EL SECUESTRO DE "ULTIMO TANGO"
Por HECTOR GROSSI
A pesar de la acción judicial, casi 40 mil personas pudieron ver "Ultimo tango en París". La boletería recaudó más de 40 millones de pesos viejos, pero el mercado negro se quedó con una suma mucho mayor: pues la presunción del secuestro fue el mejor negocio.

A siete días de secuestrada la copia cinematográfica de "Ultimo tango en París", el diario La Nación (22 de octubre) publicó una
noticia fechada en la ciudad de Rosario, informando que la Liga de la Decencia —entidad que agrupa diversas entidades de bien público— había cursado sendos telegramas al juez Edmundo Sammartino y al ministro de Cultura y Educación, Jorge Taiana, felicitando al primero por el secuestro y, solicitando del segundo, la remoción de Octavio Getino, interventor del Ente Nacional de Calificación Cinematográfica, por haber autorizado la exhibición de la película. La iniciativa de los "decentes" sería, para los observadores. la postrera etapa de una rápida escalada que habría de culminar con la defenestración del funcionario Getino, el mismo que liberó "Operación Masacre", "Decamerón", "Estado de sitio", "La gran comilona", y "Los demonios".

La virilidad, ja ja ja ja
El procedimiento judicial que comienza con el secuestro referido arranca con la denuncia que, conjuntamente, presentan los fiscales en lo criminal y correccional de la Capital Federal, Mario Soaje Pinto y Alejandro Beruti Lagos, concretada el 5 de octubre. Diez días más tarde, el Juez Edmundo Miguel Sammartino, acompañado del fiscal Arnaldo E. V. Correa, se hizo presente en la sala del Cinema Uno, en la función de las 23, y adoptó la drástica medida judicial con la que se inicia este proceso destinado a engrosar la jurisprudencia sobre una materia que tuvo, hace más de una década, días muy activos animados entre otros por la iniciativa del fiscal Guillermo de la Riestra. Las causas de Morir en Madrid (dirigida por Frederic Rossif), Los amantes (Louis Malle) y El silencio (Ingmar Bergman) ilustran, parcialmente, aquella etapa.
Requerido periodísticamente, el denunciante Soaje Pinto declaró, fundamentando su actitud: "El film es todo muy obsceno. No vaya a pensar que soy un puritano, porque tengo una experiencia de la vida. La escena de la manteca pone en duda la virilidad de Marlon Brando" (El Mundo, 18 de octubre). Con ello Soaje Pinto aludía a una de las célebres escenas de "Ultimo tango", en la cual el actor sodomiza a la actriz María Schneider.
Comentando el secuestro de la película, el columnista del "Buenos Aires Herald", Clive Petersen. dijo el 19 de octubre: "Indudablemente otros se sumarán a la actitud del ojo de águila juez Sammartino, en la tarea de mantener limpia a la Argentina", para agregar más adelante: "La censura forma hábito como lo hace la pornografía. Los enemigos de la libertad avanzan tanto en el frente político como en el sexual. Si la censura es indivisible, el secuestro de "Ultimo tango en París" puede ser considerado como un mero incidente en el espectro de agresiones contra los medios, con Marlon Brando el Santucho del dormitorio y la manteca, un equivalente de la propaganda sediciosa. A su manera, todo desafía al establishment".
En rigor, el uso de la manteca habría de tener consecuencias que excedieron con holgura a las previsiones estrictamente lubricantes que propuso el director Bernardo Bertolucci. Antes de la reacción del "experimentado" Soaje Pinto, en Gran Bretaña el censor Stephen Murphy ordenó un corte de 10 segundos, precisamente en la ya célebre secuencia. Corte que, por otra parte, no satisfaría al diputado laborista Raymond Blackburn dispuesto a interpelar al funcionario por entender que la obra no podía ser exhibida en su totalidad.
En la sala de estreno porteña alcanzaron a "Ultimo tango" 39.832 personas mayores de 18 años que colmaron las 766 butacas hábiles de Cinema Uno, en las cuatro funciones diarias, con un producido bruto que excedió los 40 millones de pesos viejos. No se ha podido precisar la ganancia que produjo esta película en el mercado negro —se estima en cien millones—, pero se ha podido establecer que algunos ansiosos caballeros llegaron a pagar hasta 10 mil nacionales por una entrada.

No apta para septuagenarios
"Ultimo tango" mereció dos premios no muy codiciados: el Grolla, del Festival de Saint Vincent, y el Raoul Levy. También recibió críticas laudatorias y, sorpresivamente, el silencio como réplica al estreno. Así fue que, inexplicablemente, el diario La Prensa de Buenos Aires, que no sólo publicó un aviso comercial de estreno sino también una noticia previa con pormenores y antecedentes —como se estila para las producciones de presunta importancia—, jamás dio a conocer su opinión crítica. Trascendió que los especialistas de La Prensa que vieron la película, cumpliendo con su obligación escribieron la nota respectiva que, de hecho, se demoró —hasta ahora— en algún jerarquizado despacho del mencionado matutino.
Si bien "Ultimo tango" no será vista por los 200 millones de espectadores del mercado soviético, según lo anunció Serguei Gerasimov, la publicación Sovyestskaya Kultur se expidió sobre la película de Bertolucci sin ahorrar adjetivos: "Burda, grave, y antisemita (sic)". Tampoco la verán los habitantes de Swazilandia. Perú. México y Suiza. En España, los naturales del país también se verán privados de "Ultimo tango", pero no así los ciudadanos norteamericanos de la base militar de Torrejón que diligenciaron su exhibición. El estreno en Italia llegó precedido de una sucesión de procesos judiciales que fracasaron en su intento prohibitivo, hecho que lamentan los deudos del médico siciliano Nicola Garnesi, un septuagenario que expiró (en la sala palermitana donde vio a la Schneider), víctima de un ataque cardíaco. A otro nivel, fracasó también el ginecólogo francés Robert Giraud, quien demandó a los productores de "Ultimo tango" por la redonda suma de 300 mil francos, pues al filmar el exterior del edificio donde Brando juega con la manteca, se ve —en un segundo piso— las ventanas de su consultorio para mujeres. Los jueces parisienses desestimaron la codiciosa pretensión.

De quince días a un año
¿A quiénes alcanza la responsabilidad penal de un delito de este carácter? ¿Qué clase de delito es éste? ¿Qué sanción tiene prevista nuestra legislación positiva?
En líneas generales estas preguntas se contestan mediando la lectura del artículo 128 del Código Penal, vulgarmente llamado de exhibiciones obscenas, incluido en dicho código dentro del título III (Delitos contra la honestidad), capítulo III (Corrupción y ultrajes al pudor).
El artículo 128 dice textualmente: "Será reprimido con prisión de 15 días a un año, el que publicare, fabricare o reprodujere libros, escritos, imágenes u objetos obscenos y el que los expusiere, distribuyere o hiciere circular".
En el hipotético caso de que se abra proceso, serán enjuiciados:
a) la distribuidora Artistas Unidos; b) la empresa exhibidora propietaria de Cinema Uno. Obviamente serían enjuiciables: c) la productora o fabricante del film; d) su autor, Bernardo Bertolucci. Es tradición que —por no tener domicilio en el país—. estos últimos quedan marginados de la acción judicial.
La pregunta que todos se formulan ahora en la calle es ésta: ¿qué responsabilidad penal tiene quien autorizó, calificándola, la exhibición de "Ultimo tango"? Dicho en otros términos: ¿Octavio Getino es enjuiciable? La respuesta es negativa en cuanto dicho funcionario, obrando dentro del marco de la ley, ha cumplido con sus obligaciones y ha hecho uso de las facultades que allí se lo reconocen. Subsiste no obstante un grado de duda remitido a otro nivel del análisis: ¿Cómo se explica que intervenga la justicia ante un hecho autorizado por un funcionario del Estado, facultado para ello? Este problema lo planteo oportunamente el ex juez en lo correccional Eduardo Vila, quien intervino en varias causas originadas por películas cinematográficas. Para Vila estas causas no debían ser viables; criterio que para entonces, ni posteriormente, hizo camino. No siendo enjuiciable Octavio Getino, con menor razón puede serlo el grupo de especialistas que lo asesoró, integrado por Rodolfo Kuhn, René Mujica, Nemesio Juárez. Humberto Ríos (todos ellos realizadores de cine), Agustín Mahieu (crítico), Carlos Mazar (director de medios audiovisuales de la Universidad de Buenos Aires), Armando Bresky (productor y distribuidor), Elba Rosasco Marechal (escritora), Héctor Recalde (profesor de la UBA), los sacerdotes Veiazza y Ricchiardelli, Jorge Carpió (sociólogo), el licenciado en sociología Baldiolli, Martínez Frers (de Relaciones Exteriores), y Horacio Bordo (de Prensa y Difusión).
En este caso, como es lógico, está en juego algo más que el destino comercial de "Ultimo tango". Este nuevo episodio es una batalla más de la antigua lucha por la libertad creativa y de expresión que, en este momento nacional, se colorea con particulares matices de una determinada política cultural.
Revista Redacción
noviembre de 1973

 

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