Dicen unos versos que andan pululando por la web: "yo no soy de este pago Pero no todos son de los pagos de Juan Moreira, y no todos toman amargo ni componen estrofas de cuatro versos. Hoy leía, salteado... sí, salteado... porque hay gente que interrumpe lecturas con preguntas laborales, y que no convidan mates, en fin... Siempre tienen alguna excusa para no convidar: - Sí, tomá... pero mirá que está frío Y tantas otras que no voy a mencionar, la cosa es científica:
porque si está frío hay que caminar diez y seis pasos para
llegar al bidón que larga el agua caliente; con treinta grados
de temperatura en plena Plaza de Mayo, no le creo que esté
resfriada ni que traiga certificado médico extendido por
Binner... bahhh tampoco le creería si lo firma el quía,
laburo... lo que se dice laburo como para que alguien se queje
por catorce segundos de volcar agua en un recipiente, no hay; y
azúcar es lo que sobra en cada cajón de escritorio, sino no
estarían pasaditas de peso (já). Con que digan "no, mirá... con
vos no hay onda para tomar mate" bastaría. Pero bueno, la
lectura suple las historias amargas sobre mates y otras yerbas. Más distante de una cresta Él ha sido el compañero El gaucho de la comarca Ella fue una mañana Recopilado en el libro Cancionero Rioplatense 1880-1925, escrito por Carla Rey de Guido, Walter Guido, Biblioteca Ayacucho. Impreso en Venezuela. Vamos á con los consejos, esta vez veterinarios: La vieja vaca digna ![]() El drama, sin embargo, parece tener solución. 'Bovidental', una empresa especializada, sostiene que sus prótesis regalan a los vacunos una segunda juventud. Manuel Llorens (59, 8 hijos, doctor en veterinaria y alma mater del método) estudió el problema durante más de diez años. "En 1958 comencé a trabajar con coronas individuales —memora—, pero la experiencia no resultó por dos motivos: el material se cansaba y, por otro lado, las coronas separaban los dientes y permitían que el pasto quedara en los intersticios, provocando gingivitis." Entretanto, se habían comenzado a producir prótesis de cromo-cobalto. Eran efectivas, pero demasiado costosas. "Traté de encontrar un procedimiento menos caro y lo conseguí —se ufana Llorens—: se trata de una dentadura de plástico antiabrasivo con alma de acero." DIENTE POR DIENTE ![]() La colocación es sencilla: una vez localizado al animal con problemas de desgaste ("de medio diente para abajo", como se dice en el campo), se lo coloca en la manga, un cepo que lo inmoviliza, y se le toma un molde de yeso. Sobre esta base, en el taller, se confecciona la prótesis; no hay más que colocarla sobre los dientes viejos, previo secado y limpieza. Al rato, la vaca puede darse un festín de hierba, como en sus mejores tiempos. El precio (entre dos y siete mil las de plástico-acero y cuatro a diez mil las de cromo-cobalto, según la cantidad) no implica un acto de caridad zoológica. La vaca vieja es la que cría el mejor ternero, postula un refrán criollo. "Responde exactamente a la verdad —explica Llorens—: la llamada vaca vieja, merced al equilibrio alcanzado por su organismo, está en condiciones óptimas para la reproducción, para la crianza o para la producción de leche. Se trata, nada más, de que pueda comer sin dificultades." Román Saran, 37, es un adicto: "Hemos colocado 215 prótesis en animales de siete años de edad, como promedio. La recepción ha sido buena, mucho mejor de lo que yo esperaba". Puede dar pruebas: "Los animales con prótesis se distinguen a simple vista de los demás, su pelo tiene más brillo y, en general, su aspecto es más saludable". El artilugio puede vanagloriarse de hazañas mayores. "En cierta oportunidad —recuerda Saran— nos hacía falta un buen carnero para inseminación. Conseguimos un ex gran campeón de Palermo, raza Corriedale, en cien mil pesos. Un animal así suele cotizarse entre 7 y 12 millones, lo pagamos barato porque estaba descartado por viejo." Después todo fue sencillo: le colocaron una prótesis de cromo-cobalto y, a campo suelto, sin cuidados especiales, el carnero rejuveneció. "Obtuvimos 1.500 corderos hasta que murió de vejez fisiológica", calcula Saran. "Le obsequiamos al doctor Llorens, como recuerdo, el maxilar inferior del carnero, con la prótesis colocada; no presenta ningún desgaste." Los peones, como es previsible, oscilan entre la curiosidad y el rechazo. "Estos patrones locos —suelen exclamar—, vean lo que le ponen a las vacas."' Tampoco ocultan a Saran el mote impuesto a los animales pertrechados; "les dicen Kolynos", sonríe el patrón. A pesar de todo, el sistema va ganando nuevos adeptos, en especial en aquellos lugares donde existe una mejor organización del trabajo. "Funciona muy bien —teoriza Llorens— cuando es necesario poblar campos; también en zonas donde, por características ecológicas, el estanciero debe conservar las vacas viejas porque son las que tienen mayor cantidad y calidad de terneros." Pero seguramente nada pudo alegrar más a Llorens que una carta que recibió en octubre pasado: era un pedido de informes de un cabañero japonés. PERISCOPIO 10 • 25/XI/69 |
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