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Música El cuarto regreso de una bailarina
Dentro de una semana regresará otra vez a Buenos
Aires una mujer que hizo escribir al cotizado
crítico inglés Eric Johns: "La posibilidad de
que Latinoamérica produzca una ballerina es tan
remota como que Japón forme una cantante o que
nazca un torero en Finlandia. Pero cualquier
preconcepto ha sido demolido por la argentina
Olga Ferri." Ahora retorna de su cuarta gira
europea; una actividad que comenzó en 1959
cuando creó en París un ballet de Jack Cárter y
fue invitada por la Opera de Munich. Desde
entonces, ha pisado casi todos los escenarios
del Viejo Mundo y conseguido triunfos poco
comunes: integrar, por contrato, el plantel del
London Festival Ballet y actuar con figuras de
la talla de John Gilpin o Vladimir Skouratoff.
Este año, con el conjunto británico recorrió
Italia, Francia, Suiza, Alemania y España, y los
comentaristas volvieron a elogiar su
interpretación en tres obras: El espectro de la
rosa, La muerte del cisne y La doncella de
nieve. Los críticos suelen señalar, a menudo, no
solamente un dominio técnico sino también un
estilo personal para cada creación, dentro de
los rígidos esquemas de la danza clásica.
Olga Ferri proyecta realizar, ya en el país, una
gira por el interior y un ciclo de
presentaciones en televisión, en las que
ofrecerá la mayoría de los ballets que jugó en
su reciente temporada con el London. Será una
manera más de actualizar un suceso ocurrido hace
ya 14 años: entonces, Olga Ferri venció en un
concurso efectuado por el teatro Colón y se
convirtió en primera bailarina del mismo: nunca,
antes, ese cargo había estado en manos de una
alumna de la escuela de baile del propio Colón y
el episodio no dejó de llamar la atención. 27
de agosto de 1963 PRIMERA PLANA
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