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Lugares Comunes
Cada una de las
noticias acerca del nuevo evangelio hippie recorrió velozmente las distintas capitales
del mundo. Para octubre de 1967 en la misma San Francisco, se daba por concluido el
"verano del amor". Con una ceremonia callejera cuidadosamente montada que se
denominó "The Death of Hippie", en la que los Diggers (integrantes de una
sociedad de hippies militantes que ayudaban a los novatos a integrarse al ambiente urbano)
y centenares de veteranos lunáticos de la zona, enterraron en un ataúd- que
recorrió toda la ciudad las reliquias del movimiento.Para esa época, el nuevo evangelio,
aunque algo atrasado, alcanzó las costas del Río de la Plata.
En la Argentina, el movimiento hippie se organizaría alrededor de dos vertientes: la
aportada por el surgimiento de los primeros grupos de rock nacional que ya cantaban en
castellano, y la que se derivaba de las revolucionarias búsquedas plásticas emprendidas
desde el comienzo de la década en centros artísticos tan altamente creativos como
revulsivos como el Instituto Di Tella.
Trío Manal
Su blues Rioplatense se hizo escuchar
desde el escenario del Instituto Di Tella
Uniendo
las dos vertientes que conformarían los cimientos del hipismo en la Argentina (arte pop y
rock), en octubre de 1967, la revista Panorama se detenía en una inusual experiencia
artística. Al cumplirse ese mes los cinco años del primer simple de los Beatles,
"Love me Do" anunciaba que :"En Buenos Aires, Roberto Jacoby, Daniel
Armesto y Miguel Angel Telechea (ninguno sobrepasaba los 23 años) consiguieron
días atrás entusiasmar a Roberto Villanueva, el dinámico director del Centro de
Experimentación Audiovisual del Instituto Di Tella, para celebrar el quinto aniversario
de aquel. Se había asegurado los incondicionales servicios de varios conjuntos locales de
música beat y de música psicodélica (con proyecciones de luces, colores y olores). En
sus correrías por los más vanguardistas centros del Greenwich Village de Nueva
York y San Francisco, Jacoby recogió suficiente material para proseguir sus experiencias
en buenos Aires. "Queremos que por unos días nuestra ciudad también tenga sus
hippies (hasta ahora desvaídos intentos en los reductos del bar Moderno y el café La
Paz, de Corrientes y Montevideo)", argumentó. Enigmático, sin embargo, Jacoby no
dió más detalles: "Que vengan al Di Tella y se enterarán"
"Seguramente con estos datos, las 240
butacas de Florida y Paraguay resultarán como otras veces insuficientes para albergar a
los teen agers mas lindos de Buenos Aires. Los ocho parlantes y las exclusivas grabaciones
que prometen atraerán sin duda a todo aquél que haya leído los misteriosos carteles que
anuncian el evento: Be-in en el Di Tella, octubre 5, 20 horas."
Los
hippies locales, lejos de vivir entre la mugre, evitaban a los "pinchetos". A su
vez el cuidado de la salud y la higiene personal se mantuvieron intactos entre los
integrantes de las comunas como La Cofradía.
Otra diferencia fundamental entre
las dos experiencias hippies, la argentina y la norteamericana, estuvo dada por la
tolerancia policial ante el fenómeno social. En los EE.UU., les gustaran o no los
hippies, los "pigs" debían extremar las precauciones jurídicas antes de hacer
un arresto. En la Argentina, la simple portación de melena bastaba para que un hippie
criollo terminara en el calabozo de una comisaría.
En los EE.UU. por último, se
convirtió en un serio problema la desaparición de centenares, hasta de miles de
adolescentes que abandonaban la seguridad de sus hogares para convertirse en hippies.
Todos los precintos policiales del país exhibían por entonces las fotos de jóvenes a
los que sus familias habían perdido la huella. La legislación federal del país, hacía
imposible recuperar policialmente a un joven que había cruzado la línea del estado. en
la Argentina, una simple denuncia de los padres era suficiente para que se requisaran a
las escasa comunidades hippies que sobrevivían a comienzos de los años setentas.
Pablo y Pedro; Pedro y Pablo
"Este es
vuestro hogar: una pálida ciudad americana, una ciudad que se somete a las modas, que les
ha transmitido sus costumbres y sus histerias, que los ha saturado con sus músicas, sus
necesidades, sus tristezas, sus asesinatos. Quiero que sepan que en sus venas hay otros
soles y otras fiebres, que sus carnes no están amasadas solamente con olor a nafta y
horizontes de cemento. Quiero que lo sepan porque tal vez algún día, cuando les toque
hacerse la gran pregunta -¿quién soy?- esto pueda formar parte de sus preguntas.
Recupero imágenes de un tiempo que ya es lejano para mí pero, seguramente las presencias
que lo habitan estén tan claras en la memoria de vuestras sangres como en la
mía."
Antonio Dal Masetto.
"Yo
era el menor de Los Grillos. Los otros chicos, cuando terminaron el secundario, querían
volar. Y se fueron a La Plata, que había toda una movida. A los dos años me vinieron a
buscar. Me contaron todo la historia del hipismo, de la comunidad, de la cofradía. Y
bueno... ¡Yo quería tocar rock and roll! Me fui. Cuando llegué no entendía nada.
Enseguida, el hippismo me pareció un movimiento fenómeno. Me pasaba todo el día tomando
mate en la terraza de la casa, sin comer. Yo no tenía un mango, ni siquiera iba a la
universidad: mi viejo no me podía mandar plata."
Kubero Díaz
Esta serie
informativa extraída de diferentes lugares (físicos y espirituales) solamente
pretendieron dar una idea aproximada de como era todo esto de los "hippies y otras
yerbas". En modo alguno puede darse por concluida la historia; los relatos
seguramente seguirán apareciendo. Relatos de los hijos de quienes en esta serie han sido
mencionados, recopilaciones de revistas especializadas en historia, notas en la prensa
escrita, etc. etc. etc.
No obstante sigo siendo de los que
creen que los hechos han finalizado... que duda cabe... pero el espíritu de la época
aunque transmute habrá de seguir invocándose.
tito demoron
PD: Tres son
las personas que admiro en su aproximación a lo relatado en estas páginas, provenientes
de tres lugares diferentes, pero todos ellos rockeros; entonces permítanme asociar esta
serie con el "negro" Alejandro Medina, Miguel Cantilo y el último Hippie Kubero
Díaz.
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Sobre hippies
(y otras yerbas)
El dibujo de Kubero Díaz para el
interior del álbum
Conesa de Pedro y Pablo
En
realidad, todas las actividades del surgimiento de la contracultura en la Argentina -con
sus manifestaciones plásticas y los primeros balbuceos del rock nacional, las dos bases
sobre las que se afianzó el fenómeno hippie en el país-, parecían concentrarse en un
comienzo en el triángulo formado entre la legendaria Cueva (ubicada en Pueyrredón al
1700), la confitería La Perla del Once (sobre la avenida Rivadavia, y frente a la Plaza
Miserere) y la sala de espectáculos del Instituto Di Tella, en Florida al 900.
Entre esos tres puntos, a
mediados de los años sesenta se fueron dando en Buenos Aires las condiciones
intelectuales y artísticas que favorecerían la aparición de los primeros Hippies. La
famosa Cueva (antiguamente denominada Pasarotus y que comenzó como un reducto del jazz)
para 1966 había sido "copada" por los primeros músicos de rock nacional.
El otro reducto, La Perla
del Once, servía de punto de reunión a futuros creadores como Javier Martínez (líder
del trío blusero Manal) y al legendario Tanguito (que ideó en el baño de esta
confitería los primitivos esbozos de "La Balsa", primer himno del rock cantado
en castellano). Todos ellos, "naufragaban" por las noches de Buenos Aires,
manteniéndose despiertos gracias la consumo de pastillas (anfetaminas) y evitando las
razzias policiales que el régimen de Onganía les dedicaba constantemente a los
"melenudos" que se atrevían a mostrarse demasiado por las calles de la ciudad.
El Di Tella era otra cosa.
Allí, desde 1958 se habían ido sucediendo las más modernas polémicas formas de arte
contemporáneo, los remedos locales del arte pop, los primeros happenings, las muestras
escandalosas (como la recordada "Menesunda" de Marta Minujin), además de los
espectáculos musicales de lo que se daba en llamar la "Nueva Canción",
representada por artistas como Marikena Monti o Irene Morak. También, la irrupción de
una modelo flacucha de nariz marcada daría mucho que hablar: Nacha Guevara. El arte del
Di Tella, cosmopolita, conectado al segundo con todo lo moderno y alocado que ocurría en
el mundo, fue un nexo entre la corriente psicodélica triunfante en California y el estilo
de vida hippie que le daba sostén.
De esta manera, las
experiencias impulsadas por Jorge Romero Brest y Roberto Villanueva, abrirían el paso a
la aparición de una estética hippie, incluso antes de que una auténtica comuna se
formara en el país. Músicos de rock muy importantes, como Claudio Gabis y Alejandro
Medina (futuros integrantes de Manal), con su constante merodear por los salones del
Instituto, eran la unión con el naciente ambiente rockero.
Reducto de la Flor
Solar
Antonio Del Masetto-Alejandro
Vignatti-Miguel Grinberg
"Desde
1961 editaba Eco Contemporáneo, la primera revista underground de América Latina con el
novelista Antonio Dal Masetto y el poeta Alejandro Vignatti. Teníamos como base de
operaciones un galpón de mi padre en el barrio de Almagro, bautizado "El Reducto de
la Flor Solar" porque tiempo atrás yo había encontrado en las Cataratas del Iguazú
un canto rodado cuyo frente se asemejaba a un girasol y lo teníamos allí montado como
símbolo generacional. Hacia 1966 reapareció desde La Plata Isabel Vivanco, una chica con
la que me había cruzado un par de años atrás, y me contó que vivía en una comunidad
platense llamada La Cofradía, lectores de nuestra revista. Eran días de plena
Beatlemanía y Bob Dylan soplaba vastamente en el viento. Me contó que La Cofradía
incluía un grupo de rock para el que el baterista Néstor Condi había compuestos algunos
temas basados en mi teoría de la Mufa
Rebelde y en un cuento
el escritor polaco Witold Gombrowicz, residente entre nosotros desde 1939 y muy amigo de
un grupo de jóvenes escritores repartidos por Tandil, La Plata y Salto Argentino. Isabel
trajo un día a Candi al `Reducto´ y nos hicimos muy amigos: lo recuerdo como un tipo
inspirado y luminoso. Salió después una invitación para conocer a los cofrades, que
desconfiaban de mí pues no confiaban en los intelectuales porteños. Todo desembocó en
una visita mía a la casa comunitaria de La Plata, un domingo temprano, y de allí un
picnic de todos en la isla Paulino, en el litoral platense, un lugar en decadencia per
abundante en sabrosísimo vino casero hecho con `uva chinche´. Pasé el examen: los
cofrades me aceptaron. Y se pusieron a arreglar cuatro temas para hacer un demo. Sin
premeditarlo, pasé a ser le Brian Epstein´(nombre del manager de los Beatles) de la
flamante Cofradía de la Flor Solar. como era crítico musical de la revista Panorama (de
la editorial Abril), recurrí a dos técnicos de sonido que tenían un estudio de
grabación privado en Chacarita y reservé un turno. Cierta mañana esperé a los cofrades
en Constitución y enfilamos luego hacia el estudio, con los poquitos instrumentos que
poseían. Nos tomó toda la jornada, incluido un incidente policial al anochecer: eran los
tiempos de Onganía; Manija y Hugo `Pasqua´ García salieron a comprar cigarrillos sin
documentos los paró un patrullero por su aspecto `hippie´ y se los llevaron. Sin saberlo
exactamente, terminamos la ecualización de lo grabado y llevé a los restantes a la casa
de mis viejos. Después, con sus documentos a mano, localicé a los chicos en la seccional
correspondiente y con la ayuda de mi credencial de periodista de una empresa importante,
salieron enseguida. Y regresaron tarde a La Plata." Miguel Grinberg
DIRAN DE MI
Daniel Vignatti
1934-1982
Dirán de mí
vivió y murió
como esas penas
que el viento no arraiga en ningún
lado
Es cierto,
mi vida fue
como esos caballos desorbitados
que la noche arranca de la luna
Y la noticia de mi muerte
no es exclusiva de unos
ni privativa de otros
A todos les pertenece por igual,
a todos por igual
les toca su parte
Quedan como testigos
esos cuatro cabellos
que pertenecen a mi infancia,
los sueños que no elegí,
la mayor de mis penas
que no comprendí del todo.
Los
dispersos integrantes de La Cofradía, marcharon a Ibiza en busca de un clima (no sólo
meteorológica- mente hablando) más cálido. Allí, se dio el final definitivo de la
convivencia en común del grupo, que por falta de espacio debió vivir en casas separadas
(aunque vecinas) lo que llevó a que las parejas se fueran independizando. Algunos
partieron hacia Mallorca, mientras que Kubero Díaz se quedó en Ibiza y Miguel Cantilo
formó su nueva banda, Punch, con la que volvería a Buenos Aires como heraldo de una new
wave no demasiado comprendida en su momento. La Cofradía había terminado su ciclo. sus
integrantes, todavía amigos y juntándose a la primera oportunidad posible, fueron
aprendiendo a vivir separadamente otra vez. El individualismo feroz, el egoísmo helado de
los años ochenta y noventa, la nueva sórdida alternativa de desempleo o esclavitud, la
clausura definitiva del espíritu de libre creación artística, instalados al filo del
fin del siglo, llevaron al mundo a un destino muy distinto del que avizoraban ingenuamente
hace treinta años los algo inocentes profetas de la Era de Acuario. Por desgracia.
Ernesto Castrillón
continúa
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