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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

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VIETNAM
LOS SACRIFICIOS DE LA LIBERACION

Revista Primera Plana
1972

 

 

Durante tres semanas, Josie Fanón, la mujer del autor de "Los Condenados de la Tierra", fue espectadora de la lucha que libra el pueblo de Vietnam del Norte por su liberación. En un informe exclusivo para Primera Plana, relata con prosa clara y vibrante la vida de los vietnamitas: los obstáculos con que tropezó la revolución para liquidar las estructuras feudales; la reforma agraria, que salta los obstáculos del cooperativismo para llegar a la socialización de la tierra. Por fin, da testimonio de los bombardeos indiscriminados a que es sometida la población civil, que con elevado espíritu de lucha afronta los ataques lanzados por los Estados Unidas y sus títeres en Vietnam del Sur. Este es su texto.

 

 

Marzo, en Vietnam, es el fin de la estación seca. Comienza la primavera y el tiempo se hace dulce. Los grandes calores del período de las lluvias no han empezado todavía. A veces, las noches son frescas y se soportan fácilmente los vestidos de lana. Durante el día, el cielo es uniformemente gris. Si el crachin (una lluvia fina, casi impalpable que, en esta época del año, cae durante varios días consecutivos) no se hace presente, el paisaje vietnamita se aclara con una luminosidad particular, surgida de una especie de claridad interior que anula los relieves pero acentúa cada detalle.
Hanoi no es una gran ciudad. Los colonialistas franceses nunca se sintieron inclinados a invertir en construcciones inmobiliarias. De su paso por Vietnam, sin embargo, se conservan algunos edificios: el ex Banco de Indochina, hoy Palacio gubernamental, unos pocos hoteles (Reunificatíon, ex Metropole) donde se alojan los visitantes extranjeros. Pero Hanoi es, sobre todo, la capital de un país en guerra desde hace 30 años. Apenas proclamada la república, en setiembre de 1945, fue necesario reemprender las hostilidades contra los colonialistas franceses, durante nueve años. En 1954, después de los Acuerdos de Ginebra, la República Democrática de Vietnam fue amputada de la parte sur de su territorio. Dieciocho años más tarde, es la misma guerra que continúa contra un enemigo más potente, más encarnizado; el imperialismo americano.
Hanoi es la imagen del pajs del que es capital. No es una vitrina para turistas en busca de lo exótico, o una exposición mentirosa de realizaciones que no sobrepasan el cuadro de la metrópoli. Hanoi es casi el campo, con el encanto de sus inmensos parques floridos, de sus árboles, de sus lagos, los tesoros de sus templos y sus pagodas. Es una ciudad apacible donde el espíritu reposa, donde el tiempo retoma una dimensión humana. Pocos automóviles, pero millares de bicicletas que, en las horas de mayor afluencia, lanzan sobre las calles una verdadera marea.
Los vietnamitas se sienten más cómodos sobre sus bicicletas que nosotros sobfe nuestros autobuses. A veces el hombre conduce, y su joven mujer, sentada en el portaequipaje, lleva un bebé en los brazos. Muchas bicicletas están provistas de cajas cerradas, donde los niños pueden viajar seguros. Sentada tras el conductor, a menudo una mujer lee, y hasta teje. Cada una tiene su chapa identificatoria y lugares reservados para estacionar. Un consejo a los peatones: si ustedes circulan a pie en las calles de Hanoi, no intenten evitar a las bicicletas porque se arriesgan a sufrir un accidente. Ignórenlas, déjense rodear por ellas y no sucederá nada.
Vietnam del Norte fabrica bicicletas, y también las importa desde China y Checoslovaquia; estas últimas son famosas por su calidad, pero siguen siendo un artículo relativamente caro: 600 dong (un dólar equivale a un dong), es decir, 10 veces el total del salario mensual más bajo.
En el mercado Dong Son (que pertenece al Estado) las legumbres son hermosas, abundantes y baratas. Un kilo de coliflores vale 0,06 dong. La carne vale, término medio, tres dong el kilo. El arroz, alimento básico, 40 centavos de dong el kilo. Desde 1957 existe racionamiento para ciertos productos imprescindibles: arroz, carne, materias grasas, azúcar. Más que un racionamiento se trata de una repartición justiciera de productos alimentarios. Así, el obrero (hombre o mujer) recibe de 24 a 27 kilos de arroz por mes. Los estudiantes, 21; los cuadros, 16. Los niños de menos de nueve años reciben 10 kilos; y los mayores, 13. Las mujeres encintas tienen derecho a dos kilos suplementarios de arroz.
Las cantidades son suficientes. Para otros productos (la carne, por ejemplo) se puede completar la ración comprando en el "mercado libre", donde los precios son un poco más elevados, pero accesibles, porque el poder de compra es suficiente. Allí pueden comprarse pollos, mariscos, pescados y legumbres.
Todo el mundo satisface su hambre en Vietnam del Norte, y la situación es mejor en el campo, donde los campesinos de las cooperativas cultivan, junto a las tierras de la colectividad, sus propios jardines-chacras y crían pollos y cerdos para su consumo. Todos están decentemente vestidos, por cierto que sin lujo, pero sin diferencias ofensivas. Los dirigentes del gobierno, no se distinguen en ese sentido del resto de la gente.
Dos elementos permiten valorar el nivel de vida y la repartición de la renta nacional: 1) la relación entre los salarios y los precios, es decir el poder de compra; 2) la escala de los salarios.
Yo he podido constatar que los bienes de consumo tienen precios moderados (alimentación, objetos de uso, vestimentas). Los precios de las entradas al teatro, al cine, al circo, son tan bajos que cada noche los espectáculos se realizan con salas repletas. Libros y discos son igualmente baratos. El salario más bajo es de 60 dong; el más elevado, el del Presidente, es de 240. Un obrero calificado puede ganar tanto como un ministro. En las minas de carbón de Hong Gai, he hablado con el conductor de una excavadora que gana 200 dong. El salario del subdirector de la mina era de 130.
"Nosotros somos pobres", dicen los vietnamitas; pero la probreza es un concepto relativo. Uno puede ser pobre en relación a otra cosa. En Vietnam no hay ni pobres ni ricos. No solamente las necesidades básicas son satisfechas, sino también las espirituales. Jamás la enseñanza, la cultura, el arte, han conocido un auge tan extraordinario.
En esos dos sentidos, el más pobre de los vietnamitas del norte es más rico que cualquier obrero de un país de la Europa industrializada. Resulta impensable la comparación entre un vietnamita y un desocupado o un campesino sin tierra de ciertos países recientemente independizados.
Aquí no hay desocupados, ni mendigos, ni analfabetos. Las generaciones que han conocido el colonialismo encuentran que su situación actual no admite comparación con la de los años que precedieron al triunfo revolucionario. En ese entonces no había un solo año sin hambre. Todo el mundo recuerda a 1945, el año terrible cuando el hambre mató a dos millones de personas.
Nadie lo olvida, y se enseña a los jóvenes los sufrimientos de sus mayores, de sus ancestros: la gran miseria de la época feudal, pero también los episodios gloriosos, como las tres veces que el Vietnam expulsó a sus invasores extranjeros. El tiempo de la resistencia contra los franceses está todavía muy próximo y el espíritu de los niños vietnamitas es pródigo de historias verdaderas, más bellas que todas las leyendas. Durante los cuatro años de la guerra de destrucción americana, en el combate, en la vida cotidiana, este pueblo se ha elevado a la cúspide del heroísmo y ahora, mientras prosigue su lucha a muerte contra los agresores, cada día aporta su cuota de hazañas inéditas cumplidas por los combatientes del sur.
En el norte, se preparan a combatir. Los niños de cinco años en las guarderías de las cooperativas agrarias de Hoa Xa (provincia de Ha Dong) se entrenan con seriedad y ardor tirando contra maquetas de aviones americanos, con sus fusiles de madera. Reencontré a algunos combatientes que venían del sur. Sus relatos me hicieron acordar a los de los combatientes de nuestro ALN argelino.
Nguyen Hun Hien tiene 25 años, es originario de Cam Lao, provincia de Quang tri. Herido el año pasado en el curso de los combates de la ruta 9, todavía se repone en un hospital de Hanoi. Su padre fue muerto durante la resistencia contra los franceses. Tiene todavía a su madre y a una hermana pequeña. Él me cuenta: "Participé de acciones revolucionarias desde los 16 años. En 1944, fui autorizado a seguir cursos militares, y en 1966 a participar en los combates. En esta época, las fuerzas armadas populares de liberación de la provincia de Quang tri, tenían por misión proteger la población y los arrozales. El enemigo había dejado en el norte de la provincia una fuerza importante. En 1988, en el momento de las ofensivas generales, nosotros teníamos, en nuestro sector, la tarea de seguir los movimientos del enemigo y quebrarlos donde fuera posible. Yo mismo, y cinco de mis compañeros, fuimos encargados de preparar una operación. Después de haber cumplido nuestro trabajo, concluimos que el enemigo podría tratar de pasar por nuestro sector y dirigirse incluso hacia la zona liberada. Efectivamente, el 24 de setiembre del '68, una compañía de GI's atacó el sector. Eran 120, equipados con metralletas. Durante el día, ocupamos una colina a la que el enemigo venía con frecuencia. Había dejado allí parapetos y posiciones para el combate, que utilizamos de inmediato. Nosotros teníamos armas convencionales y minas portátiles fabricadas por nosotros mismos. Una de las secciones adversarias comenzó a subir la cuesta de la colina; las otras dos se apostaron a unos 50 metros. En un momento, utilizando ráfagas de ametralladora y nuestras minas, matamos a 12 soldados. Durante ese tiempo las otras dos secciones intentaron rodearnos. Como teníamos bien dispuestas nuestras ametralladoras, los atacamos Murieron unos 26 ó 27, sin contar los heridos. Yo mismo maté a seis, y herí por lo menos a otros 16".
"Me acuerdo también de otro episodio. En abril de 1971, el enemigo envió al sector de Gio Linh ocho grupos de «pacificación». Cada uno estaba compuesto por 30 soldados escogidos. Se proponían desplazar a la población hacia el sur, a fin de crear una «zona blanca». Los ochó grupos estaban apoyados por una compañía de «boinas verdes» de la CÍA, otro de las tropas regulares y varios batallones de la primera división fantoche. En ese momento, los combatientes que se ocupan de la propaganda política habían perdido el contacto con la población. Decidimos reagruparnos para restablecer el vínculo. Si caíamos sobre el enemigo, habría combate, la gente intervendría activamente. Yo soy de esa región, conozco a cada familia. Logramos penetrar en un sector y restablecimos contacto con las «bases de la Revolución» (es decir, familias que habían trabajado ya antes para la causa). En menos de una hora nos informamos completamente sobre los intrusos, sus efectivos, sus intenciones, su ubicación. Los campesinos vivían en el campo porque los soldados ocupaban sus casas. Decidimos atacar. Los soldados se creían muy bien protegidos, y pensaron que eran sus compañeros quienes los atacaban por error. Pedían a gritos que paráramos el ataque. Nosotros, por cierto, no les hicimos caso. Entonces comenzaron a pedir refuerzos por radio, pero nadie les respondía. Decidimos redoblar el ataque. Eran las dos de la mañana: los grupos de pacificación huyeron y trataron de mezclarse con la población a fin de evitarnos. Entonces nosotros pedimos gente que hiciera sonar sus gongs, sus tambores. Todo lo que sirviera para meter ruido. Esto produjo una desbandada en el enemigo. Tuvieron 84 muertos, entre ellos el adjunto del Comandante de pacificación. El jefe mismo fue herido en una pierna. Entre los nuestros, ni muertos ni heridos. Nuestros principios militares, los que nos permitieron vencer, fueron: primero, oponer el gran número a un pequeño número, y después golpear al enemigo en el lugar más sensible.
"Yo he participado en numerosas batallas, 26, y sólo en la última fui herido en una pierna. Nada grave, pero se me infectó."
Esta es la gente del sur, pero también la del norte. Yo suponía, antes de llegar a Vietnam del Norte, que encontraría un pueblo determinado y seguro de sí mismo, pensaba encontrar rostros serenos. Pero, ¿cómo imaginar la realidad, es decir las risas, las sonrisas? Todos los extranjeros, especialmente los que han venido durante la guerra, se sorprenden por ese rasgo del carácter vietnamita: la alegría. Ellos mismos reconocen que son un pueblo alegre, y agregan, con malicia: "Es cierto, nuestras jóvenes ríen mucho". Más profundamente, explican que el optimismo del pueblo ha sido un medio que le ha permitido sobrevivir, resistir las múltiples invasiones, soportar la gran miseria del feudalismo, los sufrimientos del colonialismo, las calamidades naturales que en esta región del mundo son frecuentes y devastadoras.
Pero tras las sonrisas es fácil imaginar las lágrimas, los sufrimientos, las tragedias personales: casi no hay familia que no haya sido dislocada, cortada en dos por la .división del país. Luego de los acuerdos de Ginebra de 1954, millares de combatientes han dejado a sus hijos, a sus mujeres, a sus familiares en el sur. Hasta hace poco, era imposible tener noticias de ellos.
Es el caso de madame Tri, 40, con una hija de 19 que estudia en Saigón. Como sus padres están en el norte, es constantemente vigilada, y se le prohibe salir del territorio. Con el acrecentamiento de la actividad de los guerrilleros del FLN en el sur, las noticias remontan ahora en sentido inverso la ruta de Ho Chi Minh. El sur ya no está aislado del norte. La guerra ha hecho estallar la línea de demarcación del paralelo 17, que los imperialistas quisieron erigir en frontera.
Asistí a un reencuentro inesperado y emocionante entre un joven combatiente de las FAPL del sur (cuyo relato se ha leído) y un cuadro, veterano de la resistencia contra los franceses. Delante mío, dos generaciones, iguales en el heroísmo; pero también dos hombres de la misma aldea, hablaban de sus amigos, de sus conocidos, de sus familiares.
La fábula de los dos Vietnam, la del norte comunista atacando al sur democrático, no se sostiene en sus propios pies; ¿Puede uno pensar un instante en una Argelia dividida en dos partes al término de la guerra? (Sin embargo, ése fue en un momento el proyecto de los franceses.) ¿Puede uno pensar que la parte liberada hubiera dejado caer a la otra? ¿Que los argelinos del norte hubieran olvidado a la gente del sur?
Para la República Democrática de Vietnam del Norte, en 1954, nunca se trató de abandonar al sur. Al respecto dice Luu Quy Ky, secretario general de la Asociación de Periodistas y Jefe de Redacción del Correo de Vietnam:
"Ocho años antes de la toma del poder, la mitad del país estaba ya liberada. La coyuntura para la revolución era la siguiente: para el sur, terminar la revolución nacional, es decir la lucha por la independencia. Para el norte, continuar su marcha hacia el socialismo. En 1954, ésa era la gran cuestión. Hubo controversias, y quienes sostenían que era necesario esperar que el sur fuera liberado para avanzar en conjunto hacia el socialismo y .evitar que el tiempo de la reunificación se alargara. Pero en ese caso, ¿qué hacer en el Norte? ¿Marchar de nuevo hacia el capitalismo? ¿Cruzarnos de brazos? Nosotros vemos ahora que tomamos una resolución justa, sobre todo después de los cuatro años de guerra de destrucción. Jamás los campesinos aislados hubieran podido defenderse: no tenían nada para hacerlo. Necesitaban una fuerza colectiva. Es por esto que nosotros continuamos ligando las dos tareas de primer orden: vencer totalmente a los yankees y desarrollar el socialismo".
Durante cuatro años el pueblo ha soportado bárbaros bombardeos, destinados a hacerlo retroceder hasta la edad de piedra. En la provincia de Vinh Linh, durante ese lapso, cayeron siete toneladas de bombas por habitante. Pese a todo, la gente ha acrecentado su combatividad y ha conservado su humor, su confianza en el futuro. El genio creador, su inteligencia, su sensibilidad, se han aguzado. Los campesinos del paralelo 17 han inventado un slogan que ha sido repetido por todos: "Cubrir el ruido de las bombas con el de las canciones".
Haciendo alusión al uso constante que se hace en todo el país de los restos de aviones norteamericanos abatidos, los vietnamitas dicen: "Los norteamericanos han querido hacernos retroceder hasta la edad de piedra. Gracias a ellos, hemos llegado a la del aluminio".
Igual que en 1954, los dirigentes han dado la orden de que "la revolución no puede detenerse". Durante la guerra de destrucción, las necesidades del frente y de la defensa nacional fueron cubiertas. En la producción, los rendimientos aumentaron sensiblemente. La descentralización no solamente permitió limitar al máximo las pérdidas humanas y materiales, sino también no interrumpir ningún sector de la producción industrial. Las vías de comunicación, principal objetivo de los aviones americanos, no se cortaron en ningún momento; cada puente destruido fue reemplazado rápidamente por varios pequeños puentes provisorios. Cada ruta cortada daba nacimiento a otras rutas. Ningún aspecto de la vida cultural ha sido olvidado, ni la enseñanza, ni las actividades artísticas, que han experimentado un resurgimiento extraordinario.
Cuatro años después de que se suspendieran parcialmente los bombardeos, los rastros de la guerra son todavía visibles; pero en todas partes se ven reparaciones, dándose prioridad a las viviendas campesinas. Vietnam reconstruye con perseverancia su vida cotidiana. Los yankees pueden llegar, pero ninguna marea imperialista podrá arrasar lo que ha sido edificado. Un hombre nuevo e indestructible ha nacido. ¿Milagro? Nada de eso, a juicio de los vietnamitas; o, en todo caso, un milagro científico. Porque "el Partido de los Trabajadores ha resuelto de manera correcta y creadora toda una serie de problemas fundamentales de estrategia y de táctica revolucionaria", como dice Le Duan.
Siguendo una línea ideológica justa, definida hace ya 40 años, el Partido y el pueblo de Vietnam han ido de victoria en victoria. Después de haber realizado una revolución nacional democrática, Vietnam del Norte se ha encaminado hacia la revolución socialista, sin pasar por la etapa del desarrollo capitalista. En el curso de este desarrollo han surgido millares de problemas complejos y de nuevas contradicciones, que fueron resueltas paso a paso por los vietnamitas. En 1972, la tarea es más difícil que nunca: consiste en vencer definitivamente al imperialismo agresor, expulsarlo del suelo patrio y continuar al mismo tiempo construyendo el socialismo. Lo que nosotros hemos visto en Vietnam del Norte, en Hanoi, en Haiphong, en las diversas provincias que visitamos, nos ha permitido comprender mejor por qué y cómo el pueblo vietnamita está en condiciones de lograr esta doble victoria.

LA REFORMA AGRARIA
BASE DEL SOCIALISMO

Un viaje de tres semanas por Vietnam del Norte es demasiado corto. Es imposible en este lapso hacerse una idea, aunque sea sumaria, de todos los aspectos de la realidad vietnamita. Yo hubiera querido verlo todo, escucharlo todo, pero resultó necesario limitar el programa de trabajo. Elegí estudiar, entre otras cosas, la reforma agraria y la cooperativización agrícola. En el momento en que Argelia inicia su revolución agraria, me pareció útil contar la experiencia de otros países. Pero es necesario no olvidar jamás que cada uno se desarrolla en condiciones particulares que determinan los métodos a emplear, que los grandes principios sólo puedan tener la fuerza del ejemplo, y que, como toda revolución, la agraria no puede ser exportada.

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Defoliación norteamericana
Convertir Vietnam en un paisaje lunar

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Hanoi: bombardeo a blancos civiles

 

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Bicicletas


Thai Binh, a 180 kilómetros al sudeste de Hanoi, es la capital de la provincia, Al costado del delta, Thai Binh es una región esencialmente agrícola, con una de las densidades de población más fuertes del país: 1.300.000 habitantes, en una superficie de 1.400 kilómetros cuadrados. Es decir, más de 900 habitantes por kilómetro cuadrado. Aquí no hay ni colinas ni montañas. Los arrozales alargan hasta el infinito sus dibujos geométricos. Durante la guerra de destrucción, la provincia de Thai Binh ha sufrido más de 1.000 bombardeos. La capital misma ha sido bombardeada más de 200 veces.
"Durante la resistencia contra los franceses, nosotros arrasamos Thai Binh, mientras tuvimos que practicar la política de tierra arrasada. Después de la victoria reconstruimos nuestra ciudad, pero los bombardeos americanos la destruyeron de nuevo. Todo lo que usted ve hoy son construcciones provisorias", dice Nguyen Ngoc Triu, Presidente del Comité Administrativo de la provincia.
En 1945, unos 270.000 campesinos de Thai Binh murieron de hambre. En ese entonces, había un noventa por ciento de analfabetos y un solo hospital de 50 camas para toda la provincia. Ahora, todo el mundo come hasta saciar su hambre. 450.000 personas (niños y adultos) van a la escuela. Hay más de 10.000 profesores, 20 hospitales, más de 100 médicos y una Facultad de Medicina. Nguyen Ngoc Triu, que apunta estas cifras, agrega: "Aquí, todo el mundo andaba a pie, y ahora va en bicicleta. Nosotros tenemos un viejo dicho: cuando uno sale a la calle, puede contar a las personas bien vestidas. Ahora, ese dicho ya no tiene validez en la provincia".
Thai Binh es la primera provincia en haber logrado, en 1965 (durante los bombardeos) el rendimiento de cinco toneladas de arroz por hectárea.
En tiempo de la colonización francesa, durante los buenos años, sólo se cosechaba 2,5 toneladas por hectárea. En 1971 se lograron seis toneladas de promedio, pero varias cooperativas obtuvieron 8 y hasta 9 toneladas por hectárea. Así, las previsiones para el porvenir inmediato son de siete u ocho toneladas. La producción, pues, no solamente ha sido asegurada, sino que ha aumentado. Al mismo tiempo, se ha asegurado la defensa de la provincia y se han satisfecho las necesidades del frente. Sin que se transformaran profundamente las relaciones de producción, sin la cooperativización, nada hubiera sido posible. En la provincia de Thai Binh, el cien por ciento de campesinos están organizados en cooperativas.
En la cooperativa de Dong Phong (2.500 habitantes, 215 hectáreas cultivadas) , situada a once kilómetros de la capital provincial, su presidente nos explica que de 1965 a 1971 el rendimiento pasó de cinco a siete toneladas y media de arroz por hectárea, como promedio.
"Nosotros esperamos llegar a las 10 toneladas por hectárea, desarrollar rápidamente la crianza de cerdos y de patos. Esto, porque nosotros no podemos desarrollar otros cultivos que no sean los de arroz. Para este año, nosotros delimitamos las tierras que deben ser dedicadas a otros cultivos secundarios. También planeamos extender la práctica de varios oficios, como la carpintería, la albañilería, el artesanado, a fin de utilizar la mano de obra libre fuera del momento de las cosechas. Usted ha llegado justo antes de que comencemos a recolectar el maíz del quinto mes. Entretanto, habrá visto que estamos dedicados, sobre todo, a actividades culturales. Hay un gran movimiento, en estos días, destinado a la "edificación de una nueva familia para una nueva civilización". Nada menos que la formación de un hombre nuevo: es necesario que las gentes se sientan y transformen en los dueños del país."
Mejorar el rendimiento y al mismo tiempo asegurar las necesidades del trente, y seguir vigilantes ante la amenaza de agresión americana: tales son los temas dominantes en la conversación de los campesinos y los cuadros agrícolas.
"Estamos dispuestos a todos los sacrificios por la independencia y la libertad. Antes de 1945, nosotros perdimos a 270.000 personas en esta provincia, por hambre. En una sola aldea murieron 1.000. Después de la revolución, la gente de esta misma aldea combatió contra los americanos y los franceses. Las bajas sólo ascienden a 17 personas muertas en combate", afirma Triu, y concluye; "Si uno no combate contra el agresor, muere de hambre. Si combate puede salvar la vida y la de los suyos. Es por eso que para nosotros nada es más precioso que la independencia y la libertad. Por eso somos pacientes y perseverantes en la lucha".
Al ver el campo vietnamita limpio, ordenado, y a los campesinos en plena actividad, ¿cómo creer que dos veces en 20 años la guerra lo ha devastado, cómo imaginar la situación de los campesinos antes de la revolución? Se puede decir que la gente, mucho antes de ahora, en todos los tiempos, se ha organizado en cooperativas. Pero la historia de la reforma agraria en Vietnam no es nada simple.
"En 1945, todas las tierras estaban en manos de 15 propietarios. Los campesinos -los que trabajaban, porque había muchos desocupados- eran asalariados. Ese año, 200 de los nuestros murieron de hambre y 3.000 abandonaron la aldea para buscar trabajo en otra parte. Después de 1954, con el restablecimiento de la paz, hicimos la reforma agraria. En primer lugar, las tierras (150 hectáreas de arrozales) y los elementos de labranza (bestias de tiro, bueyes, arados) fueron confiscados de oficio. Las tierras de los campesinos ricos fueron expropiadas a un precio razonable y los campesinos medios no fueron afectados. La distribución de las tierras se hizo de la siguiente manera: grupos de cuadros políticos fueron enviados a las aldeas para movilizar a las masas. Se instituyeron tribunales populares para juzgar a los propietarios criminales que tenían deudas de sangre con el pueblo. Algunos de estos fueron fusilados. Aquí, nosotros juzgamos y condenamos a muerte a algunos, pero éstos se habían ido ya con los franceses, huyendo de la justicia del pueblo.
"A los campesinos ricos, se les dejó una parte igual a la de los otros. Si tenían necesidad, se los indemnizaba en un plazo de cinco años. El caso de los campesinos medios es diferente. Por lo general, ellos poseían tierras pero igualmente trabajaban para los grandes propietarios, a los que debían pagar rentas. En el momento de la repartición, se les dejaron sus tierras. Pero si la superficie era mayor que la decidida en la aldea, se le invitaba a distribuir el resto entre todos. Si era menor, se le agregaba lo que faltaba. En una primera fase, se procedió al intercambio de equipos y mano de obra. Después de 1959, comenzó por pequeñas etapas la cooperativización. Al comienzo, durante dos años, sólo los campesinos pobres y medianos tenían derecho a entrar en las cooperativas. Los ricos fueron admitidos más tarde. En cuanto a los grandes propietarios, si su reeducación tenía éxito, y después de cinco o seis años de puesta a prueba, podían también adherirse a las cooperativas. Cincuenta grupos de campesinos forman una cooperativa. Luego, las seis pequeñas cooperativas existentes en la provincia, se fusionaron en una sola, llamada «cooperativa superior». En el presente, todas las tierras pertenecen a la comunidad", cuenta el líder campesino.
La reforma agraria en Vietnam del Norte se ha desarrollado en condiciones históricas muy precisas: comenzó en 1945, durante la resistencia contra los franceses. Ha revestido desde entonces características particulares que conviene tener en cuenta para comprender sus rápidos éxitos y las dificultades que enfrenta.
"En general, cuando uno habla de reforma agraria se imagina grandes terrenos a repartir, aquí, nosotros no tenemos nobleza terrateniente desde el siglo xv. Jurídicamente, cada campesino tenía derecho a comprar tierras, pero, en la práctica, la tierra faltaba. Hoy tenemos dos millones de hectáreas para veinte millones de habitantes. En la práctica, un muy pequeño número de campesinos poseía la tierra. Tener unas pocas hectáreas era ser casi rico. Los grandes propietarios eran los que poseían algunas decenas de hectáreas", narra Nguyen Khac Vien, director de la revista Estudios Vietnamitas. Luego informa con qué criterios se limitó la propiedad privada de la tierra: "Decimos que terrateniente era el que no trabajaba la tierra con sus propias manos, o que vivía de las rentas o la usura. Por otra parte, la capa dirigente, a escala nacional y a escala de aldea, se confundía con la de los propietarios. La estructura social era muy compleja. Dada la tuerza que tienen los lazos de parentesco, el campesino pobre, pariente de un mandarín, se sentía miembro de una categoría social superior a la que ocupaba realmente. Para la distribución de tierras, fijamos el limite de media hectárea para cada uno. Pero no publicamos un decreto. La revolución se hizo a medida que evolucionaba la mentalidad campesina. En 1946, los campesinos no tenían aún una conciencia política muy precisa. El aparato administrativo seguía en manos de los notables. En una primera etapa, nosotros distribuimos los bienes de los franceses y de los traidores que habían fugado. Entonces fue cuando comenzó la lucha de la resistencia contra los franceses. Su participación en la lucha permitió a los campesinos elevar considerablemente su conciencia política, porque eran educados en el ejército. Etapa por etapa, apoyándose sobre las masas campesinas, el gobierno pudo tomar medidas cada vez más radicales. En 1953, se lanzó la reforma agraria bajo la forma de una movilización general de las masas, combinando estrechamente la lucha política y militar y la lucha económica. Fueron estos mismos campesinos, combatientes de la rama popular, quienes se transformaron más tarde en cuadros de los comités de aldea y de las cooperativas".
En tres años (de 1954 a 1987, época del primer plan trienal), el gobierno de Vietnam del Norte distribuyó las tierras a los campesinos. El Gobierno Popular debió hacer frente a una coalición de fuerzas reaccionarias: grandes propietarios, agentes del colonialismo y viejos religiosos. Es la época en que la minoría católica incitaba a abandonar el norte. Sobre dos millones, unos 800.000 hombres y mujeres emigraron hacia el sur. La lucha fue dura, muchos militantes y dirigentes fueron asesinados. En 1958, en lo fundamental, la tarea estaba cumplida. "Cada uno tenía su pedazo de tierra. ¿Qué hacer, qué vía elegir entonces? La opción estaba entre las vías capitalista o la socialista. Hubo, a ese respecto, muchas discusiones en las aldeas. Objetivamente, la colectivización se facilitaba porque la media hectárea que le tocaba a cada uno era bien poco. ¿Cómo emprender trabajos hidráulicos si se trabaja solo, por ejemplo? La gente, para resolver sus problemas, se sentía obligada a pensar y actuar colectivamente. Las condiciones subjetivas estaban igualmente maduras. Los militantes capaces de llevar a la gente a organizarse existían por todas partes. Millares de campesinos, formados políticamente en la lucha por la liberación, reingresaban a sus aldeas.
"De allí que el pasaje de la reforma agraria a la cooperativización fue fácil; las dificultades vinieron después. Fueron esencialmente dificultades de gestión. Los campesinos estaban habituados a cultivar pequeñas parcelas. En los primeros tiempos, ante la falta de capitales para comprar máquinas e implementos, únicamente una gestión correcta podía llevar a conseguir mejoras. Si la gestión colectiva estaba perfectamente en su punto, el rendimiento aumentaba, incluso sin el aporte de máquinas. La cooperación dio muestras de su superioridad sobre el antiguo modo de explotación: el campesino, habituado a hacer todo solo, aprendió a especializarse. Era necesario también vigilar que la distribución de las remuneraciones a los trabajadores fuera justa, según las dificultades y la calidad del trabajo."
La ayuda del Estado a las cooperativas, dice Khac Vien, no es gratuita. "Tiene en cuenta las relaciones de precios entre los productos agrícolas, vendidos por los campesinos al Estado, y los productos industriales vendidos por el Estado a los campesinos. Además, en caso de alguna calamidad natural, existe un sistema de ayuda entre las cooperativas."
Una vez cumplida la transformación de las relaciones productivas, y preparadas las bases materiales y técnicas para la construcción del socialismo, la República Democrática de Vietnam del Norte lanzó en 1960 su primer Plan Quinquenal, cuyo contenido dominante era desarrollar la agricultura y acelerar la industrialización. Pero a fines de 1964, comenzaron los bombardeos americanos. Un millón de toneladas de bombas cayeron sobre Vietnam en el curso de cuatro años. Sin embargo, la edificación socialista prosiguió. La ayuda al sur, el gran frente, no se debilitó. El norte fue eficazmente defendido.
En el momento en que escribo estas líneas, cuando la agresión norteamericana se ha desencadenado de nuevo, recuerdo vivamente las entrevistas que mantuve el mes pasado en Vietnam. Me parecen todavía más actuales las perspectivas que me trazaban los cuadros medios y dirigentes. Luu Quy Ky, Secretario General de la Asociación de Periodistas, me dijo: "Nuestras tareas más importantes son reforzar nuestro potencial económico como base de nuestro potencial de defensa, para derrotar a los agresores americanos. Segundo, disminuir paso a paso las dificultades causadas en la vida material de nuestro pueblo y al mismo tiempo reforzar su capacidad de combate. Por último, preparar las bases materiales y técnicas a fin de que, al finalizar la guerra, nuestra economía tome un nuevo ritmo.
"La segunda y la tercera tareas son comandadas por la primera. Esto muestra nuestra determinación de vencer completamente a los americanos y de hacer para ello todos los sacrificios necesarios en toda eventualidad. Esto significa también que el desarrollo económico marcha a la par con la defensa militar, y que es necesario desarrollar la economía para el pueblo y por el pueblo. Hay que desarrollar la agricultura, la industria pesada y liviana, pasar de la pequeña a la gran producción, satisfacer las 'necesidades inmediatas y futuras del pueblo. ¿Cómo hacerlo? Hay numerosas contradicciones. Nosotros las resolveremos con procedimientos vietnamitas, según método conforme a la razón y el corazón."
Josie Fanon