
No hay cosa más inútil
que dar consejos
Los años locos
La cuestión sexual
Durante la belle époque la destrucción del código
moral puritano, que imperaba en la Europa finisecular, no fue mucho más
allá de la publicitación de la vida de las 'cocottes' y de algunos
"romances" famosos, cuya "excepcionalidad" pasional parecía justificar
también sólo excepcionalmente una mayor libertad en torno a las
costumbres sexuales. Pero en los años locos, la independencia femenina y
el auge de la juventud —que se tradujo, de hecho, en un relativo poder
para reconocer o desconocer las costumbres de sus mayores— dieron una
mayor profundidad al cambio en las costumbres. Reflejo o factor de esto
(o ambas cosas a la vez), el auge del psicoanálisis, que se había venido
elaborando desde la preguerra, no fue ajeno a este proceso.
Particularmente en su origen —ideológicamente más radical que algunas de
sus derivaciones— su concepción de la sexualidad natural y de la raíz
sexual de las perturbaciones nerviosas influyeron desde el campo de la
ciencia experimental en las costumbres. Su explicación de que muchas
conductas consideradas "perversas", lejos de ser el producto de una
actitud licenciosa o libertina, por el contrario, tenían su raíz en la
represión del instinto —aunque fuera
muy resistida o moviera al desconcierto o la jocosidad— significó un
giro de ciento ochenta grados en la perspectiva sobre la cuestión
sexual, que no podía menos que minar el rígido código puritano. Desde
luego, la práctica no fue a la misma velocidad de la teoría que, por
otra parte, estuvo lejos de proponer un auténtico nuevo programa de vida
sexual y familiar que reemplazara los módulos antiguos, quizá porque
esto hubiera implicado tocar otras cuestiones más allá de sus propios
horizontes teóricos.
Más bien los cambios en las costumbres parecen haberse configurado a
través de excepciones progresivas al marco tradicional, que en mayor o
menor grado lo seguían teniendo como punto de referencia. Tal el caso de
los 'cocktail parties', donde sus asistentes, preponderantemente
jóvenes, pero también de generaciones maduras, animados por la acción
desinhibitoria del alcohol, se atrevían a acariciarse —las pieles y el
tacto acolchados o asordinados por la ropa— mediante el pretexto del
baile.
Por supuesto, los 'parties' también se han convertido muchas veces en
antesala de relaciones pre o extramatrimoniales, consideradas
progresivamente con más indulgencia. Se ha señalado con frecuencia que
la aparición del automóvil cerrado, que permite la evasión fuera de la
vista del prójimo en pocos minutos, ha contribuido a las prácticas de
amor furtivo o clandestino. Los largos noviazgos con el novio en la sala
comienzan a ser sustituidos por los 'flirts' ligeros y sin
consecuencias. Los padres educados con otras normas ya no saben si
pensar que sus hijos están totalmente perdidos: el tema de la Joven
Generación angustia tanto a los buenos burgueses como "el fantasma del
comunismo".
Revista Siglomundo (CEAL, 1969)
Leído que fueran las referencias de los años '20 y transportándonos
como por arte de escritura y asociando ilícitamente seguimos con la
preocupación de todas las generaciones juveniles de la década que fuera.
En este caso en los 60s., mientras Nelly Beltrán hacía de modelo para
las publicidades de vestimenta femenina los doctores se preocupaban
del... (puaj!)

ACNE JUVENIL
por el Dr. DIEGO MARIANO
"¿Ustedes
se preguntaron alguna vez por que extraña razón a las mujeres les gusta
sacar "barritos"?
Todos los miramos a Cepeda creyendo que se había vuelto súbitamente
loco. Porque lanzar semejante pregunta en una noche de guardia, cuando
no se piensa en otra cosa que en camas confortables y mullidos
colchones, era un seguro pasaporte para la internación. Pero nuestro
joven colega, sin inmutarse, continuó:
—Debe existir alguna razón psicológica. A todas, en abstracto, cuando se
habla de "barritos" se les frunce la cara, pero en cuanto se enamoran de
un hombre no lo dejan en paz hasta que no exprimen prolijamente todos
los poros enquistados...
Tal vez Cepeda tenía algo de razón. Porque Gómez, y yo, y los demás
médicos presentes cambiamos el bostezo por una sonrisa evocadora. Todos
habíamos sufrido alguna vez una de esas cariñosas exploraciones de
nuestra fisonomía y —lo que es peor— sin buscar oscuras motivaciones
psicológicas.
Ahora, enfrentados por primera vez con el problema, comenzamos a
manipular argumentos en los que predominaban los conceptos de Freud
—que tienen la ventaja de explicar lo inexplicable— pero como todos
somos clínicos y no psiquíatras, pronto nos encontramos hablando del
Coryne-bacterium acné y el Demodex folliculorum. Estos extraños nombres
designan a los agentes bacterianos que desencadenan esa tragedia de los
adolescentes llamada acné, enfermedad inflamatoria crónica del folículo
pilosebáceo.
La edad promedio de aparición en ambos sexos es de 17 años, con máxima
frecuencia entre los 16 y los 18, y constituye una complicación de la
seborrea puberal (exceso de actividad de las glándulas sebáceas,
originada por el disturbio endocrino de la pubertad). Cuando tiene
carácter leve, transitorio y sin complicaciones, puede ser considerada
normal pero en muchos casos la seborrea puberal produce verdaderos
estragos en la piel, que pierda su finura, toma una tonalidad
amarillenta y sobresalen los poros restándole tersura al cutis.
La erupción del acné tiene una localización característica: en la cara
asienta sobre la frente, nariz, mejillas, mentón y suele también abarcar
regiones de la nuca, hombros, espalda, y pecho, en la región esternal.
Son muchos los factores que, aislados o combinados entre sí, originan el
acné. Por de pronto, se ha comprobado siempre la existencia de
antecedentes familiares. Pero al margen de la herencia, son los factores
hormonales que, al alterar su equilibrio por el aumento de hormonas
androgénicas, desencadenan el mecanismo patológico del acné.
El papel de los alimentos ha sido inmotivadamente exagerado; pero la
excesiva ingestión de grasas o su deficiente metabolismo como también la
dieta abundante en dulces pueden modificar la composición química de!
sebo y crear condiciones favorables a la enfermedad. También la
constipación y otras perturbaciones gastrointestinales influyen
desfavorablemente.
Si bien el acné no está considerado una perturbación psicosomática, las
causas emocionales pueden influir en su evolución. La influencia del
acné en la psiquis del adolescente es innegable: se advierten en ellos
esfuerzos por taparse la cara mediante el uso de flequillos, anteojos
oscuros, peinados que caen sobre el rostro y actitudes esquivas y
huidizas. El uso de cosméticos faciales está contraindicado si contienen
grasas, aceites, gomas y ceras capaces de obturar los poros.
La tan difundida maniobra de "apretarse los barritos" es el factor que
agrava la mayoría de los acnés, ya que así se difunde la infección por
las capas intermedias de la piel originando forúnculos, abscesos y
nódulos.
El tratamiento consiste en una limpieza periódica del cutis
(generalmente cada 15 días), uso de lociones detergentes y aplicación
nocturna de una crema adecuada. Por la mañana, se quitará la crema,
lavándose la cara con un jabón apropiado. Según los casos y evolución,
suelen emplearse también otros procedimientos, como los rayos
ultravioletas (lámpara fría), radioterapia superficial y la
dermoabrasión
(cepillos que giran a alta velocidad para borrar las secuelas
cicatrizales.)
Gómez casi no había intervenido en la charla. Alguien le preguntó qué le
pasaba. Mientras bostezaba ruidosamente, contestó:
—Estaba pensando que hace más de 20 años que a mi mujer no se le ocurre
sacarme barritos.
Cepeda no perdió la oportunidad de crucificar al veterano médico y
mientras tomaba el último sorbo de café le dijo:
—Usted se olvida, viejo, que la enfermedad se llama "acné juvenil".
Revista 7 Días (diario La Razón)
31 de agosto de 1965
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