19 de junio de 1963, John Fitzgerald Kennedy envió al Senado el proyecto de ley de Derechos Civiles; cinco meses después, caía asesinado en una ciudad texana, y los observadores presumieron que su sucesor se empeñaría en que el proyecto pasara las horcas caudinas de la legislatura, no sólo como tributo a la memoria de Kennedy sino, también, como una manera de conseguir más votos en las elecciones de noviembre próximo. Lyndon Baines Johnson se empeñó, pero el debate fue largo y tormentoso. Un año después de presentado el proyecto, el Senado lo convertía en ley (ver pág. 16) : era la mayor concesión a la población negra desde fines de la guerra civil. Uno de los opositores de esta medida es el senador republicano Barry Goldwater, el hombre que aspira a la candidatura presidencial de su partido y a resolver los problemas de Vietnam con bombas atómicas; en su carrera proselitista hubo un cambio de obstáculos: su más fuerte rival, Nelson Rockefeller, fue sustituido por William Scranton, gobernador de Pennsylvania (páginas 16/17). Dentro de una quincena, en la convención de San Francisco, alguno de los dos, o un tercero —quizá Henry Cabot Lodge, que acaba de renunciar a su cargo de embajador en Vietnam del Sur (página 12)—, dirimirán esta puja; sólo entonces se borrará o se corporizará el fantasma Goldwater que ha conmovido las estructuras republicanas y provisto de abundante material al humorista Art Buchwald (como puede verificarse en su columna de la página 17). No sólo la política local y exterior agita a Estados Unidos; a veces, los periodistas tienen tiempo de esmerar su estilo para describir hechos no demasiado comunes, el casamiento del hijo de un "gángster", por ejemplo, visto con jocosa ironía por la revista Newsweek, cuya crónica se reproduce en páginas 26 y 28.
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RELIGIÓN: La inculpación de deicidio al pueblo judío, prolongada en catecismos católicos y textos de Historia Sagrada, fue —según la opinión de periódicos tan insospechables como L' Information Catholique-— uno de los mayores caldos de cultivo del antisemitismo en Occidente. El Concilio Vaticano II, sin embargo, estaba a punto de derribar ese prejuicio. Agustín Bea, cardenal alemán y confesor de Pio XII, había logrado incluir en el esquema sobre ecumenismo un capítulo en el que afirmaba la responsabilidad de todo el género humano —y no del judaísmo expresamente— en la crucifixión del Hijo de Dios. En 1963, el proyecto de Bea fue postergado; la semana pasada se reveló oficiosamente que una coalición de los conservadores de la Curia Romana y las jerarquías eclesiásticas de Asia y África habían conseguido un triunfo frente a Bea: el de la supresión de los párrafos relativos al deicidio (ver página 34).
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RESTAURANTES: Durante el invierno de 1963, un empresario francés que va frecuentemente de París a Buenos Aires había logrado acostumbrarse a la comida levemente picante de un negocio situado al norte de la capital argentina: todas las noches entraba allí para oír discos de Edith Piaff interrumpidos por bagualas jujeñas. En mayo de 1964 quiso repetir la experiencia. Pero el restaurante ya no existía más. En un país que ha transformado la comida en un pretexto para hablar de negocios o para trabar amistad con el exotismo, la moda de un restaurante rara vez suele prolongarse por más de tres años. Una vieja casa donde se rinde culto a lo cursi, un elegante recinto presidido por un trombonista, un mesón cuyo más importante personaje es un manso caballo y un salón arábigo acariciado por las cadencias de un laúd son algunos de los mundos donde PRIMERA PLANA penetró para desentrañar las razones de su éxito. De las consecuencias se informa en las páginas 32 y 33.
Hasta el próximo martes.
EL DIRECTOR
Jacobo Timerman
Nº 86
30 de junio de 1964

 

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