Rompecorazones
y el ciclo, que no es el menstrual,
va llegando a su final.
Recomenzará.
Perdonavidas,
y una voz con matices negros
se ira combinando
con tus espinas blancas.
Resultado,
gris chato y opaco.
Son las tres de la mañana.
Quién aportará el color en tu vida?
Reflejo absurdo en el cristal;
no es lo que quieres ver;
incomprensible realidad,
abstracta tu figura.
Siniestra metáfora que se diluye
en el humo que hace irritar tus ojos.
Despreocúpate.
No eres la única persona
que hoy se siente vacía.
Mañana. el sol, quizás,
caliente tu aliento
y florezca tu sangre,
dándole más sentido al tránsito
por esta etapa de conciencia terrenal.
Crematorio,
y es tu cuerpo el que se diluye
en el humo que hace irritar tus ojos.
Reencarnación,
y el ciclo, que no es el menstrual,
va llegando al principio,
Y mis pies, descalzos, que ya no son míos,
si no tuyos, caminan,
un sendero que no he querido atravesar.
Es mi mente, engañada por tus dulces lisonjas,
la que me revela que hubo un tiempo
y también una forma, a la que no he pertenecido
y a la vez,
formé parte de ella.
Presagio.
Y el grito que estalla en el estadio,
no es más que el fiel reflejo de la desesperación.
Imponentes.
Impotentes.
Artilugios.
Y la sociedad condenada por la rutina
se abre camino a través de la jungla.
Pavoneándose.
Contorneándose.
Lamentándose.
Y una voz con matices negros
se combina con tus espinas blancas.
Resultado,
gris chato y opaco.
Y rebuscas entre los pliegues del amor
algún momento que no hallas vivido.
Desengañado.
Desalentado.
Desesperado.
Los has hecho todo y nada falta por decir;
por más que quieras, ya no puedes volver atrás,
el tiempo paso y te ha dejado a la vera del destino.
Olvidado.
Ofuscado.
Obnubilado.
Y el humo irrita tus ojos,
y el olor acre penetra por tus orificios,
y el calor irrumpe en estallido,
y grito,
y sos vos quién ha gritado,
a las tres de la mañana.

Pablo de La Paternal

Buenos Aires solo es piedra
que no se te escape


irónico como
su tremenda densidad
quietud
haya nacido
del ir y venir de casi todo en ella

lógico también
que cuando pidas un abrazo natural
una sombra fresca
no encuentres savia corriendo por sus venas
sólo asfalto

todavía
como un torpe gigante
te ofrecerá sus aleros de portland
cubriéndote sin tocarte
sus rugidos maquinales
tratando de consolarte

Buenos Aires es solo piedra
que no se te escape.

Se puede decir que vendría a ser culpa suya, esto, por haber tirado la idea. O tuya. Bah, nunca me puse a
pensar.

Abril F.

(a raíz de comentario sobre el disco de Alas Buenos Aires solo es piedra)

 

 

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