Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Revista Primera Plana

REVISTA PRIMERA PLANA
27/10/1964
DIRECTOR - EDITOR VICTORIO I. S. DALLE NOGARE
CARTA AL LECTOR
En abril, cuando se publicaron los cuentos de Final del juego, PRIMERA PLANA decidió insertar en su portada el aniñado rostro de Julio Cortázar, un narrador cuya fama es largamente superior en Europa que en su propio país, la Argentina. Por aquel entonces, acababa de disputar a la francesa Nathalie Sarraute el Premio Internacional de los Editores, en Salzburgo —el mismo que en 1962 compartió Jorge Luis Borges con el irlandés Samuel Beckett—, y de perderlo sólo por los votos italianos. Era casi pleno verano, y Cortázar ya se había marchado de su casa, en París, donde vive hace una década, rumbo al lago de Como. Se le envió un cable para concertar la entrevista, y él contestó con una carta extensa y cortés, resistiéndose a concederla, porque (como después se supo) detesta todo pretexto para hablar de sí mismo.
Alguien recordó que durante su último viaje a Buenos Aires, en 1962, se había disculpado casi en los
mismos términos ante el matutino La Nación, resignándose a contestar por escrito una lista de preguntas sobre temas no personales. La negativa de Cortázar no arredró a PRIMERA PLANA: se cambiaron otra carta y otro cable, hasta que el 23 de julio llegó la respuesta: "Estaré en París del 9 al 11 de setiembre."
Durante esos tres días, el secretario de redacción Tomás Eloy Martínez —que conversó con el escritor en París, a comienzos de 1964— convivió con Cortázar y su mujer, Aurora Bernárdez, caminó con ellos, tuvo tiempo de recorrer su biografía y sus actos cotidianos. Después, cuando escribió la nota, la envió a Viena, donde Cortázar trabajaba para la UNESCO, para que él corrigiera los datos y las fechas que no había podido precisar en el diálogo. Esta es la primera vez que en la Argentina se publica un informe tan exhaustivo sobre Cortázar. Es, también, la primera que esta revista dedica tantas páginas (36 a 40) a un artista: la decisión no responde a una mera necesidad de difundir los rasgos íntimos de su talento, sino, además, a la certidumbre de que es el más importante escritor argentino de los últimos tiempos.

* * *
Hasta hace poco, la información deportiva no era estable en las ediciones de PRIMERA PLANA: sólo se atendía, ocasionalmente, a los casos más trascendentales o a las figuras que ganaban los titulares de los diarios, costumbre que se inauguró en el Nº 2 con un reportaje al golfer Roberto de Vicenzo y que cosechó dos tapas: la de Pelé y la de Amadeo Carrizo. Pero el único signo de continuidad comenzó desde el Nº 10, con la columna firmada por el comentarista Alberto Laya, hasta que se llegó a la actual sección permanente de tres páginas.
El deporte ganó espacio en la revista, lenta pero seguramente, como lo dictó el interés comprobado de los lectores. Esta semana, el marco torna a desbordarse,
salta a cinco páginas casi totalmente dedicadas al más enjundioso acontecimiento deportivo, que sólo puede repetirse cada cuatro años: los Juegos Olímpicos.
Para cubrir la información, en Japón, PRIMERA PLANA puso en práctica, una vez más, Un sistema que suele dar resultados: envió al jefe de la sección Espectáculos, Ernesto Schóó. Se consideró que el hecho exterior, la fiesta deportiva, y el más íntimo, el de las emociones de los triunfadores y los derrotados, serían volcados así con mayor fidelidad. Sus impresiones, cablegrafiadas desde Tokio, fueron complementadas con el análisis técnico en la redacción, en Buenos Aires. Los servicios exclusivos de Newsweek, de USA, y L'Express, de Francia, permitieron redondear la historia, que se edita a partir de la página 60.
Hasta el martes próximo.
EL DIRECTOR

 

siguiente en la sección