Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

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Felipe Vallese
“Carne de perro”
Irma Cairoli Editorial Plus Ultra


Felipe Vallese es el símbolo de una generación que surgió dentro del peronismo luego de 1955; la etapa llamada de “La Resistencia”. Delegado de una fábrica metalúrgica, militante de la juventud peronista, hijo de inmigrantes, puede ser catalogado generalmente como “un muchacho idealista”. Hijo de “un tano verdualero”, conoció la miseria desde chico y los golpes de la vida le fueron frecuentes y comunes. Dicen que tenía “los ojos celestes como potrillito zarco”. Un día la policía lo detuvo y nunca más apareció. Fue un 22 de agosto de los años 60. Nunca más se supo de él. Esporádicos testimonios de familiares y otros presos que lo vieron estragado por la tortura en el rincón de algún calabozo permiten atisbar el infierno de sus últimos días. Desde ese momento Felipe Valiese se convirtió en símbolo de esta historia de muertos y desaparecidos que estamos viviendo. En noviembre del 55 desaparece el cadáver de Eva Perón; siete meses después, 27 personas son fusiladas acusadas de sedición; cientos de argentinos son torturados; algunos mueren a causa de esos método, como Maximiliano Mendoza, reventada su cabeza por los golpes; después, Valiese; hace poco, Martins y Centeno; ahora los matrimonios Verd, en San Juan, y Maestre en la Capital Federal; de vez en cuando alguno desaparece por unos días, como José Lamarca; otros, se salvan raspando, como el abogado Quieto.
El tema de Vallese, novelado por Irma Cairoli, trata de reflejar en Felipe un personaje envuelto en ese horror de muerte y tortura. En 156 páginas Cairoli, con las licencias justificables del novelista, refleja el dramatismo y la tragedia que rodeo a la familia Valiese en esos meses de incertidumbre. Se agrega así a los trabajos literarios que se han hecho sobre este caso desde que ocurrió. Aunque la peculiaridad es que Cairoli haya encarado el caso Vallese desde la novelística, lo que le da a ese libro un campo más amplio que los ensayos publicados con anterioridad. El realismo característico de esta escritora (probado ya en “Teresa Panza en Buenos Aires”) estalla en este volumen con implacable crudeza. Por momentos, imaginando que los hechos fueron reales y que un hombre de nuestro tiempo debió sufrirlos realmente, el relato se vuelve estremecedor, o insoportable.

Revista Extra
08/1971
 

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