Futilísima Ruinosa Satelital
No hay cosa más inútil que dar consejos

Revista "Cascabel": seis años y dos posturas

El director, durante casi todo el trayecto de Cascabel, fue Emilio Villalba Welsh, y colaboraron con él algunas plumas muy renombradas, como la de Carlos Wames, autor de la serie Andanzas de la musa enclenque, publicada en la década anterior en Crítica. También estaba el poeta y dramaturgo Conrado Nalé Roxlo, que ya estaba popularizando el seudónimo Chamico.
En la parte gráfica apareció en Cascabel una nueva carnada de dibujantes: se llamaban Uski, Ianiro, Landrú, Flax (conocido ya como Lino Palacio).
La política internacional dio el tema central a Cascabel mientras duró la guerra.
Los chistes acerca de los pormenores de la contienda llegaron a ocupar las tres cuartas partes de la revista. El complemento era algunos personajes olvidables desarrollados en tiras (el más certero era Lonka, un tipo que jamás daba la cara, literalmente hablando), la memorable creación del dúo Warnes-Uski, César Bruto, algunos cuentos breves y las gigantescas y desplegables chicas en malla, enviadas por las productoras cinematográficas norteamericanas, y con cuya reproducción se adelantó Cascabel 30 años a la era del póster. Había también algunos toques costumbristas locales, se glosaba la actualidad cotidiana, pero la política nacional no tenía cabida para nada. Lo más que podía saberse a través de las páginas de Cascabel en el primer lustro de la década del 40 era que había escasez de combustible, que los taxis "yiraban" libres, que las mujeres eran cada vez más lindas, que la vivienda empezaba a escasear en Buenos Aires. Pero que gobernaba Castillo, que el 4 de junio de 1943 las Fuerzas Armadas tomaron el poder disolviendo ¡os partidos políticos, que en un año se sucedieron tres presidentes de facto (Rawson, Ramírez y Farrell), eso no parecía importar en absoluto. La apatía del lector con respecto a la política nacional se traducía en la negación de Cascabel a tratar esos temas.
Además, la guerra mundial era el gran tema y lo seguiría siendo hasta 1945.
Flax era festejado calurosamente por sus caricaturas de Roosevelt, Churchill, Stalin, Hitler, Rommel, Mc Arthur, y algunas notas de un presunto corresponsal de guerra resultaron memorables.
Pero la guerra terminó en 1945 y estallaron dos bombas: la atómica, en Japón, y la noticia de que iba a haber elecciones en Argentina. Volvía la euforia política. Y Cascabel supo recogerla, embanderándose, además, con una de las fuerzas en pugna: la Unión Democrática.
Varios humoristas de Cascabel partieron, por esta época, hacia una revista más promisoria, la recién llegada Rico Tipo. Entre los que participaron del éxodo estaban los puntales de Cascabel: Warnes, Bruto, su inseparable Oski, el inefable Chamico.
Apareció entonces un dibujante de recambio. Se llamaba Juan Carlos Colombres y firmaba con el seudónimo Landrú.
Landrú abrazó de inmediato un humor absurdo, lunático, emparentado con el de los hermanos Marx y con el que cultivaban por entonces los gráficos españoles de La Codorniz. Lo primero que hizo Landrú fue crear un personaje al que bautizó Diógenes el curandero. Después fue tomando confianza y empezó a publicar fotos antiguas en sus páginas de chistes. Desarrolló, con un dibujo que tenía algo de Steimberg y algo de Oski, algunos disparates sensacionales, trabajados como diálogos breves, como instantáneas obritas de teatro del absurdo.
—¿Desea usted casarse con esta señorita? —preguntaba el cura al novio. 
Y el novio respondía: 
—Yo sí, ¿y usted? 
Pese a Landrú y a su reinvención de la gracia, Cascabel enflaqueció y siguió hasta sus últimas consecuencias su oposición a Perón. Pero Perón fue electo presidente. La revista llevaba las de perder. El 30 de julio de 1946, Cascabel publicó una nota en la que se recalca que el nuevo presidente de YPF, general Albariños, había sido designado para un cargo público teniendo pendiente un proceso "con motivo de haber ingresado a su cuenta particular una importante donación que hiciera el Jockey Club de La Plata en la época en que el mismo desempeñaba el cargo de interventor en Buenos Aires." Esta nota le vale a Villalba Welsh un juicio y una posterior condena por desacato. Tomamos del diario Hoy los fundamentos del juez: "Dice el magistrado en su fallo que las expresiones contenidas en el suelto de referencia, constituyen a su juicio y evidentemente una ofensa a la dignidad y decoro de la persona que ejerce el Poder Ejecutivo de la Nación, general D. Juan Domingo Perón, porque aquellas implican que el titular de dicho poder procede con ligereza y despreocupación de elementales reglas de ética y legales cuando designa funcionarios en los altos cargos de la administración". Ya faltaba poco.
Cascabel siguió agrediendo al presidente, y de las formas gráficas que asumían esas agresiones damos cuenta en las reproducciones de estas páginas.
Y hacia la navidad de 1946, luego de cada vez mayores dificultades en la distribución y en la obtención de papel, la revista recibió un colacionado de la Dirección de Correos. Decía: "Llevo a su conocimiento que esta dirección, por resolución dictada en expediente arriba citado, ha dispuesto la cancelación de la concesión número 889 de tarifa reducida de «interés general» que tenía asignada esa revista, de conformidad con lo que establece el artículo 21 de las disposiciones legales y reglamentarias que regulan ese privilegio tarifario. Saluda a usted atentamente", y firma el director de Correos.
Cascabel acusó el golpe, y se lamentaba en su edición del 24 de diciembre del 46:
"No sabemos por qué, a juicio del Correo Central, Cascabel ha dejado de ser una publicación de «interés general»; ¿habrá descendido a ser de interés coronel?" Evidente alusión al ex coronel Perón.
Y por fin, resentida por la falta de buenos humoristas, arruinada por las respuestas contundentes del gobierno, a principios de 1947 desapareció Cascabel sin pena ni gloria. Sus lectores ya habían sido absorbidos por Rico Tipo, revista que ascendía vertiginosamente. (Trillo - Broccoli)


Calidoscopio

CONSTRUIR un calidoscopio (o caleidoscopio) no es cosa difícil. Pero antes de decirte qué es y cómo puedes construirlo, te diremos qué significa la palabra "calidoscopio": viene del idioma griego, formándose con estos tres vocablos: kalos (hermoso), eidos (forma) y scopeo (veo). Si hiciéramos una traducción literal, el aparato se llamaría "hermosas formas veo". Y precisamente es eso: un instrumento por medio del cual podemos ver cosas muy bonitas.
Para construirlo, necesitas nada más que los elementos que te mostramos en el dibujo.(haga clic en la imagen para ampliar el esquema)
En primer lugar, deberás conseguir una lata de cerveza de tamaño grande, a la que le harás en el fondo un agujero de 1 cm. de diámetro. La tapa puedes sacarla con un abrelatas, de manera que te quede el tubo totalmente abierto en uno de sus extremos.
Luego necesitarás tres tiras de espejo de 13,5 cm. de largo por 5,5 cm. de ancho Si no consigues espejo, pueden "ser tres tiras de vidrio de la misma medida, pero en este caso a cada una de las tiras de vidrio deberás pegarle una cartulina negra de la misma medida que el vidrio (o sea como cada una de las tres que te mostramos en el dibujo).
Si fuera espejo, deberás unir los tres espejos con la parte para mirarse hacia adentro, tal como te indica el diseño, o sea uniéndolos con varias vueltas de cinta "scotch". Si fuera vidrio, con la cartulina negra hacia afuera.
Una vez que tienes armado este conjunto de espejos o vidrios, lo colocas dentro de la lata, e inmediatamente colocas una tapa de celuloide transparente e incoloro, que apoyará sobre los tres lados del triángulo formado por los espejos o vidrios unidos. Este celuloide puede ser de 1 milímetro de espesor.
Una vez que has colocado el celuloide (que debe ser cortado en forma redonda, del mismo diámetro que la parte inferior de la lata), colocas aproximadamente 15 trocitos de vidrio de diferentes colores: verde, rojo, marrón, azul, amarillo... los que se te ocurran. La cantidad total debe ser quince y no te recomendamos poner muchos más; a lo sumo, veinte.
Luego harás un anillo de cartón, que colocarás sobre el celuloide pegándolo a las paredes interiores del tubo. El anillo puede hacerse con una tira de cartón que tenga dos milímetros de espesor y un centímetro de ancho. El largo de esa tira de cartón es de 20,5 cm. Cuando hagas este anillo, piensa en que necesitas hacer dos exactamente iguales.
Una vez que coloques el primer anillo, colocas el segundo disco de celuloide, que deberá ser de color blanco, no transparente. Este disco apoya sobre el anillo de cartón y una vez que lo has colocado le agregas el segundo anillo, de manera que ese disco de celuloide blanco quede "ensandwichado" entre los dos anillos.
Y ya no tienes más nada que hacer solamente mirar por el agujerito que has hecho en la base y hacer girar entre tus manos el calidoscopio terminado; verás que los trocitos de vidrio ,al moverse y reflejarse en las tres caras de los espejos o vidrios, formar caprichosas y hermosas formas, infinitamente variables ya que nunca se acomodarán de maneras iguales.
Si quieres que el calidoscopio quede más vistoso por fuera, puedes cubrirlo con cualquier papel o plástico autoadhesivo. Lógicamente, todo el trabajo requiere prolijidad y paciencia... y en todo caso, un poco de ayuda de papá. . . (revista Meteoro 1975) 

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