Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Jacobo Fijman
Jacobo Fijman
Balada para un poeta
LA resurrección empezó hace muy poco tiempo. A mediados de 1969. Primero fue la revista “Talismán” que dirige su amigo y protector el poeta Vicente Zito Lema, después “Gente” lo ubicó en el hospicio y le hizo un reportaje, unos meses más tarde “La ciudad creadora" mostró su rostro tembloroso a los telespectadores de Canal 7, ahora EXTRA vuelve a reiniciar profesionalmente en el mundo de las letras y el periodismo. El resucitado es Jacobo Fijman, el primer columnista en la historia del periodismo argentino (y posiblemente en el mundial) que envía sus colaboraciones desde el bastión de los locos que nutrieron a Piazzolla y Ferrer: los trágicos pabellones de la antigua calle Vieytes.
Allí está Fijman enterrado desde 1942. Durante casi tres décadas sufrió todos los infiernos: fue sometido al electroshock y a la terrible promiscuidad con todas las formas de la enfermedad y la degradación humana. Por un error burocrático, nada insólito, aún cuando se determinó que podía ser dado de alta este detalle jamás fue comunicado a quienes podían dejarlo en libertad. Actualmente pese a saberse “que puede abandonar el hospicio sin peligro para él ni para terceros” no puede hacerlo porque no tiene un peso.
Sugestivamente el olvido descendió a tal punto sobre su persona que, en 1968, la revista “Capítulo” lo dio por muerto. Zito Lema (su curador, el hombre que lo saca del loquero los fines de semana para llevarlo a su propia casa), ha denunciado que ninguno de sus compañeros de generación ha hecho nada por él. La S.A.D.E. le pasa 3.000 pesos mensuales y desde hace poco, antes eran solamente 1.000 nacionales de la vieja moneda.
Esta historia sería terrible tratándose de cualquier hombre y lo cierto es que debe haber muchos como él sufriendo en los márgenes de una sociedad que no tiene mucho tiempo para detenerse a socorrer a los heridos que ella misma produce, pero el caso cobra un relieve inusitado si pensamos que se trata de un gran poeta. Según Aldo Pellegrini, el más importante que ha producido el país.
Como la poesía no tiene un gran consumo y los lectores se orientan preferentemente hacia las obras de ficción, es posible que sean casi desconocidos sus libros “Molino Rojo”, “Hecho de Estampas” y “Estrella de la mañana”. Y más aún los recovecos de su existencia que parece extraída de las páginas de un Dickens. Hijo de judíos pobres de Besarabia es traído siendo niño a la Argentina, a pesar de la penosa situación económica que debe sufrir en sus primeros años se va haciendo como autodidacta un formidable bagaje cultural que comprende estudios de filosofía, leyes, matemática, gramática, medicina y astrología. Se especializa en el estudio de los clásicos, la patrística, griego, latín y francés, idioma este último del que llega a ser profesor. Inquieto, va más allá, estudia música (que ahora considera erética) y llega a convertirse en un correcto violinista antes de cumplir veinte años. Por esa época empieza a escribir sus primeros sonetos y a ganarse la vida como periodista. En 1921 sufre una tremenda crisis espiritual, tiene un incidente policial y finalmente ingresa por primera vez al Hospicio de Alienados del que sale pocos meses después pero posiblemente marcado para toda la vida. Los años siguientes de la década marcan un interregno más positivo: se incorpora al grupo literario Martin Fierro donde conoce a Borges, Girondo, Marechal, Macedonio Fernández y muchos otros literatos de esa generación; colabora en las principales revistas de la época e integra las filas de la célebre “Crítica” de Natalio Botana; viaja a Europa en compañía de Oliverio Girondo y se vincula con capitostes del movimiento surrealista como André Breton, Paul Éluard y el genial Antonin Artaud. Su regreso a Buenos Aires marca un hito decisivo: se convierte a la religión católica. En años subsiguientes, el proceso místico se va intensificando al punto que en España intenta ordenarse como sacerdote pero es rechazado por la jerarquía de los Benedictinos.
En 1931, de retorno en Argentina, pública su libro “Estrella de la mañana”, pinta, viaja por todo el país como músico ambulante hasta que su paulatino alejamiento del mundo lo lleva a una situación económica insostenible. Se interna entonces en la selva paraguaya y finalmente pasa al Brasil donde trabaja como capataz en un aserradero. Los años subsiguientes marcan su concentración cada vez mayor en los problemas religiosos, su aislamiento y la caída en la pobreza más extrema de la que no ha logrado salir aún.
Y volvemos entonces a ese año clave de 1942. Hambriento, sin familia, sin amigos y en una crisis espiritual total, Jacobo Fijman es internado definitivamente en el Hospicio.
Esta síntesis, como todas, traiciona las sustancias primordiales de la vida de un hombre, pero era fundamental para ubicar a nuestros lectores ante el más insólito columnista que pueda haber tenido revista alguna. Las carillas que siguen han sido escritas entre extrañas risas, frente a ojos desorbitados, desde el fondo de atardeceres sombríos, en la pesadilla real que Fijman expresó como pocos en una suerte de poema —S.O.S., que empieza así:

“Demencia
El camino más alto y más desierto
Oficio de las imágenes absurdas;
                   (pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
tosen las muecas
y descargan sus golpes
afónicas lamentaciones.
Se erizan los cabellos del espanto
la mucha luz alaba su inocencia”.
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Justicia: Una constante voluntad
Escribe JACOBO FIJMAN
TERMINA otro año. sin embargo no se ha desvanecido todavía la ignorancia en torno a la Justicia. Hasta como palabras, ya no tiene ningún sentido ni valor.
Pero es necesario volver a este concepto si se pretende entender el capitalismo, y el materialismo que llaman histórico.
Los sociólogos, y los tratadistas del capital y el trabajo, especialmente los católicos tratan infructuosamente de establecer cual es la primacía sobre los aparentes opuestos.
Si se entiende siempre el capital como material, la respuesta previa sería, o es, que la primacía corresponde al trabajo, sin que intervengan para nada la explotación y otras palabras sinónimas de actitudes miserables y antihumanas.
Por otra parte no se pueden tampoco tomar en cuenta las ideas que "tienen los nuevos pensadores de la energía atómica.
Primero, porque el átomo, cuyo origen etimológico da a entender algo indivisible, ha sido quizá desvirtuado como concepto por científicos que entienden que el átomo es divisible. Y así se enseña en todas las universidades.
El principio de esta “ciencia" es que nada se crea y nada se pierde.
Y esto va en contra de la verdad, obligando a aceptar la antigua teoría sobre la materia preexistente, cuando bien sabemos que antes de la creación existía la nada.
Estos mismos modernistas llegan a sostener principios absurdos como por ejemplo de que en el átomo existe el libre albedrío.
Lo cierto es que la creación existe. Toda criatura ha sido creada.
Incluso Dios ha creado lo que se llama materia.
Ahora bien, volviendo a la cuestión de primacía entre trabajo y capital, no encontramos nada más alocado que las sinrazones que da Marx, y que han llevado a todo un país, Rusia, a convertirse en una sociedad sin espíritu.
Pero la sociedad tipiticadora del opuesto, Estados Unidos, su realidad y su porvenir no es menos siniestro.
¿Qué esperar de una sociedad basada en el dinero? De una sociedad que invocando principios éticos ha cometido asesinatos en masa, escudándose en su poder atómico.
Enloquecidos en un poder como no se recuerda en la historia, poco a poco van perdiendo todo sentido de justicia, de vida espiritual.
La civilización sólo puede ser salvada con el desarme total de todas las naciones. Y convirtiendo al trabajo y el capital en medios de beneficio para toda la sociedad. Es decir: la obtención del bien común.
¿Cómo se puede aspirar a la poesía con naciones armadas que enseñan a los jóvenes siniestras teorías de odio y exterminio?
Y día a día aumenta el poder de los “futurólogos". empeñados en hacer creer que la guerra atómica va a librar a los pueblos de un mal que al parecer sólo ellos conocen. Pero la apología de la destrucción ha sido hecha también por los poetas" de hace treinta años, con sus uniformes militares.
En una palabra, ni los ciudadanos, ni los ciudadanos poetas gozan hoy de verdadera libertad para decidir el futuro.
Todos están sometidos a una censura férreamente manejada por los poderosos, ya sea de oriente o de occidente.
Estamos entrando en una etapa en que se afecta hasta la propia posibilidad de gestación, aconsejándose el uso de pastillas anticonceptivas. Y claro está, esto lo hacen los “científicos” de los mismos países que descubrieron la energía atómica y construyeron las terribles armas de destrucción masiva. Basándose en la fuerza, han impuesto nuevos ídolos. El Dinero, la Avaricia, la Segregación racial.
Todo esa idolatría hay que terminarla con la paz. pero no sólo la paz entre naciones o comunidades, sino con la paz que viene de Dios.
Desde mi sitio de contemplación los alerto.
Despierten. Actúen.
Descubran nuevamente el valor de la palabra justicia.
Y así podremos estar todos unidos en la poesía.

Revista Extra
01/1970

(Nota: Jacobo Fijman falleció en diciembre de 1970)

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