Fragmentos de huidas de pensamientos
Tito demoron

(o las palabras que se escaparon)

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o-o-o Resigno o-o-o

Miro nuestras fotos y nos veo cruzar; atrás, más atrás...una casa que no espera, nuestros hijos que no llegan, un recuerdo y todo es soplar. No quiero ese sueño donde no puedo estar, la carta donde no me escribís, el gris sin tu esfera olvidada. A veces voy a entrar, para sentirme con el derecho de descansar un rato, apenas un rato, sin dejar la tentación de olvidar todos los choques, todas las tentaciones. No llego a dormir pensando en ese sueño en el que no voy a estar, sin agotar toda la voluntad. Sin fiebre ni escalones. Sin escalar. Profundo bajo el papel. Sospechado en la furia. Reconocido en la letra. No quiero soñar sin estar ahí. Echando a perder cada esfuerzo. Condicionando tu respiración. Sacrificando cada suspiro. No puedo, no quiero soñar. Resigno mi condición. Te doy, egoista pero razonablemente y resigno cada caricia.

o-o-o Pequeños o-o-o

No lo sé, realmente me cuesta pensar que no voy a poder llegar a agotar el pasado. Que en algún momento se va a acabar la hermosa rutina de confundirlo. Que no voy a tener tiempo de verificar cada pausa, cada destino probado, cada surgimiento limitado, cada generación entrelazada. Me jode percibir que no voy a cometer otra vez la sencilla estupidez de volver, por simpatía, por suficiente e íntima relación con los hechos o por el motivo que sea que la rota noche decida. Pero voy a intentar, así nomás, como quien no quiere la cosa, con relativa gracia, voy declararle su rigurosa indignación y rescatarla del olvido, de la opresión de los adelantados que no la dejaron mostrarse. Voy a relatarla, expresarla arbitrariamente. Sin dar pruebas, sin escapar del crecimiento. Con una voz casi rozando lo infantil voy a pedir que se desprenda de lo que perdura, que sobreviva a toda posibilidad de sufrimiento, a todo obstáculo.
A toda esta mierda.
Son tan pequeños los días que nos regalan...

o-o-o Mirada o-o-o

La interminable oscilación del brevísimo
El último consejo que le escuché fue que era mejor que me fuera.
Acertado, como siempre para leer el estado del alma, o notar cuando alguien podría volverse loco o miserable, en el sentido moral de la cuestión.
Acertado, como siempre, al extirpar sensaciones sin más ceremonia que la que dá una mirada sin oscilaciones, con la sola vibración que otorga la experiencia.
Acertado, al violar el silencio con la firmeza de quien domina la razón en pocas palabras. El sufrimiento es eso, una corta despedida.
La despedida, esa sabia prueba inicial que a menudo nos lleva a otro lugar. A otras situaciones. Otras personas. Otros placeres, que el tiempo ya se encargará de empujar nuevamente hacia otros lugares, otras situaciones y otros personajes.
Sobrevivir. Tratar al menos, de afrontar el choque con entereza en ese momento.
Aguantar la mirada sin caer en el vano desierto de la hostilidad.
Era mejor que me fuera, y que dejara el intenso dolor allí, dónde ser vencido no era más que un comienzo. Al fin y al cabo, la brevísima y ordinaria desesperación de la pérdida las volvería a sentir por muchas veces más. Se crece aprendiendo eso.
Una serie de espacios en el medio. Pocos rostros. Algunos imaginarios. Algunos guiando. Otros dejando su grandeza de lado. Los más, recluídos en sus templetes.
El instinto... la propia defensa... el poder de dañar... la dureza.
Algunas miradas son de una eternidad intolerable.

o-o-o Saludos o-o-o

al año que siempre se nos va
Seguramente tenían la certeza al dejarse llevar por sensaciones de mejores tiempos, mayores fortunas en las ocurrencias lejanas y hasta excelentes momentos en lo inmediato. Pero no sé por qué motivo, cuando llegaba esta ocurrente época del año, dos o tres días antes, siempre les escuchaba frases del tipo "ojalá que se vaya pronto" "para lo que nos dió..." "que año de...(completar con epítetos procaces impropios de gente adulta". Y los años pasaban y la pregunta que la lógica casi juvenil estipulaba era la misma. Si cada año que pasó fué una porquería ¿cuándo vivieron los buenos tiempos de los que hablan cada tanto?. Los mayores son seres que han decidido encontrar en cada paso un recuerdo alterable a los nuevos ojos. Tipos que pronuncian palabras inútiles y a veces, por oficio nomás, hasta vulgares y difíciles. Cualquier cosa pueden llegar a decir con tal de salir aunque sea un poco de sus obligaciones. La búsqueda es para atrás. No hay búsqueda para adelante. Los años nos reconocen gradualmente los sutiles escondites que pudimos preservar para poder cargar las pilas y darle pa delante. Uno no tiene otra alternativa mas que reconocer ese mundo del recuerdo y utilizarlo para no marchitarse en forma poco elegante. El perezozo, el que no vuelca su mirada por fiaca, ese que pretensiosamente augura olvidando, con dejadez humillante, solo puede fomentar su locura y resentimiento, arruinando por completo lo mejor que nos dá cada año a esta altura de los fatigosos días vividos: un año nuevo.
Que tengan un buen comienzo.

o-o-o Incendio o-o-o

"Comienza en una noche de julio, en Buenos Aires. La noche en que un estruendo inolvidable sacudió hasta los cimientos de la vieja estación de Haedo. Era la astronave del Capitan Beto, que iniciaba su periplo sin retorno" (Vuelos de Argento, Rolando Ariel Rojo)
Aunque suene tanguero, al fin y al cabo de allí venimos con parte de nuestras formas a cuestas, ya no va a partir como todas las noches supo hacerlo de sus andenes, la nave del viejo capitán.
No hay anillo que auyente los peligros terráqueos.
La desidia, esa desganada vieja arpía, ganó otra batalla y nos dejó sin la vieja estación de Haedo. El paisaje suburbano no solo perdió una amiga, también perdió los sueños que muchas veces allí se cobijaron.

o-o-o 7kaemes o-o-o

Siete kilómetros y desaparecer de tu inquebrantable ruido,
de tu costumbre de agotar resistencias y trocar lágrimas por cemento. Siete kilómetros para escapar. Solamente siete kilómetros, sin trenes ni bocinas. Sin tropezar con la miseria, apurada por llegar. Siete kilómetros para deshabitar el hombre ciudad, adquirir suburbio y relajar la mirada al caminar.

o-o-o  Maternas o-o-o

fragmento inherente a la fecha dominical sobre carta al Sr. Riqui de Ituzaingo
"...le decía en el meyenjer que... a ver que opina usted:
mi biseabuela materna tuvo hijos de tres (o cuatro) hombres distintos, ella se daba en llamar Petrona y de apellido Costa, y tuvo hijos varios que llevaron como apellidos Costa algunos, Oviedo otros y Bogados los que me corresponden de herencia. Ella era Petrona Costa, según mi vieja. Ahora bien, o la vieja le dió el propio apellido Costa a sus primeros hijos, tal vez por ser madre soltera o alguna situación de época similar, o adquirió el apellido Costa de manos de algún señor. Creo haber escuchado que en algún momento existía ese tipo de prurito de parte de señores y señoras un tanto conservadores y católicos, tipo "pero ché... como no va a tener apellido esa criatura... YO SE LO DOY" y el tipo no tenía nada que ver con el estofado pero se sentía como un hidalgo caballero repartiendo bienes... el apellido era un bien preciado. La cosa que no he podido determinar si Petrona (supuestamente proveniente de alguna de las tribus que se reunían tras la zanja Alsina) tuvo apellido propio, es decir si era hija de algún señor llamado Costa y ¿.......? o si tenía nombre tehuelche o pampa que alguna pseudo evangelización cambió. Pero sí he podido determinar que el que llamaran "ferrocarril del sur" tuvo una tremenda importancia en mi proyección a ser humano. Yo no hubiera sido humano de no mediar la construcción de dicho ferrocarril, ya que esta señora Petrona al juntarse con un tal Felix Bogado, ha tomado el camino que otros herederos de la tierra tomaron con la construcción de los ferrocarriles, esto es el viejo estigma de ver "dónde terminan las vías". Es jodido pero es mas o menos así la cosa, cuando uno veía las vías lo único que quería saber era donde terminaban, de ahí a todas las imaginaciones posibles había un paso. La cosa es que en este caso terminaron en la zona de la vieja estación sur de Toay, hoy abandonada.Toay ("un claro en el monte") fundada por un escocés Juan Guillermo Brown, esto fué en 1894, según consta. Mi abuela materna, hija de Petrona nació en 1902 en Darregueira, y entre esa fecha y 1920, vaya uno a saber, terminó amaneciendo en esos diez kilómetros cuadrados (Sta.Rosa-Toay-Cachirulo) que son una gran duda en mi herencia, los efluvios de los caldenes, la extensión de esos médanos sin mar, las vías vacías, las mujeres que no tuvieron apellido. ¿como sería la cosa si no hubiera existido el actual sistema de herencia de los apellidos paternos? ¿qué pasaría si se decretara que los hijos deben llevar el apellido que elijan las mujeres? ¿que sería si esto de los apellidos maternos tuviera caracter retroactivo? ¿cuál sería el mío?"

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