Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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Introducción a Ezra Pound El gran poeta norteamericano Ezra Pound (1885-1972) fue y seguirá siendo el poeta más discutido del siglo XX. Hasta el día de su muerte, el 1º de noviembre del año pasado, recibió tanto la alabanza como el desprecio. Considerado por muchos el mayor poeta de habla inglesa del siglo, Pound también fue definido por algunos críticos como un charlatán. Su obra, tan perturbadora y revolucionaria, y su personalidad, tan compleja y enigmática, explican la interminable polémica. Esta Introducción, editada por Barral Editores y próximamente distribuida por Corregidor en la Argentina, reúne poemas y ensayos del Viejo Ez, y testimonios y homenajes. Con la autorización de Barral, se reproduce a continuación una de las escasas entrevistas concedidas por Pound en su vejez, lograda por la italiana Grazia Livi. "SOLO SE QUE NO SE NADA" Entrevista con Ezra Pound por Grazia Livi Estos últimos años, el gran poeta Ezra Pound ha vuelto a vivir a Italia. Es un hombre fatigado, destrozado, lejos de las cosas de este mundo; que afirma haber llegado con dolor al silencio y a la completa incertidumbre. Venecia, marzo. Hace ya cinco años que Ezra Pound vive de nuevo en Italia. Pasa los meses de invierno en Venecia, cuidado amantemente por su hija Mary, en un pequeño apartamento desnudo, estrecho, con dos altas ventanitas colgadas, que espían la tierna dulzura de los puentes y de las callejas. Pronto cumplirá 72 años. Podría haber conservado su fuerza creadora (pensamos en Picasso, en Ungaretti), o al menos haber alcanzado una austera serenidad, la certeza de haber realizado su obra. Pero, la primera impresión que nos da es la de una vitalidad apagada, la de un hombre vencido que se aleja de las fronteras ilusorias de nuestro mundo. Está siempre muy derecho, solemne, el rostro enteco, adornado con una puntiaguda barbita blanca, las manos secas y ágiles, con el gesto del caballero que se levanta inmediatamente para ofrecer su sillón. Sin embargo, se ve claramente que no es un ser independiente, que todo lo que compone a un ser humano está ya coordinado de manera puramente mecánica y funcional. El ojo vidrioso contempla los rostros y los objetos con una fijeza dolorosa. Una voz fatigada sale del pecho debilitado y forma frases muy lentamente, muy meditadas. Los pies, sobre la alfombra, están inmóviles en las pantuflas. Cerca de él, ni un solo libro es testigo de su gloria pasada; sólo una edición de los 16 primeros Cantares, publicada en París en 1928, de la que reniega con un gemido: “Oh, es malo. ¡Tan malo!". Ni amontonamiento de correo, ni de manuscritos, ningún signo de un lazo vital con el mundo, con la radio o la televisión. Y sin embargo... No hace mucho tiempo que Wyndham Lewis hablaba de él como "un genio que recorre a grandes pasos, furiosamente, la escena contemporánea”...; que Hemingway afirmaba con violencia: "cualquiera, entre los poetas de este siglo, que no admita que ha aprendido mucho de Pound, merece nuestra piedad..que Eliot, en una dedicatoria, le llamaba "el mejor artesano de su lengua materna ..que Ford Madox Ford a propósito de los Cantares gritaba casi: "La primera palabra que es necesario decir: belleza extraordinaria. La última: belleza”. Sí, hace pocos años... Pero los suficientes para que este maestro genial de la poesía contemporánea se haya enfrentado con los mayores dramas que la vida puede proporcionar (todo el mundo conoce la acusación de alta traición, lanzada en 1945, por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos; los trece años pasados en el asilo penitenciario de Washington, y, luego, el aislamiento cruel y la grave enfermedad que le atacó el año pasado) y vuelve al mundo purificado de su violencia inquieta, de sus obsesiones fantásticas, de sus ambiciones devorantes. He aquí, pues, a Ezra Pound: no un hombre ya, sino un símbolo, que mantiene con la vida relaciones de pura fórmula; no un personaje ya, sino una presencia que observa las vicisitudes de este mundo con un espíritu liberado, lejano, que zozobra en la trágica sabiduría iluminada, que precede al fin. —Ya sé que usted ve a muy poca gente. Todo el mundo habla de Pound como una figura lejana, casi mística. Yo dudaba al venir a visitarle, me daba un poco de miedo. —¿Miedo?.. Ya comprendo... Estropeo todo lo que toco. Siempre me he equivocado... —En el fondo estoy maravillada de que me haya recibido. Y me pregunto, ahora, lo que puede pensar un hombre como usted por la irrupción en su vida privada de personas de los grandes medios de difusión, como la televisión y la prensa. —¿Debo responderle con un epigrama? —Si le place... —No, voy a responderle con otra pregunta. ¿Prefiere vivir sola en una habitación o en una cloaca por donde pasen decenas de tuberías? —Sola en una habitación, naturalmente. ¿Entonces, por qué me ha recibido? —¡Oh!.. ¡Está muy claro! —¿Acaso debo de creer que le es completamente indiferente responder o no a mis preguntas? —Mire: toda mi vida creí que sabía algo. Después llegó un día extraño y me di cuenta de que nada sabía. Y las palabras se han vaciado de sentido. —Quizá nuevos elementos se han introducido en la vida del hombre, como una fuerza viva. Me refiero a la mecanización creciente y a su influencia enajenante sobre la humanidad ... —Sí, también. Pero, al mismo tiempo, creo que todo esto es temporal. Pienso que hay algo de germinal en la humanidad, que le puede hacer sobrevivir la mecanización. En suma, creo que una buena parte de la conciencia humana sobrevivirá, a pesar de todo, y será capaz de luchar contra las fuerzas de la inconsciencia. —¿Pero, con qué medios? ¿El arte? En The spirit of romance escribió “el arte es un fluido que se mueve más allá y por encima de los hombres...". —¡Oh!, ¡los medios! Yo no sé ya nada... He olvidado hasta el nombre de ese filósofo griego que decía que nada existe, pero que si algo existiese sería incognoscible, y que si se pudiera conocer, no se podría comunicar. —Tomándole al pie de la letra, ¿el mundo actual no es más que un magma en perdición, para el que no existe ninguna vía de salvación? —No. No es eso. El mundo contemporáneo no existe. No existe nada que no esté en relación con el pasado y con el futuro. El mundo actual es una fusión, un arco en el tiempo. Pero se lo repito, yo ya no sé nada. He llegado demasiado tarde a la incertidumbre total... —¿Es una constatación o una verdad que le hace sufrir? —Es algo a lo que he llegado por el sufrimiento... Sí, por el sufrimiento. —Así, pues, si el mundo actual no existe, no existe, por lo tanto, un hombre contemporáneo. —Eso es, no existe un hombre contemporáneo. Existe, solamente, un hombre que puede tener una mayor consciencia de los errores... —Quizá no he comprendido bien, ¿errores u horrores? —Errores y horrores... ambos. Y los más imbéciles son los que creen que saben algo. Yo, por el contrario, sé que no sé nada... —Pero cuando usted escribió A lume Spento, Lustra, cuando estudió a Confucio o durante su trabajo sobre la espléndida elevación de los Cantares ¿tenía ya esa certeza? —Ah, sí, sí que la tenía. Efectivamente, y lo vuelvo a repetir, he llegado demasiado tarde a la duda. —Si hubiera alcanzado antes esta gran duda, ¿cómo hubiera encauzado su vida y su obra? —¡Hubiera evitado tantos errores! Tenía buenas intenciones que no he sabido realizar. He sido estúpido... un trocito de anteojo. La conciencia me llegó demasiado tarde... y demasiado tarde la certeza de no saber nada. —¿Qué le ata al mundo desde el momento que ha llegado a la suprema certeza de la incertidumbre? —Nada me ata a la vida. Sencillamente, estoy hundido. —Y yo que imaginaba que el conocimiento puro, ese don de la vejez, proporcionaba la paz y la belleza. —Sí, puede aportar la paz. El mundo es supremamente maravilloso. Dios mío, todas estas cosas son puros clichés. ¡Me cansa tanto formular dos frases un poco difíciles! —Quizá, nuestra discusión es un poco abstracta. Me gustaría pedirle que cambiásemos de tema. En Hugh Selwyn Mauberly se leen estos versos: "La época reclamaba un molde en [escayola hecho sin pérdida de tiempo, un cine prosaico y, ciertamente, no de [alabastro ni rima cincelada" y también "mi celebridad de poco precio lo que de nuestra vida quedará" a su edad, usted que ha descubierto tantos talentos nuevos, ¿qué consejo le daría a un joven poeta?, ¿qué cualidad necesita, en primer lugar? —Es difícil de decir, pero estoy seguro de que un poeta joven debe mantener siempre desvelada su curiosidad. Esto, desde luego, no le convertirá en escritor, pero puede salvarle de la aridez y de cosas peores. Sí, es necesario, para hacer algo bueno conservar esta fuerza. —¿Puede trabajar todavía? ¿O le posee de tal modo la gran incertidumbre que hace inútil cualquier esfuerzo creador, sea el que fuere? —No, ya no trabajo... nada hago. Me he convertido en un iletrado y analfabeto. Me sumo en la letargia al iniciarse el invierno. Para desgracia mía, no hago más que fomentar la glotonería y la pereza... Sí, me sumo en la letargia y contemplo... He elegido el vivir en Italia, en Venecia, por el momento, como si la letargia o la contemplación fueran aquí más dulces que en otros parajes. ¿Por qué razones? Los italianos tienen una vitalidad, una espontaneidad curiosa... Llegué por primera vez a Italia a la edad de doce años, con mi tía, para visitar Venecia. Siempre he deseado regresar a ella. Por el momento aquí estoy. ¡Helo aquí! Esto me parece coherente... —¿Pero, le apetece viajar, visitar Italia, Europa? —¡Ah! No lo sé. En cierto modo el retorno a Europa fue un "choc" para mí. Alguien ha dicho que soy el último americano que vive la tragedia de Europa. Ahora me hablan de Sicilia, me dicen que debiera ir allí. Sí, ¿pero, cómo? —Me acuerdo que a los doce años recorrí Italia en tren y en automóvil. Hoy podría tomar el avión. ¿Le gustaría? —¡El avión! Lo tomé una sola vez, en 1945. De Italia a los Estados Unidos, esposadas las muñecas... —Habiendo llegado a la incertidumbre total —que acaba de confesar— no veo de qué manera podría interesarle conocer nuevos aspectos de la realidad. —Así es. Ya no conozco más que mi letargia. —Recuerdo dos de sus mejores versos: "Tarde, muy tarde te conocí, oh [tristeza, durante sesenta años fui de piedra, [como la juventud" ¿qué hay en su letargia de hoy?, ¿tristeza o simplemente alejamiento, ausencia de pensamiento? —No pienso. Sólo tengo la certeza de mi gran incertidumbre. Dudo... —Entonces, seguramente se dirá, al mirarme: ¿qué representa este rostro absurdo que pertenece a la realidad y que me hace preguntas como si yo también perteneciera a la realidad?.. Así, ruégole que me excuse, si le he importunado con mis preguntas. —No, no se excuse. Usted pertenece al cosmos. Participa, pues, de su lógica, por esta minúscula parcela de verdad que él posee... Yo, por el contrario, ya no sigo siendo... —Ya no sigo siendo... ¿qué? —¡Ah! No sigo siendo. He perdido el poder de llegar al fondo de mi pensamiento con palabras: yo... yo... ¡Ah, es todo tan difícil, tan inútil! ... ♦ PANORAMA, MAYO 31, 1973 Acerca de Ezra Pound en https://www.zendalibros.com/un-fascista-al-que-salvo-de-la-muerte-la-literatura/ |