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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Los últimos días del Che

Es preciso aclarar que el relato y las fotos han sido extraído sin modificaciones de la Revista Siete Días Ilustrados, semana del 25 de septiembre al 1 de octubre de 1972. Muchos libros se han escrito sobre este tema. La presente crónica, al igual que otras subidas al sitio solamente tienen como finalidad la exposición de cómo llegaba la información, no su veracidad histórica.

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como esta foto fue hallada entre sus cosas se
presume que el señor calvo que se ve de espaldas
en una calle de Buenos Aires es el mismo Guevara

 


El 3 de septiembre de 1966, con falso pasaporte uruguayo, extendido a nombre de Adolfo Mena, el argentino Ernesto Che Guevara penetró clandestinamente en territorio boliviano para vivir su última etapa guerrillera. Nadie hubiera sido capaz de reconocerlo: usaba anteojos de gruesos vidrios, se había afeitado la característica barba, tenia corbata y lucía una calva reluciente, lograda a fuerza de navaja. Parecía un funcionario -eficiente y serio- de algún organismo financiero internacional. Claro que en su abultado cartapacio no llevaba las supuestas y habituales estadísticas monetarias, sino un plan revolucionario, largamente meditado en su oficina de La Habana, cuando todavía ocupaba el puesto de Ministro de Industrias en el gobierno de Fidel Castro.
Un año después -el 9 de octubre de 1967-, en el rancherío de La Higuera, en plena selva boliviana, el Che perdía la vida durante un encuentro armado con fuerzas gubernamentales, al mando del capitán Gary Prado. Eso, al menos, es lo que sostiene la versión oficial, difundida por el gobierno del altiplano. uno de los biógrafos más documentados del guerrillero -el periodista argentino Hugo Gambini- asevera, en cambio, que Guevara fue capturado vivo la tarde del 8 de octubre de 1967 y ajusticiado al día siguiente, por órdenes expresas originadas en La Paz.
De cualquier forma, lo cierto es que en 1962, en La Habana, dos izquierdistas bolivianos, los hermanos Roberto (Coco) y Guido (Inti) Peredo, le presentaron a Ernesto Guevara un plan político-militar, destinado a organizar en Bolivia una milicia guerrillera, que fuera capaz de tomar el poder por la fuerza. Esa estrategia es la que intentó llevar a cabo, como ya se sabe sin éxito, el controvertido comandante Ramón (nuevo nombre de batalla adoptado por el Che), al frente de sus menguadas legiones armadas.

LA ESTRATEGIA DE LOS PEREDO

El plan imaginado por Coco e Inti (aceptado por el Che con algunas variantes estratégicas) pretendía instalar un foco armado en el desolado Sur boliviano. La zona, en efecto, prometía inmejorables condiciones para la lucha guerrillera: el aislamiento de la región, la densa selva que la cubría y lo escarpado del terreno se prestaba muy bien para las articulares acciones subversivas.
El sitio seleccionado para las primeras operaciones fue el eje formado por el río Grande, que divide el país de Norte a Sur, originando dos grandes sectores geográficos, el Oriental y el Occidental, antes de describir una curva y correr paralelo a la frontera argentina. A unos 100 kilómetros al Sur del mencionado río hay un profundo cañadón, cubierto por una tupida selva virgen, que puede ser trasformado en un inexpugnable bastión fortificado. Ese lugar, poblado sólo por grandes cantidades de pájaros y anímalas salvajes, recibe el nombre de Ñancahuazú, que en idioma quechua significa "cabeza de río".
En ese enmarañado monte, Ernesto Che Guevara dispuso erigir la primera y fundamental base de operaciones. Para convertir el terreno en un bunker, se hacía necesario plantar escondites atiborrados de municiones y armas y disimular grandes reservas de alimentos, medicinas y toda clase de vituallas.
Guevara, después de fortificar el cañadón de Ñancahuazú, planeaba guiar sus hombres hacia el Norte, vadear el río Grande y dividir sus fuerzas entre las zonas de Samaipa y Vallegrande, con el objeto de asediar las importantes ciudades de Cochabamba y Santa Cruz. En ese punto, luego de ir sembrando por el camino un verdadero rosario de polvorines y puestos de aprovisionamiento, las tropas guerrilleras iniciarían las hostilidades contra el ejército boliviano. El cumplimiento de esa etapa inicial estaba calculada para principios de setiembre de 1967: justo un año después de que el Che entrara clandestinamente en Bolivia. Las maniobras imaginadas por Guevara respondían a los clásicos axiomas de la guerrilla: no presentar batalla al enemigo si no se cuenta con la más amplia seguridad de triunfo. Los bastiones proyectados y los pertrechos escondidos respondían a esa consigna.
En verdad, toda la campaña se basaba en lo siguiente: una vez que las tropas gubernamentales descubrieran la presencia de la guerrilla, éstas comenzarían su repliegue hacia e! Sur, dividiendo sus fuerzas en pequeños grupos de gran capacidad de movilidad, para desorientar a las fuerzas regulares. La táctica, en verdad, no era demasiado novedosa. Con todo, desde el punto de vista exclusivamente militar, no dejaba de tener un costado original, pues las futuras batallas habrían de darse en un terreno ya conocido por los milicianos, con grandes disponibilidades de armas y pertrechos a su alcance.
Por supuesto, esa circunstancia no era la única variante que podía desprenderse del plan de los hermanos Peredo. Ernesto Guevara (con experiencia guerrillera en Cuba y en el Congo, por donde había transitado antes de recalar en Bolivia) suponía que el brote podía extenderse hacia Brasil, Paraguay, Perú y Argentina. En el calendario guerrillero trazado por el rebelde comandante Ramón, estaba previsto que una fuerza de 50 hombres cruzara la frontera argentino-boliviana en abril de 1969.
Pero nada de este plan habría de cumplirse: detectadas prontamente por el ejército boliviano, las huestes de Guevara se vieron obligadas a entablar combate en las peores condiciones y poco a poco fueron aniquiladas. Finalmente, el 9 de octubre de 1967 cayó el líder máximo y sólo cinco milicianos lograron refugiarse en Cuba, después de ingresar a territorio chileno y llegar a La Habana vía isla de Pascua, Tahití y Praga, discutido periplo ampliamente publicitado.

LA LUCHA Y LA MUERTE

Preparar y montar las piezas iniciales de la guerrilla boliviana les costó a los rebeldes una cifra equivalente a los 73 mil dólares, 25 mil de los cuales fueron entregados a un peruano apodado Capac para que reclutara, en el Perú, a los primeros 20 combatientes. El segundo jefe de la guerrilla boliviana -que respondía al apelativo de Chino- se encargó de comprar armas y municiones antes de partir para Ñancahuazú, a donde llegó en marzo de 1967, en compañía del argentino Ciro Alberto Bustos.
Un mes antes, los hermanos Peredo habían iniciado la operación comprando una propiedad en las inmediaciones y almacenando allí las armas y los víveres. En esa oportunidad, un carnicero de la zona, de nombre Ciro Algañaraz, terminó advirtiendo los preparativos y los denunció a la comandancia militar de Camiri. Aún no se sabía que Ernesto Guevara era el jefe de la partida. Sin embargo, como su ausencia de La Habana era muy notoria, los servicios de información del ejército boliviano no tardaron en asociar los preparativos hilvanados en la finca de los Peredo, con la presencia del Che Guevara en Bolivia.
A todo esto, el grupo inicial de rebeldes ya había viajado hasta el sitio elegido para fundar la primera base guerrillera. Al puñado de bolivianos y peruanos se sumó un contingente de cubanos, que penetró en Bolivia luego de viajar en avión hasta la URSS y hacer pequeñas escalas en Leningrado, Moscú, Praga y Berlín. De esta última capital, .los cubanos volaran hasta Río de Janeiro, San Pablo y Buenos Aires: quince días pasearon por las calles porteñas antes de viajar a La Paz y de allí a Ñancahuazú, donde los esperaba el comandante Ramón, con un frugal banquete guerrillero: era la Navidad de 1966.
A mediados de marzo de 1967. después del informe de Algañaraz, el grupo de guerrilleros sufrió un nuevo golpe: Vicente Rocaval, un combatiente reclutado un mes antes, desertó pasándose a las fuerzas militares de represión. En realidad, según se supo más tarde, Rocaval era un agente de los servicios castrenses de la Cuarta División de Ejército, que lo envió a la zona guerrillera con la precisa instrucción de enrolarse en las filas rebeldes. De esta forma los generales bolivianos tuvieron la certeza de que el Che se encontraba en el altiplano.
Justo en ese momento engrosaban la guerrilla el francés Regis Debray, llamado Danton, el Chino con varios hombres y Laura Gutiérrez Bauer (Tanía), que se convertiría en la única mujer de las escuadras guerrilleras de Ernesto Guevara. Cuando todos estuvieron reunidos en Ñancahuazú, el Che impartió la orden de fortificar rápidamente el cañadón y .poner rumbo hacia el Norte, tal cual estaba calculado. Pero el 23 de marzo se produjo el primer encuentro armado con el ejército y los planes debieron ser modificados. En ese choque cayeron bajo las balas guerrilleras 5 soldados y 2 oficiales. Aunque no hubo bajas en las tropas rebeldes, Guevara comenzó a darse cuenta que el triunfo de la guerrilla era muy difícil, ya que no contaban con el factor sorpresa y ya era imposible mantener un frente de batalla móvil. Lo único que pudieron hacer fue huir hacia el norte y dividir las fuerzas en dos grupos: uno al mando del Che y otro a las órdenes de Joaquín. El 3 de abril se pusieron en marcha, fuertemente armados: eran 42 milicianos, incluyendo a los dos jefes.
El día 7, el pelotón de Joaquín atacó a la guarnición militar de El Mezón. En ese mismo momento, el Che asaltó el pueblo de Tiraboy, donde compró víveres y arengó a la población de campesinos. El día 11, un batallón guerrillero comandado por el mismo Ramón emboscó a una partida de rangers bolivianos y les asestó un rudo golpe: en sólo unos minutos de combate fueron abatidos 11 soldados y 7 más cayeron heridos. Fue el más sangriento encuentro de toda la campaña del Che. El último (después de ser detenidos Debray y Bustos y de ser muertos Joaquín y Tanía en diversas escaramuzas) ocurrió cerca del rancherío de La Higuera, en , la quebrada del Yuro, en el Norte boliviano.
A las 8 de la mañana, gracias a los informes de un campesino, un destacamento de rangers al mando del capitán Gary Prado localizó y cambió algunos disparos con las disminuidas tropas del Che. Al mediodía se produjo un encuentro frontal entre los dos bandos, en el cual cayeron dos soldados gubernamentales. Los guerrilleros se parapetaron detrás de unas peñas y poco a poco los rangers fueron ganando terreno hasta situarse a unos 70 metros de los rebeldes. A las 15.30 se lanzaron al asalto de la fortaleza guerrillera y dos de los defensores rodaron cuesta abajo, tocados por los disparos de las metralletas gubernamentales. Cuando Prado y sus hombres se arrojaron sobre ellos, comprobaron que uno de esos guerrilleros era el argentino Ernesto Che Guevara. Así, un año después de iniciada, concluía la quimérica guerrilla boliviana, montada por el obstinado comandante Ramón.

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Guevara
al centro un retrato hecho por Ciro Bustos

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el desaparecido General Barrientos almorzando con uno de sus colaboradores. Después el cadáver desapareció; previamente alguien le cortó las dos manos para que técnicos policiales lo identificaran

Mágicas Ruinas
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Guevara y Tania

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Urbano, Miguel, Guevara, Marcos, Chino, Pocho,
Pombo, Inti Peredo y un guerrillero no identificado

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según sus biógrafos el Che fue ajusticiado el 9 de octubre de 1967 cuando se permitió a la prensa fotografiar el cuerpo yacente, la cabeza de Guevara había sido levantada con una tabla ubicada de canto

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