Futilísima Ruinosa Satelital
No hay cosa más inútil que dar consejos

Las bases psico-sociales de la propaganda política
los revolucionarios del Cáucaso
Los descubrimientos de las ciencias sociales (sociología, psicología, psicología social) demuestran que los medios de comunicación no son por sí mismos, todopoderosos en la llamada opinión pública.
En América Latina, un ejemplo de lo anterior es el triunfo de los partidos de la Unión Popular en Chile, que no contaron con el apoyo publicitario y de prensa que tuvo la derecha; en Argentina, resulta incomprensible la adhesión de los sectores populares al peronismo, proscripto desde hace años y hasta hace poco tiempo de los medios masivos de comunicación. Podemos adelantar una conclusión: la experiencia individual y de grupo es decididamente más importante que los
mensajes políticos transmitidos por los medios. La creencia en el poder absoluto de la propaganda por sí misma surgió muy probablemente al tratar de dar cuenta en forma simplista de los complejos fenómenos sociales del nazismo y el fascismo. Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, varios estudios empíricos trataron de deslindar la influencia de la propaganda de otros tipos de influencia. Así, Wright Mills nos describe las conclusiones de un estudio llevado a cabo en una ciudad norteamericana del Medio Oeste: "Desde un principio fue claro que dos grandes series de influencias actuaban en el cambio de la opinión pública: 1) los medios de comunicación de masas, 2) la discusión de persona a persona. Una escuela creía que los periódicos, la radio, las revistas y el cine eran ahora tan poderosos e influyentes que resultarían la principal causa de los cambios de opinión. . . La otra escuela de pensamiento reconocía que la gente estaba expuesta muchas horas del día a los medios masivos, pero aducía que la mayoría de la gente pasaba más tiempo hablando con otros que oyendo la radio o leyendo revistas. . . ¿Cuál de estas dos escuelas de pensamiento resultó correcta? Hasta donde llega nuestro estudio, la segunda se acerca más a la verdad que la primera. En última instancia: es la gente que habla entre sí, más que la audición o la lectura o la contemplación de los medios de masas lo que realmente provoca los cambios de opinión. En cada área que hemos estudiado, las conversaciones personales pesaban más y más eficazmente que los medios de masas en los cambios de opinión." Estas palabras del sociólogo norteamericano parecen integrar dos escuelas de pensamiento acerca de las bases psicosociales de la propaganda. Hace dos siglos se creía en una democracia de pequeños grupos que interactuaban cara a cara y elegían sus voceros; los problemas se discutían hasta que se formulaba una opinión consensual. Con posterioridad, y ya en este siglo, los medios de comunicación se convierten en monopolio de las clases dominantes y de sus partidos y grupos ideológicos; a partir de este fenómeno fue muy fácil deducir que el público de la opinión pública era una simple audiencia de los medios, y que la opinión pública era el resultado simple e inmediato de todas las comunicaciones recibidas por la gente pasivamente.
Esta última escuela que atribuye un rol todopoderoso a la propaganda no puede explicar el hecho de que haya fuerzas políticas mayoritarias que casi no tienen expresión escrita sistemática. Una explicación parcial de este hecho la tenemos a partir de los estudios de comunicación. Estas investigaciones muestran reiteradamente el mismo mecanismo selectivo: un peronista en Argentina o un copeyano en Venezuela tienden a seleccionar los medios y los mensajes con los que están de acuerdo. En tanto pueden hacerlo, los peronistas "sintonizan" sólo los mensajes peronistas y "no reciben" otro tipo de mensajes. De esta manera puede explicarse además que la autoselección provoque no ya un cambio de opiniones políticas sino más bien el reforzamiento de las opiniones ya sostenidas. A partir de estos resultados más bien discutibles de la propaganda por vías convencionales, los técnicos han tratado de emplear todos los medios y procedimientos considerados más efectivos en cada caso. Como ejemplo, en las elecciones italianas de 1948, donde el mayor partido comunista fuera de la URSS disputaba el gobierno a los social cristianos, los servicios de propaganda norteamericanos apelaron a los sentimientos familiares: se invitó públicamente a los italianos y descendientes de italianos residentes en Estados Unidos a enviar cartas personales a sus parientes en Italia, Los redactores publicitarios elaboraron unas 20 a 30 cartas-tipo que podían seleccionarse por los remitentes. En conjunto, el electorado italiano recibió unos 2 millones de piezas postales firmadas por "Tony", "Joe", etc., donde se ponderaban las virtudes del sistema democrático y se señalaban los peligros de que Italia cayera en las redes comunistas (por ejemplo, pérdida de la ayuda otorgada por el sistema del Plan Marshall). Como parte de esta campaña gigantesca, el gobierno norteamericano financió la distribución gratuita de películas como "Ninoska" (Lubitsch-Greta Garbo, rodada en la época rooseveltiana) en todos los cines de la península que quisieran exhibirla. Además, el embajador de Washington acreditado en Roma no descansó un solo día durante los dos meses anteriores a la fecha de elecciones, ya que estuvo repartiendo medicinas, libros de texto y otros objetos que manifestaban la buena voluntad de los Estados Unidos para el pueblo italiano. Los argumentos esenciales de esta campaña fueron una mezcla de afecto (la familia) y temor (pérdida de la ayuda de los Estados Unidos frente a un triunfo comunista); por otro lado, estos argumentos respondían al estado de conciencia de gran parte del electorado italiano de las zonas rurales y sectores de clases medias urbanos.

Los efectos de la propaganda: corto y largo plazo
En general, puede decirse que todos los estudios empíricos sobre los medios de comunicación y la propaganda política están enfocados sobre tos efectos a corto plazo en los cambios de opinión. La razón para reducir el problema en estos términos parece deberse al origen práctico de estos estudios, surgidos casi siempre en los Estados Unidos con motivo de las campañas electorales o cívicas.
Es decir, el fin de casi todos estos estudios es conocer en términos cuantitativos qué porcentaje está a favor, en contra, o es indeciso acerca de tal partido, candidato o aspecto de la vida política. Muy de pasada, y como objetivo siempre secundario, arrojan estos estudios alguna indicación más precisa sobre los mecanismos psico-sociales que influyen en los cambios de opinión.
Esta es también la postura de los gobiernos acerca del estudio de la opinión pública. Un alto funcionario de Adenauer proclamó ante un comité de expertos de la UNESCO: "En una era de rapidísimo adelanto tecnológico y gran movilidad social, en una época de democratización psicológica en que se ha arribado a un nuevo sentido de la auto estima personal, en estos días de conflicto ideológico y guerra psicológica, los medios clásicos de lograr información —estadísticas oficiales, prensa, servicio secreto— ya no son suficientes para guiar la política de un Estado o de un partido político. Las encuestas sociales constituyen en la actualidad una herramienta esencial de conducción política"(1962). Detrás de las técnicas de encuestas, su uso específico para diagnosticar los cambios de opinión política esconde y descansa a la vez en una ideología que supone el poder en manos de la mayoría. En términos más concretos, una encuesta o "chequeo" de opinión tiene algo de parecido con un plebiscito o un referéndum. La diferencia reside en que la encuesta puede dar una representación estadísticamente correcta de la opinión, pero en ningún sentido es políticamente representativa, porque en el fondo se trata de un hecho no político. En una encuesta de opinión —cuyas técnicas son casi comunes a la investigación convencional de mercados y de publicidad en general— los entrevistados se limitan a informar contestando las preguntas de un cuestionario; pero, cualquiera sea el resultado de la encuesta —y muchas veces los
resultados quedan sin publicar en poder del partido o del Estado— las respuestas, deseos, quejas y esperanzas de los entrevistados no tienen ninguna fuerza legal.
(Eduardo Rivero para el Centro Editor de América Latina en la colección Transformaciones, julio de 1972.)

Luego de la lectura entusiasmada (no les creo que hayan llegado al renglón veinte) de cómo debe realizarse un buen reclame político, les comento que el equipo de Futilísima Ruinosa Satelital, preocupado por las exageradas búsquedas de un rápido crecimiento mamario entre sus lectoras, ha recurrido a los anales (disculpen) de su inmediático archivo en pos de los consejos que reemplacen el uso de cuchillos y tijeras por alternativas tetarias menos sangrientas. Estos son los consejos para quienes escasean bustariamente:

"El busto representa el cincuenta por ciento de la atracción femenina y ninguna mujer ignora que la belleza de su busto (su turgencia y esbeltez) fluctúa entre dos factores importantes: su excesiva obesidad y su extrema delgadez.
Si su busto padece de flaccidez, beba durante las comidas extracto de malta y cerveza. Practique este ejercicio: en posición horizontal, provéase de un palo mediano (de escoba o cepillo) y tómelo por los extremos. Lleve el palo hacia atrás, inspirando profundamente, y vuélvalo para adelante hasta la altura de sus hombros, soltando el aire. Repita diez veces y aumente progresivamente hasta llegar a treinta. Sirve para aumentar la capacidad torácica y revitalizar el pecho.
Muchas mujeres se sienten acomplejadas por su busto pequeño. Sin embargo, ellas poseen más recursos para disimular lo que consideran como un defecto que las que se lamentan de lo contrario.
La natación estilo "pecho" es una gran aliada del busto. Su práctica regulada, sumada a una serie de ejercicios gimnásticos, propenderá al logro de este objetivo. A continuación se enumeran algunos ejercicios que ayudar a aumentar las medidas del busto.

1)De pie, erguida, la cabeza alta, los hombros hacia atrás, los brazos extendidos al nivel de los hombros y las palmas de las manos hacia arriba. En esta posición describir círculos amplios, rotando el torso y sin mover los pies.
2)De pie, los brazos extendidos hacia adelante, el cuerpo erguido como en el ejercicio anterior. Cruzar los brazos formando una tijera y en esta posición llevarlos hacia arriba y todo lo más atrás que sea posible.
3)Acostada boca abajo, las palmas apoyadas en el piso a la altura de los hombros. Estirar los brazos lentamente hasta separar el abdomen del suelo. Hay que hacerlo de modo que toda la fuerza parta de los músculos de los brazos, hombros y pectorales.
4)De pie, erguida, tomar el antebrazo izquierdo con la mano derecha y viceversa. Levantar los brazos a nivel de los hombros y mantenerlos en esa posición. Empujar los codos con fuerza, a tirones el uno contra el otro, haciendo resistencia con las manos.
Advertencia: Practicar estos ejercicios con el corpiño puesto y repetir cada uno entre 25 y 30 veces, por lo menos tres días a la semana."
(Consejos provenientes de la revista Siete Días Ilustrados en 1969)

Pie de imagen: Afiche del estado soviético:"Los revolucionarios del Cáucaso", 1939.

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