
Soledad Silveyra
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Este avance generacional,
mucho mas acelerado que todo lo que Occidente conoció hasta ahora en sus dos mil años de
historia, se refleja no solo en la ropa y en la música, sino que, naturalmente, invade
las esferas mas intimas del individuo; el amor no será el mismo en la década venidera,
sino que se hallará condicionado por la manera como lo encaren quienes ahora tienen entre
15 y 20 años. Este estudio no pretende ser exhaustivo, sino que contempla algunos
aspectos del problema, sobre el cual, dada la índole de la sección Gente Joven, se
prefirió consultar únicamente a los interesados, más un padre y una abuela. Sociólogos
y psicólogos tendrán también que decir lo suyo acerca de este giro fascinante en la
historia de la cultura.
"A sus habitantes, Señor, ¿que les pasa?" ¿Temen la alegría? ¿Sufren el
amor? Porque no se sabe si aquí, en Buenos Aires, los habitantes inspiraron las
tenebrosas letras de tango o las tomaron como cartillas para su conducta. Pese a los
esfuerzos de cantidades de psicoanalistas para limar de las mentes eso del Edipo, pese al
aire caduco que ofrecen las imágenes tangueras de traición, abandono, quedarse solo en
lo mejor de la vida y noviecita idolatrada, todo parecería estar como era entonces.
Supuestamente, el amor tendría que ser una explosión de alegría. Pero de toda esa
mezcolanza de convencionalismos y burocracias, siguen resultando novias pálidas y
lánguidas, parejas temerosas, suspiros y un futuro de casamientos y cuotas, muchisimas
cuotas, que llega a endurecer los rasgos de cualquier enamorado.
Las relaciones sexuales todavía son tabú, ya sea para someterse a los prejuicios o
atacarlos compulsivamente. La pareja no suele integrarlas naturalmente. Se buscan razones
para rechazarlas o para aceptarlas; justificaciones, en fin.
¿Quienes podrán hablar de amor en la década del 70? ¿Los sometidos, los crispados, los
rebeldes, los alegres, los tristes, los jóvenes, los viejos? ¿Que significado tiene hoy
el amor?
Pero desde cualquier ángulo que se enfoque el amor, aun en las parejas que se suponen
perfectas existe una primacía evidente del "poder" masculino. Parecería que es
el hombre el que decide, hace y deshace; la mujer puede rezongar o patalear, enfurecerse
o, en todo caso, "irse para siempre", pero es él quien maneja la cosa. El
machismo sigue en vigencia desde la Biblia, y pasando por el tango, hasta ahora. Y así
sea bajo el pretexto de protección, debilidad o "él sabe por más
experiencia", el hombre en la pareja sigue siendo el "dueño", el
"señor", que esa es la traducción del "esposo" bíblico.
"El nunca me
forzaría a hacer algo en lo que no creo", confiesa Soledad Silveyra,
refiriéndose a las posibles relaciones sexuales. con su novio.
"Mi marido es médico y él, nadie más que él, me educó, me enseñó las verdades
que había que enseñarles a los chicos desde ..., no se... desde siempre", sonríe
María Luisa S.
"Yo trato de ayudarla a tomar actitudes ante la vida", escribe José.
Sobre el abismo que puede haber entre las diferentes respuestas, flota siempre la imagen
del amo; él es quien tolera, él quien enseña, él quien guía. Y la mujer, encantada;
porque si no, ya hubiese desplegado sus artes para cambiar las cosas.

Alejandro Medina
Tengo miedo, mucho miedo
"Prácticamente me crié en la
calle desde los 5 años - dice mientras cambia continuamente de posición y juega con los
botones de la camisa -, por eso soy medio salvaje." Alejandro Medina (20), es el bajo
del conjunto Manal. El cuarto de su departamento de la calle Rivadavia al 3100, está
dominado. por hermosas mujeres más o menos desnudas, que se exhiben desde los
innumerables posters que cubren las paredes. El clima se complementa con un gran tapiz de
ingenuidad mexicana, pintado por una amiga, y libros abarrotados por todos los rincones:
La Odisea, ciencia ficción, historietas y manuales sobre electricidad. Alternando té con
pastillas para la tos, cuenta que convivió con una mujer durante casi dos años. Se
separaron de común acuerdo, se ven cada tanto, están juntos un tiempo, son más felices.
No cree en la existencia de la pareja: "Cuando dos personas viven juntas, todo se
vuelve muy aburrido y hay que terminar. Antes con ella no hablábamos casi de nada - se
pasa la mano por el pelo -; ahora, cuando nos vemos, podemos charlar durante seis horas
sin aburrirnos".
Parece que la angustia de estar juntos, de compartir cosas, enmudece a la pareja. Todo se
daría mejor a distancia, a mucha distancia, si se toman en cuenta las opiniones de
Alejandro sobre los hijos. Primero dice que si, que le gustaría tenerlos, pero luego...
"que se queden vagando por el espacio, a lo mejor nacen en Marte o en Júpiter y son
mas felices - se acomoda la ropa (pantalones negros con los costados bordados en blanco y
que se ensanchan abajo, y camisa negra); por eso los anticonceptivos son indispensables;
no hay que traer mas gente".
Además de tocar con Manal, "hago música, y después sigo haciendo música. La del
film Tiro de gracia, la de la obra Timon de Atenas, que esta en el Centro de Experiencias
Audiovisuales en USA". Desperezándose, concluye, exultante: "Casi igual que a
la música amo al mar".
De las relaciones sexuales, que "son necesarias porque es muy lindo hacer el amor y
ayudan a conocerse mejor", pasa bruscamente al tema de la lluvia que se ve caer
afuera.

Renata Schussheim
La lluvia sirve también
para distraer la opinión de Renata Schussheim (19). '"Las relaciones sexuales son
imprescindibles, es una de las mejores maneras de comunicarse", afirma categórica, e
inmediatamente pasa a ocuparse del tiempo: "Si llueve voy a empaparme, no tengo
impermeable ni paraguas, si no fuera por la pintura de los ojos no me importaría".
Renata dibuja; habla con pasión de su trabajo. Hace cinco años hizo una muestra que
asombró por la calidad de su obra y por la precocidad de la artista. A lo largo de sus
exposiciones, algunas señoras se espantaron un poco por el erotismo que "una niña
de su edad" había estampado con tanta naturalidad sobre el papel.
Su cara de ingenua se transforma. Sí, tiene pareja, Víctor Laplace (25), actor. "Lo
conocí hace dos años en el Di Tella, creo que tenemos muchas cosas en común, las mismas
actitudes frente a ciertos problemas y esa comunicación que se establece al mirar un
objeto cualquiera que se descubre en ese momento y que es tan reconfortante. - Sonríe, se
arregla el pelo-. En general, peleamos porque yo soy bastante posesiva, de pronto estallo
y le hago escenas de celos, pero nos reconciliamos en seguida."
Sus ojos celestes se vuelven menos transparentes, la relación de pareja le parece
difícil, ardua: "Es algo de lo que cada día se aprende una cosa nueva - piensa un
rato -, no conozco ninguna pareja verdaderamente feliz, todas tienen problemas, no creo en
la relación hombre - mujer ideal; hay que ser paciente, aguantarse montones de cosas, es
la única manera de salir adelante". Se resigna. |
Saca de la cartera un recorte
de diario que comenta una leyenda escrita en una pared, algo ingenuo, que la emociona:
"Griselda: te necesito, Hugo". Renata publicará, a fines de octubre, un libro
con dibujos suyos. Al personaje principal, Renata lo ha llamado "Griselda
adolescente".
Donald Clifton McCluskey
(23), cantante popular, tampoco puede quejarse de sus elites. Llega a la sala de
grabación rodeado de admiradoras. Su aspecto es impecable.
Pero parece que a Donald todavía nadie le ha hecho "cosquillas en el corazón".
Confiesa no tener pareja, "todavía no me enamore verdaderamente y no tengo una idea
clara de lo que debe ser la pareja actual". En principio, Donald no se casaría con
alguien de otra raza o religión. "Voy a casarme civil y religiosamente - enfatiza -;
los anticonceptivos son un sistema, pero no creo que sean necesarios; las relaciones
sexuales prematrimoniales son algo personal que depende de cada caso; me gustaría tener
cuatro hijos a los que educaría en la misma forma en que fui educado". En un momento
dado no puede contenerse y casi grita indignado: "La homosexualidad es una
barbaridad! ". Se modera. "No, no estoy de acuerdo con eso". Y el hijo del
otrora famoso Don Dean desaparece para grabar.
Como con bronca...
Su físico anticipa ese
estilo que ella no descuida ni un momento. Niñita bien educada, Soledad Silveyra (17)
recita: "Vivo con mi madre, mi abuela y un hermano de 8 años. Mamá es separada, se
volvió a casar y enviudó el año pasado". Cuando habla de su pareja, lo mira como
esperando aprobación. El aspirante a actor Enrique Liporace (27) permanece inmutable.
"Conocí a Enrique por cuestiones de trabajo, estamos de novios, pensamos casarnos a
principios del año que viene. ¿Las relaciones sexuales? Creo que dependen de cada caso,
pero pienso que conociéndose bien no son importantes..."
Su cara de muñequita se endurece a medida que sigue hablando: "Me gustaría tener
cuatro hijos varones". En cuanto a la educación que piensa darles, es terminante:
"Menos libre que la mía, demasiada libertad perjudica a la larga". No se lleva
muy bien con su madre, en su familia no ven con buenos ojos su relación: "Supongo
que por celos", masculla, mientras se despide.
Por celos, porque la juventud esta tan lejos, también se puede vociferar como Juan
Sánchez (56): "¿Qué es eso de las relaciones prematrimoniales? ¿Como se puede
pensar en proponer esas porquerías a la que uno elige para tener hijos? Lo que le hace
falta a esta generación es disciplina y respeto. ¡Si no respetan nada, ni la ley, ni el
pudor, ni a sus mayores siquiera!". Y mientras su barbilla sigue temblando: "De
joven yo era muy tarambana, como todos los muchachos de buena familia, pero en cuanto me
case supe dar un lugar a cada cosa. Porque para eso me educaron como a un caballero."
Sánchez tiene un hijo que esta por cumplir 30 años, el cual "es como yo, él no
confunde las cosas, esta de novio con una chica decente y ni se le ocurriría propasarse
con ella, no como esos que tratan a sus novias como si fuesen prostitutas, las manosean en
publico - se ahoga -, las llevan a cualquier parte!" A esta altura su voz había
alcanzado un estridente agudo.
Las buenas familias
Estudiante de quinto año de medicina,
vestido como un afiche del universitario ideal (pantalón gris, saco azul, camisa y
corbata), Manuel Voces (25), dicta cátedra: "Mi familia es de Córdoba, mi padre es
juez, tengo siete hermanos, somos católicos convencidos".
Con un léxico cuidado, cuenta que conoció a su novia en una reunión. Ella tiene 23
años y vive en La Pampa, una vez por mes viene a visitarlo. La relación a semejante
distancia podría traer problemas de comunicación, pero el joven futuro medico está por
encima de ellos: "Nos peleamos poco y nunca por nimiedades. Nuestras discusiones son
por asuntos serios: la planificación familiar [como él se empeña en llamar a los
anticonceptivos], las relaciones prematrimoniales y la planificación sexual dentro del
matrimonio (sic)". No esta de acuerdo sobre el "contacto sexual antes del
casamiento", aclara que ella tiene todavía una moral mas rígida. Niega
categóricamente la posibilidad de casarse con alguien de otra raza o de otra religión.
Cuando se case, cosa que hará al recibirse, su matrimonio será civil y religioso. Al
preguntársele su opinión sobre las relaciones homosexuales, se inquieta, duda, el tema
debe romper sus esquemas, y a regañadientes espeta un: "Soy tolerante".
La sabiduría llega desde los dos extremos. María Luisa S. (62), maestra, y José (15),
estudiante, arrojan un poco de lucidez sobre el amor, la pareja y sus aledaños.
María Luisa prefiere ocultar su apellido, "No por los hijos sino por los
nietos". Sin embargo, ella tendría que estar segura de que sus nietos se pondrían
contentísimos al saber el sentir de su abuela: "Yo cambie mucho, cuando era chica
era muy prejuiciosa, pero el tiempo se encargó de desmentir las enseñanzas de mis
padres". Y como quien hace una travesura, continúa con su historia: "Para
ellos, en mis tiempos, todo era pecado. Los jóvenes no debían salir solos, ni tocarse
sin estar prometidos, y después muy poco, un besito en la mejilla. Parecían creer que la
ignorancia preservaba de todo mal". Así fue como se casó casi sin conocer a su
marido. Dos años después de enviudar, se volvió a casar. Y entonces fue el gran cambio.
"Nunca me dejó mentirles a nuestros hijos, asustarlos con el sexo, hacerles creer
que es algo sucio separado del amor. Tengo dos hijas casadas y un varón, de novio. Somos
muy unidos. Y estoy segura de que si yo hubiera seguido siendo tan ignorante, tan llena de
prejuicios, no me querrían tanto."
José, grandes ojos ingenuos, inteligentes, es alto y desgarbado como son los muchachos a
esa edad. Tampoco quiere dar su apellido. "No importa mi nombre - explica -, hay
muchos chicos que piensan como yo. Hugo, Noemi, Fernando, Claudia, Estela ... y tantos
otros. Lo que yo diga lo podría decir cualquiera de ellos." José prefirió escribir
su opinión sobre el amor y la pareja, líneas que se reproducen textualmente en el
recuadro de esta pagina.
Puede ser que algún padre, tío o abuelo, exasperado por las vociferaciones de esos
"melenudos" que cantan desde el disco que pusieron los chicos en e! combinado,
se detenga y escuche. Escuche que en lugar del percanta que me amuraste, que hubiesen
aprobado con placidez, es otro llamado el que retumba por toda la casa. Mientras chicos y
chicas estudian, conversan, bailan o simplemente oyen en silencio, hay un All you need is
love... baby, all you need is love ("Todo lo que necesitas es amor, nena, todo lo que
necesitas es amor") en e! aire, que insinúa una apertura hacia el amor 1970: mas
franqueza, mis camaradería, mas comunicación. Mas humanidad, en una palabra.
No tengo una concepción determinada
sobre el amor y la pareja, creo que es por el miedo de esquematizar algo tan profundamente
lindo. Pero sí tengo una compañera. Partiendo entonces de la experiencia que vivo con
ella: puedo decir, sobre el amor, que este no se puede explicar con tinta sobre una hoja,
sino que hay que vivirlo. Sobre la pareja puedo ver un poco más amplio, decir por ejemplo
que hay en ella una dominante que no es ni el hombre ni la mujer, sino el amor en si. Y lo
mas importante para que ese amor se exprese, es que haya una total comunicación. No solo
comunicación en el aspecto de hablarse el uno al otro sin ningún tipo de trabas, sino
también, y creo que es entonces cuando la integración se logra totalmente, creo
fundamental la comunicación sexual.
Yendo a mi caso, debo decir que no tuvimos relaciones. Ello no se debe a que ella no
quiera o no este de acuerdo, por el contrario, en cuanto a eso piensa más o menos lo
mismo que yo. Pero lo real es que hace recién un mes y medio que estamos juntos, y creo,
como ya dije, que el tener relaciones sexuales es la culminación de un proceso de
integración mutuo, que a la vez facilitará la comunicación en todos los sentidos y
surgirá a medida que lo vayamos sintiendo como una necesidad cada vez más intensa.
No sólo para hacer el amor existe la pareja, en mi caso, por ejemplo, yo trato de
ayudarla a tomar actitudes ante la vida, ante la sociedad, o ante un simple problema del
colegio.
José (15) |