Futilísima Ruinosa Satelital
No hay cosa más inútil que dar consejos

Un autógrafo difícil 
HUMOR
En el más alto de los niveles

El domingo 21, a las 9 de la noche, una cátedra de humor político, de riesgos calculados y límites precisos, no sorprendió demasiado a los habituales espectadores de Tato siempre en domingo. El metafórico Carlos Warnes (63) comenzó el ciclo de 1967 advirtiendo que seguiría haciendo televisión mientras el médico no se lo prohibiera, "por problemas de presión. Porque todo el mundo sabe qué, con presión, no se puede trabajar".
Y reafirmó el concepto cuando Tato Bores comenzó aquel monólogo reprochando a "esos amargados que dicen que aquí no tenemos libertad de movimiento". Después, las alusiones fueron mes y más descubiertas y realistas: el dueño de una fábrica de motores —por ejemplo— se exaltaba explicando: "Todos quieren un fuera de borda, pero yo acá no hago política".
Más tarde, el estrafalario personaje historiaba: "Tanto en los gobiernos como en los canales siempre hay cambios, modificaciones, renuncias de funcionarios", y relató entonces sus experiencias a nivel presidencial a partir del 21 de julio de 1961: "Entré, y el doctor Frondizi se disculpó: «Caramba, Tato: ¡justo en este momento estoy por salir!». Al año siguiente: Hola, hola, qué tal, ¿cómo anda eso? —le dije a mi gran amigo el ordenanza—. ¿Puedo pasar a ver al doctor Frondizi? «¿Pero qué decís, estúpido? —me atacó—, Frondizi era el año pasado...» Hasta que una mañana entré silbando por la puerta de la calle Balcarce. ¡Alegría, alegría! ¿Está don José María? Y mi gran amigo el ordenanza me tapó la boca: «¿Pero vos querés que nos echen a todos? Guido era el año pasado: ¡ahora el presidente es el doctor Illia!» Ma, sí, che, qué me importa: Lo que yo quiero es un autógrafo de un Presidente... Y volví, por supuesto,- el 21 de julio de 1966, y me atendió mi gran amigo el ordenanza: «¡Pero qué lástima, Tato, que no viniste unos días antes! Hasta el mes pasado te estuvo esperando, el doctor Illia...»".
La historia concluía así: "¡El único laburo permanente que hay en la casa de gobierno es el de ordenanza, y lo demás son cuentos!". Warnes, explicitando que jamás ha sido ni seré agresivo, propugna utilizar el humor metafórico para reflejar la realidad. Y lo consigue. Cuando citaba a Gogol —"No le eche la culpa al espejo quien tiene la cara fea"— denunciaba la consigna con que su programa navegó nueve rozagantes años. (Revista Primera Plana 30-07-1968)

Dejamos este recuerdo de Tato y Warnes, y aprendamos a tratar a un traje.
Para guardar trajes impecables, de una limpieza y prolijidad perfectas, bastan una almohadilla hùmeda y una plancha.
Parea sacar lustre o dar apresto cepillar bien el traje y colgarlo de la percha. Aplicar un trapo bien mojado sobre una plancha bien caliente. Deje que el vapor penetre a travès del tejido. Dejar secar perfectamente la ropa antes de ponérsela.
Las corbatas de hombre se limpian fàcilmente con bencina. Algunos tejidos incluso resisten el lavado. Nunca planche los bordes de la corbata. Eso quiebra la tela.
Si no sabe hacerse el molde cartón o madera para planchar las corbatas, descósala, planche y luego ármela nuevamente. Quedarà como nueva.

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