REEDICIONES
AMANECER DEL LUNFARDO
EL LENGUAJE DEL BAJO FONDO, por Luís C. Villamayor; Editorial Schapire, 1969; 198 páginas, 10 pesos.

 

Hace 55 años, cuando Luis Contreras Villamayor publicó "estos modestos apuntes" —como él los llama en la introducción a El lenguaje del bajo fondo—, el estudio del lunfardo contaba ya con tres sólidos aportes, que no se mencionan en este libro. Dos de ellos proceden de ex empleados policiales; el tercero, de un joven abogado.
En marzo y abril de 1879, Benigno Lugones desliza en La Nación los dos primeros artículos de una serie que —se ignora el motivo— habrá de clausurarse allí. Al presentar «Los beduinos urbanos» La Nación señala: "A nadie puede estarle de más el saber a qué atenerse respecto a los manejos de los discípulos de Caco, a fin de estar en guardia contra ellos". En aquella nota, y en «Los caballeros de industria», que según José Gobello constituyen "el más antiguo documento de la jerga", Lugones incluye 54 voces, muchas de ellas tan célebres como otario o punguista.
Muerto Lugones en 1884, el jurista Antonio Dellepiane revela una década más tarde su Contribución al estudio de la psicología criminal - El idioma del delito (Moen, 1894; hay reedición: Fabril, 1967). Su ensayo, esclarecedor y reivindicador del argot ("La filología misma no puede mantenerse extraña a este tipo de investigaciones..."), es producto de la actuación de Dellepiane en la Penitenciaría Nacional, un lugar al que acude como miembro de la Comisión de Cárceles. Su notable trabajo, elogiado por Paul Groussac, reúne 215 términos lunfardos; no trae, es curioso, citas o referencias de Lugones.
En ese mismo 1894, José Sixto Álvarez escribe, al parecer, sus deliciosas Memorias de un vigilante, con 34 vocablos de la germanía; sin embargo, sólo las da a conocer en 1897, tras el seudónimo Fabián Carrizo, antecesor de Fray Mocho. El lenguaje, de Villamayor, que La Bonaerense imprime en 1915, es válido más que nada por su extenso Diccionario (1.648 términos), elaborado sin un serio método lexicográfico y, como en los casos de Lugones y Dellepiane, sin demasiados antecedentes etimológicos. En cuanto al escuálido ensayo que precede al Diccionario —donde, por primera vez, se notifica la existencia del "vesre"—, si bien sigue la línea de Dellepiane, carece de su aplomo intelectual.
Villamayor, nacido en Lobos en 1876, fue militar y marino, revolucionario de 1905 y administrador de la Asistencia Pública, antes de ingresar en la carrera de Guardiacárceles, que abandonó cuando estaba en condiciones de ascender a capitán. Periodista, su Lenguaje es un texto esencial de consulta; pese a que el autor vivió hasta octubre de 1961, nunca había sido reeditado: aquí está ahora, y vale la pena conocerlo.
Revista Periscopio
24.03.1970

Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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