Con el éter del enigma

Huye el eterno retorno del Yo.
La tarde ausente de todo
trae rimas como nubes.
Como si nadie supiera nada
se promete
el regreso de las metáforas:
letras olvidadas en el tiempo
de un mundo sin destino,
páramo inconsciente
olas desnudas sobre el mar
agitado de sal.

 

 

 

 

Feraz

El durazno se parte en medio de la jungla
cruje el carozo y retoma el sendero
y se abre encendiendo fuegos verdes:
despierto orgulloso y bostezo
y contemplo el espacio sin lugar.
Lanzo el delgado cordel sedoso
y se convierte en amarra, en puerto,
en desesperados ojos de mar abierto.
Rastreo tus semillas amazónicas
observo brotar el humo blanco del barro
seleccionado con manos de alfarero.
El durazno se esfuma en la bruma,
se aparean las flores de la selva
sexos enfermos de colores audaces,
pistilos del alma arremeten
contra el vendaval de clorofila enamorada,
cabalga un luminoso corcel
chorrea el semen urgente, decapita estrellas.
El rastro de las semillas esparcidas
marca el reguero de la sangre confundida:
elabora corcheas, fabrican pigmentos,
brotan soles, desarrollan encuentros.
Aparecen bestias y gnomos y duendes
y gárgolas y se gestan criaturas adiestradas.
El rostro de la selva es asesinado
Por una cuchillada de luz
segmenta orígenes:
selecciona muslos, aprisiona los senos
y succiona la fresca leche del suplicio.

Juan Pomponio
http://www.juanpomponio.cjb.net


 

 

Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

CRÓNICAS NACIONALES

El "pardo" Meneses ("Meneses Jefe de la Policía, el pueblo lo pide")
Los violentos años 70
Arturo Illia: su último día como presidente
Sectas: Los extraños caminos hacia el infinito
Tierra del Fuego, la tierra que está sola y espera
Diputados peronistas: Entre Vandor y Jorge Antonio

 

Murmullos

Sube la pena, quizás,
¿cuantas veces al día?
sube la pena y no sabe
cuantos murmullos atrae
a la mesa vacía
Cuando solitario espera
que aparezca el aroma
de la uva enardecida
ese hombre quebrado sigue,
sin lamentar su huida
Sube la pena y no llena
su vaso de viejas heridas
sube la pena, quizás
cubriendo la mesa vacía
¿cuantos murmullos atrae
ese hombre, que no lamenta,
en la vieja cantina?

Un grito

no sé si recuerdo,
si me engaño
o si tan solo pienso
pero mi barrio era una calle
con chicos jugando,
donde todo sucedía
entre inciertos números,
cordones, y árboles
que simplemente marcaban
el camino perdido
Contar era un juego
creo recordar taparme los ojos
así, con el brazo
apoyado al tapial
en oscuros segundos
que terminaban en bromas,
encuentros y pidos
Por ahí fue cierto
y el recuerdo no engaña
tanto como cuando pienso
o como cuando cuento
que mi barrio era un solo grito
de corridas y juegos

Tito demoron

 

 

 

 

 

 
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