
No hay cosa más inútil
que dar consejos
Repuestas a preguntas del siglo pasado
A Violeta estudiosa.—Sí, señorita; puede usted ir a
estudiar a esa biblioteca a la hora que le indiquen; además tengo
entendido que en ella prestan libros gratuitamente.— Remo
A Azucena.—Todas persistís en lo mismo; a todas os parece que los
jóvenes de hoy en
día llevan consigo una considerable dosis de timidez, que ni aun el amor
puede hacer desaparecer por un momento, y yo os diré que la timidez esa,
existe en muy pocos muchachos. . . en tan pocos, que podrían contarse
con los dedos. Lo que tienen son muchos deseos de pasar el tiempo y
recrearse la vista. Los hombres, cuando quieren, desconocen la timidez,
y como el amor aguza el ingenio al más torpe, no pierden ocasión en que
puedan entablar conversación, ¡que han de perderla! Así que será mucho
mejor para ti, amiga Azucenita, que no dejes caer moño ninguno; espera a
que sin insinuaciones tuyas hable. . . y si no habla, es porque el amor
no se lo manda.— Mignonne
A Una vasquita.—Puede llevar el saco de crespón y también el ruedo de la
pollera, pues en esa forma se alivia el luto. — Julieta B.Z.
A Ojos negros.—La electricidad es el único medio eficaz para sacar el
vello. Si usted se lo ha quitado con depilatorio, es necesario, para
aplicar la electricidad, que se lo deje crecer bastante.— Chita
A Una rubia agradecida.—Alimentación vegetal; después de las comidas
beba te amargo. Camine diariamente unas cincuenta cuadras.— Niobe
A Azucena.—No hay duda alguna que la humanidad está comenzando a dar una
gran voltereta. El sexo cándido y tímido se está convirtiendo como por
arte de birlibirloque, en demasiado decididor y atrevido, y en cambio el
sexo fuerte va acaparando para sí las cualidades que hasta hoy fueron
femeninas. ¿No es así, Azucena? Tú quieres arrojarle un moño a tu
festejante "tímido" para entablar charla; Menganita quiere decirle a un
chico "tímido", sin esperar a que él lo diga, porque no se atreve, que
se ha enamorado de él; Fulana desea "festejar" a Fulano "tímido", y para
eso lo mira y lo remira muchas veces, hasta que él se siente
"conquistado" y espera "tímidamente" la declaración verbal o escrita de
ella... Y así sucesivamente. ¿No es esto lo cierto, Azucena? Menester es
que confesemos que así es hoy en día y digamos, en honor a la verdad,
que con gran detrimento de la mujer y de su felicidad, pues creyendo
"conquistar" pierde ante el hombre el encanto mejor que la Naturaleza le
ha dado: la timidez. Bien sé yo, Azucena amiga, que después de leer
estos renglones meditarás... y guardarás el moño, esperando que llegue
un caballero que no sea "tímido" y que se dirija resueltamente a ti.
Cuenta con la amistad y el desinteresado consejo de—La viejecita Enigma.
A Carolina J. — Ponga todas las noches la cáscara de una naranja cortada
en pedazos, dentro de medio litro de agua hervida, y lávese ala mañana
con esa agua.—Martha.
A Una mendocina reconocida. — Para las grietas de los labios, funde en
baño de maría lo siguiente: lanolina, 48 gramos; parafina, 24;
espermaceti, 24; resorcina, 1 gramo; mentol, 3 gramos.—Nadia.
A Killy. — Mi respuesta es un consuelo para ti; entiendo de medicina, y
te garanto que, si esos tumores ya han sido curados, no debes temer
contagios, ni tampoco el que tus descendientes estén expuestos a
heredarlos. — Esculapia joven.
A Estudioso.—Consiento en darte algunas señas personales, por si eres tú
el joven de los ojos celestes: soy gordita, no muy alta y uso lentes.
Vivo en una calle muy central; el nombre de ésta es el de una piedra que
dicen que da suerte a los que nazcan en Mayo. No te digo más por el
momento. Te saluda:—Estudiosa.
A Flor marchita.—La más apropiada es la bota más alta, con taco
mediano.—Chinela.
A Una morocha desesperada.—Sinceramente te digo que no veo el motivo de
tu desesperación, porque me parece que por un joven "tan fresco" como
ese no hay necesidad de preocuparse, a pesar de que "tanto lo querías",
cosa que no has demostrado, cuando tan prontito has aceptado
reemplazante. — Dríada.
A M. G.—Lávatelas con agua tibia, en la que hayas echado unas gotas de
tintura de benjuí.—Nela.
DEFENSA ANTIAEREA
No teniéndose a mano el característico sostén de que vienen
munidas las espirales matamosquitos que se expenden en el comercio, se
puede improvisar uno: en el corcho de una botella se cruza un alfiler
grande y se inserta en él la espiral; se aplica fuego a la punta de la
espiral y... ¡hasta mañana!
Esteban Santiago La Crujía 001 San Andrés (F.C.C.A.)

REJUVENECIMIENTO DE PUAS
Más de un lector se habrá preguntado si existe algún medio que
permita hacer servir un número mayor de veces a las púas para discos
fonoeléctricos, sobre todo en estos tiempos en que están tan caras. Pues
bien: y dado con el dedo en la tecla, mejor dicho, en la púa. Tómese una
tela esmeril de grano fino y déles la forma del plato de la victrola.
Adhiérase a éste con un poco de pasta blanca o, si se prefiere, déjese
suelta, pero poniendo sobre ella un disco viejo o que no sirva más, a
fin de que la tela no se levante. El disco se pondrá sobre ella siempre
que quede un borde libre de un centímetro; de lo contrario, será
necesario pegarla al plato. A esta altura, póngase en marcha la victrola
y, tomando una púa entre los dedos, pásese sobre el plato haciendo un
leve movimiento giratorio, de modo de obtener un filo parejo. Una simple
pasada será suficiente para restaurarle a la púa el filo perdido.
R. Martínez Atalos Gutiérrez 65 San Rafael, Mendoza

TANDEM DE TRICICLOS
Se le saca la rueda delantera a un viejo triciclo y se le dobla
la horquilla como muestra el detalle A, para que forme un estribo donde
pueda apoyar los pies el pequeño ocupante del triciclo a remolque. Si se
trata de un niño más bien grande, le resultará más
cómodo apoyar los pies en el eje trasero del triciclo de adelante.
En la parte inferior del asiento va sujeto el extremo de un listón de
metal, cuya otra punta se asegura a una abrazadera en el cuadro del
triciclo delantero, (detalle B).
Felipe C. Cirillo Coronda, Santa Fe

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