Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Gudiño Kieffer, Caperucita Roja y El lobo
Sólo el éxito de 'Para comerte mejor' vale ya por cualquier tipo de presentación y coloca el nombre de Eduardo Gudiño Kieffer por encima de estruendosos preámbulos o exposiciones altisonantes. Además, su Fabulario y su Carta abierta. . . no le van a la zaga. Nacido en Santa Fe, abogado, periodista, lleva vendidos casi 40.000 ejemplares, en menos de cuatro años, de su famosa novela, que ahora será también trasladada a la imagen, bajo la dirección cinematográfica de Rodolfo Kuhn. Sin embargo, como a contramano de la aprobación del gran público, Para comerte mejor recibió de cierta crítica los mayores reproches y reparos como pocas veces un joven escritor argentino, con motivos o no, consintiera en ser receptáculo de epítetos, envidias, polémicas politizadas, acusaciones y rechazos estéticos. Ahora, en diálogo con Confirmado, Gudiño Kieffer se defiende de tantas aureolas tendidas en torno suyo y argumenta con su propia manera de ver las cosas algo que, como autor de un best-seller, está justificado a decir, con la misma buena fe con que escribió Para comerte mejor, decididamente un clásico de librerías, en cuanto a la nueva narrativa argentina se refiere, un libro que seguirá dando que hablar, causando nuevos estallidos y otras repercusiones no menos entusiastas o escabrosas. A pocos días de la aparición de la próxima novela de Gudiño Kieffer, Guía de pecadores, su autor sostuvo esta polémica conversación contra la severidad de la crítica, una excelente manera de desmitificar la imagen creada solapadamente alrededor de uno de los pocos escritores argentinos que han merecido la fama y el aplauso de un público, precisamente cuando la crisis editorial de su país anuncia lo contrario. Lo siguiente es apenas una síntesis de lo mucho que debe responder y decir Gudiño Kieffer, cuando las puertas de otro best-seller —su Guía de pecadores— ya se entornan, ineluctablemente, abriéndose al éxito que parece sentenciar al autor de Para comerte mejor.

Confirmado: ¿Es cierto el uso de "ganchos" conscientes, ya sea en el título o en el contenido de la obra, una constante evidente en sus libros?
Gudiño Kieffer: No le tengo miedo al "gancho". Creo que incluso es necesario tomar a la gente, engancharla ya desde un título. Lo de consciente es bastante relativo. Yo no tengo una gran distancia tomada de lo que escribo, supongo que les pasa a todos los escritores. De cualquier manera existe un mínimo: en este momento, por ejemplo, no me interesa escribir un libro "lindo", repetir Fabulario, mi primer libro, aunque es posterior en publicación a Para comerte mejor.
Confirmado: ¿Hay una formulación previa antes de escribir la obra?
Gudiño Kieffer: No, yo no hago planos para la novela, dejo que camine sola. En Guía de pecadores parto de una noticia periodística, y a partir de allí se fue dando la novela. Por eso tal vez me inclino por el género novelístico, en donde no existen recetas.
Confirmado: En Fabulario, ¿la receta no era Cortázar?
Gudiño Kieffer: Sí, Fabulario es muy cortazeano y es borgeano, es un primer libro de elaboración. Guía de pecadores es más parecido a Para comerte. . ., es más directo, es muy Buenos Aires, la ciudad está muy presente. El lenguaje, por lo menos en propósitos o intenciones, conquista lo callejero, pero con una connotación distinta, aunque sin inventar ningún término nuevo.
Confirmado: Algunos críticos llegaron a decir que 'Para comerte mejor' está realizada como novela en base a un ABC que proporciona una cadena de consumo, mitificando la realidad de un país, tergiversándola. ¿Qué dice Gudiño Kieffer al respecto?
Gudiño Kieffer: No niego lo del ABC, puede ser. Y es que están las cosas puestas al alcance y luego la manera de manifestarlas. Y en cuanto a la mitificación o deformación de Sebastián, de Flor de Irupé o de los otros personajes de Para comerte mejor, ya es frasecita que merece hasta estudios universitarios, desde que la novela la incluyeron como lectura obligatoria. A mí me importa que Sebastián camina por una calle, como cualquier otro ser en el mundo. Si alguien advierte que está mitificado en la novela, mejor, entonces, porque descubre las intenciones del escritor. Hay que tomar en cuenta que lo literario no es la realidad.
Confirmado: ¿'Para comerte mejor no' es un caramelo a la clase media argentina, como Love Story al gran público norteamericano?
Gudiño Kieffer: Yo no creo que le haya dado ningún caramelo. No soy un tipo analítico, pero sí bastante responsable. Lo del ABC no me parece peyorativo porque si uno se está ateniendo a un medio como el lenguaje, irse a la X,Y y Z, que son letras que se usan muy poco, y que es muy fácil de utilizar, por cierto, me parece negativo; prefiero ir a un ABC. Creo que Para comerte mejor despierta bastante sentido crítico en mucha gente. Si por ahí anda un Sebastián mitificado y se ve en ese personaje, y se da cuenta de que él se está mitificando, puede pasar algo. Hasta los treinta años yo puedo identificarme quizá con Sebastián. Sería ridículo que escriba sobre las guerrillas. Me atengo a la realidad que conozco a fondo. De alguna manera, también estoy dando testimonio. Flor de Irupé, con ese nombre, con su medallita de Eva Perón, es, y están.
Confirmado: ¿Para comerte mejor no está escrito pensando en la "fabricación" de un best-seller?
Gudiño Kieffer: No, por favor. Cuando un escritor trata de publicar su primer libro, ¿qué quiere?: simplemente publicar. Esas insinuaciones me molestan mucho. Yo quería editar, que alguien me publicara un libro. Lo de best-seller fue después.
Confirmado: ¿Y los tics que aparecen tan a menudo en Para comerte...?
Gudiño Kieffer: Me considero bastante sensible a la gente, y si por ejemplo viajo en un subterráneo y escucho una conversación de una pareja, que no tiene nada que ver conmigo, que hablan de un saco que en la tintorería no se lo han limpiado como él quería: de ahí, un escritor, un buen observador puede sacar montones de tics, que son de medio mundo, de todo el país. Entonces uno es sólo la oreja que está escuchando y trasmitiendo todos esos tics.
Confirmado: Sí, pero visto a través de una ideología.
Gudiño Kieffer: Le tengo mucho miedo a la palabra ideología. Es un término deformante y cargado de un sentido negativo, y me refiero a cualquier ideología, la que sea. Claro que si yo elijo usar el lenguaje común, estoy aceptando un código bastante carente de significación; sólo sirve para intercambiar una serie de situaciones. Una novela no puede enseñar a hacer una silla o una revolución, ni tampoco puede explicar el misterio de la electricidad.
Confirmado: Algunos dijeron que Para comerte. . . era parecido a un psicofármaco, una especie de píldora, porque no removía nada, no denunciaba el mal, ocultaba los síntomas, los aliviaba, no reflejaba nada de una realidad profunda: la de un país dependiente, en una situación clave, en un momento especial de su historia.
Gudiño Kieffer: Yo no creo que el libro no refleje una realidad profunda; solo que la refleja a través de personajes consistentes, reales, actuales, existentes. Vuelvo a repetir que es una novela escrita por necesidad y no para ser best-seller. Para comerte.. . ya tuvo su tiempo, digamos "su roncha", y sin embargo por esa relación con la realidad se agranda día tras día: el fenómeno, desde hace rato, ya no me pertenece. En Para comerte..., como en Guía de pecadores, bien podría haber introducido con mala fe esos ingredientes que hacen más explosivos un libro, y no lo hice. Por ejemplo, el gancho de la violencia. Por eso me siento honesto. Con un solo libro no quedé conforme totalmente: sé que en la Carta abierta. . . hay dos o tres aceptables cuentos y el resto relleno. En cuanto a las críticas politizadas, yo me pregunto si la mejor manera de hacer política no es precisamente meterse en política; en todo caso, también está el ensayo, útil para dar mensajes, y no la literatura. Yo también tengo ojos políticos para ver la triste realidad de mi país, aunque no me defina a nivel de partido. Por eso, esas críticas arrebatadas no me han servido de mucho: veo más incomprensión que otra cosa. Paradójicamente, Para comerte. . . está traducida a un solo idioma: el polaco. La gente de izquierda no va a entender tampoco esto. Si escribo así, si doy lo que doy, es porque no sé escribir de otra manera. Tal vez la gente me está pidiendo una capacidad que no tengo, todo, creo por las trompetas del éxito: un precio bastante caro. He buscado la cursilería, el melodrama, pero todo a través de un prisma que no descarta el humor, algo que le demuestre al lector que termina riéndose por eso, porque no puede llorar.
Confirmado: ¿No es quizá ironizar al lector, especialmente al de dase media?
Gudiño Kieffer: Sí. Le muestro sus mañas, aunque sin tratar de quitárselas. Lo único que hago es ponérselas delante, aquí están, éstas son. Sería insolente si pretendiese la salvación por medio de un libro.
Confirmado: ¿Ha hecho Gudiño Kieffer el parricidio con Julio Cortázar?
Gudiño Kieffer: No, y además no creo que lo haga. Cortázar sigue siendo para mí el escritor argentino. En todo caso, yo estoy ya en posición de ejecutado; hacer el abuelicidio. O sea, con toda la crítica y objeciones que se le pueden hacer, yo sigo encontrando en Rayuela el libro maestro, clave dentro de nuestra literatura. Las influencias de Cortázar las sentí al principio, ahora no. Formales, nada más, pero influencias al fin. Por otra parte, son las que Cortázar toma de Macedonio Fernández y de Oliverio Girondo: cosa de la que quizá me di cuenta tarde. De los nuevos, me gustan Daniel Moyano y Haroldo Conti.
Confirmado: Con la imagen dada o publicitada, seguramente Conti y Moyano no pensarán lo mismo de Gudiño Kieffer. Es decir: ellos son como los antípodas de una literatura que tiene al autor de Para comerte. . . en otro polo. ¿No es ésa una verdadera contradicción, anecdótica y además conceptual?
Gudiño Kieffer: Si a ellos no les gustan mis cosas, me tienen que dar permiso para que me gusten las suyas. Yo no les exijo reciprocidad. Además, me atraen Conti y Moyano porque están en algo distinto; los dos me gustan porque no tienen nada que ver conmigo. Por ejemplo, yo estoy en lo urbano, deformado por la gran ciudad, por los medios de comunicación, y ellos trabajan con otra realidad. Muchos me acusan de arribista, de escritor con mala fe, y me conocen poco. Otros dicen que estoy viciado por mi trabajo periodístico, mi oficio, con el que me gano la vida, y es totalmente falso. El escritor es previo a todo eso. Publiqué antes de empezar a desenvolverme en un medio que puede deformar al escritor, como también enriquecerlo. No soy un productor; con Guía de pecadores tengo la seguridad de haber escrito el libro que yo quería; dentro de mis posibilidades, lo que pretendía decir, lo dije. Lo que vendrá después con la aparición del libro es otra cosa. Está por encima del escritor.
Confirmado: Es decir, pertenece al sistema, a la máquina, aunque sin el "cross a la mandíbula", como postulaba Arlt. Como si el escritor fuera una especie de Caperucita Roja entregada al lobo.
Gudiño Kieffer: El funcionamiento de la máquina no se rompe con la literatura. Habría otra manera, que no soy capaz de asumir, y es dejando además de escribir. Pero me parece que no hay que mezclar todo ni confundir a un libro con lo que no es. Con respecto a lo del "sistema en sí", es tan amplio como difuso; como decir "la vida, che, la vida". Pienso que el solo hecho de adoptar la novela como medio de expresión implica la alienación de ese mundo, basado específicamente en el uso del lenguaje. Lo demás es asunto para otra discusión.
Confirmado - 4 de julio de 1972

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