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¿Quién no conoce o no ha oído
hablar, por lo menos, del clan chileno de los Parra y su famosa Peña santiaguina? Los
hermanos Violeta y Nicanor ilustraron el apellido con sendas exaltaciones de la poesía:
en el canto la primera (se suicidó hace pocos años), en los libros el segundo. Ahora hay
una nueva generación de Parras, encabezada por los hijos de Violeta, especialmente Ángel
e Isabel, que continúan la tradición de la madre. Ángel Parra fue sometido a un
interrogatorio, por cuenta de PANORAMA; y, curiosamente, el interrogador fue su colega
uruguayo, el trovador Daniel Viglietti. No es usual que un cantante entreviste a otro, y
tal circunstancia añade interés a esta nota, de la que surge una conclusión ineludible:
Viglietti sería un excelente periodista.
Mi radio a transistores es muy
pequeña y el menor contacto con la mano hace que el dial se modifique rápidamente. Por
eso, mi recorrido por todas las emisoras de Santiago de Chile no fue tarea simple.
Comprobé que las dosis de música importada son mayoritarias. El canto popular chileno es
el hijo pobre de la radiotelefonía local. ¿Telefonía? 49... 91... 16.
¿Está el señor Ángel Parra?
Mi impresión es que hay un abandono por parte de los medios oficiales, por así
llamarlos, de todo lo que es la política cultural del país, no sólo la canción.
Nosotros hemos visto siempre nuestra participación limitada a ser "los que cantan
antes o después del discurso político". El diálogo no ha ido más allá y cuando
ha ido más lejos, ha sido bastante difícil entenderse, debido a que hay que meterse en
la maraña burocrática. El ejemplo más cercano que tengo fue mi permanencia en la
comisión de cultura durante más o menos seis meses, en los cuales el aporte que
podríamos haber hecho fue nulo.
Hay quienes afirman que la canción chilena atraviesa una crisis.
Pienso que, en gran medida, si existiera esa crisis -hablando hipotéticamente-, sería
como la respuesta al círculo vicioso que ofrecen los medios de comunicación masiva. Es
decir, no hay que ser un genio ni nada por el estilo, basta escuchar la radio, o ver las
programaciones mensuales, o revisar en los tres canales de televisión, para confirmar
cuántos programas hay.
La canción como herramienta de cuestionamiento cotidiano, ¿existe hoy?
Debo responderte, para ser honesto, que no hay quién en este momento tenga una actitud
cuestionadora, y me parece que eso sería fundamental, que debiera haberla.
Un disco de Rolando Alarcón que se refiere a la masacre de la mina de El Salvador
es censurado por los medios de difusión. Hay amenazas de clausura sobre la Peña de los
Parra, pues se la considera un foco. Eran los tiempos democristianos, los tiempos de Frei.
Aparece la censura en el momento en que la canción se vuelve masiva, desde que empieza a
atacar intereses, desde que se convierte en un arma. Antes no; cuando la canción es un
elemento decorativo, un entretenimiento, no hay ningún problema y puedes vivir y ganar
mucho dinero. Pero cuando la canción se hace crítica, cuando los que manejan los medios,
los que manejan el poder son los motivos de la crítica, entonces surge la censura. Esto
aparece en 1966 ó 67. Además, desde mucho antes, desde 20 años atrás venían
censurando a Violeta Parra por el hecho de ser una persona con características claras de
representante popular. Ella fue siempre censurada, es una cosa que tiene que quedar muy en
claro. Incluso, fue censurada por aquellos que, hoy por hoy, le rinden homenajes y dicen
"Yo fui muy amigo de Violeta", etcétera.
¿Y la censura, hoy?
Existe, en el sentido de que el 70 ó el 80 por ciento de las radios están en manos de
gente de derecha. Allí la censura es terminante. No difunden determinados artistas,
incluso determinados apellidos. En el caso nuestro, que somos una familia grande,
entonces: "¿Parra? No, por ningún motivo. ¿Qué canta? ¿Canciones de amor,
canciones cómicas? No, no, de todas maneras, no", porque simbolizamos, representamos
algo que ellos rechazan. También ocurre con Jara, Quilapayún, Alarcón. Además, debo
decirte que la censura existe desde antes que se planteara en términos claramente
políticos. En el pasado existía represión con respecto a lo que era música chilena,
por un proceso de desculturización, o por un afán europeizante, o por tener lo de
afuera. Lo chileno fue siempre rechazado. Entonces, eso es algo que yo critico en los
actuales medios de comunicación: están en la izquierda pero han seguido con el mismo
juego, ¿te das cuenta?
Me doy cuenta y pregunto: en las emisoras que están en la izquierda, ¿existe,
de, hecho, discriminación sobre algún tipo de música?
A mí me parece que existe, de alguna manera, porque tenemos algunas radios, no te diré
que son muchas, pero tenemos algunas y en esas radios no está la voz nuestra. En
definitiva, creemos que en algo la masa se identifica con nosotros, porque tenemos la
experiencia, la experiencia de estar en los asentamientos, los centros de reforma agraria,
estar en las fábricas, cantar con los trabajadores. Y esos trabajadores escuchan radio. Y
resulta que en esas radios no pasan nuestros discos. Es un reclamo que también ha hecho
Víctor Jara. Lo entrevistaron hace poco en Clarín y dijo que ojalá que las radios de
izquierda nos den un hueco, nos den cabida. No tienen programas de música chilena y las
que los tienen, son a las horas más ridículas, a las 6 de la mañana, o para las fiestas
patrias.
¿TV or not TV?
La televisión es un medio joven en Chile, tiene 10 ó 12 años. Carece aún de una
programación clara, definida. Me parece que no está dirigida hacia la mayoría, sino
orientada hacia un sector que ha visto televisión En otros países; es decir, copian la
televisión argentina, la uruguaya, traen artistas extranjeros, luminarias, pagan mucha
plata -felizmente, ya no se paga más en dólares en este país, en buena hora- y,
naturalmente, los que hacemos música chilena, latinoamericana, estamos fuera. Esa es una
deformación terrible. Tiene mucho más éxito un folletín mexicano que pasan durante 2
años, que mantener un programa sobre Chile.
Vamos al cine.
He hecho algunas experiencias: música para unos 8 ó 10 cortometrajes documentales y para
un largometraje, una coproducción chileno-argentina. Me interesa el cine porque uno se
puede realizar ampliamente en lo artístico y mucho más en lo político, por el mensaje
que se puede transmitir, por el impacto de la imagen. Hace ya bastante tiempo presenté un
proyecto a Chile Films, para hacer un taller de creación musical en sus mismos estudios.
Desgraciadamente, también por problemas de cuoteo, nunca se aclaró. Cambiaron los
personajes, de ahí que haya salido una persona tan valiosa como Miguel Littin. Se retiró
simple-mente porque la maquinaria burocrática es demasiado grande. Es muy difícil
meterse entre medio.
Del ángel cuestionador al Ángel de los pilares de la canción chilena.
¿Violeta? Nos adelantamos...
Como tú lo mencionas, primero está Violeta, en su triple calidad de compositora,
intérprete e investigadora. En lo que respecta al tipo de canción que hacemos, creo que
no habría otra persona. Podemos citar, sí, otros valores en cuanto a la difusión de
nuestro folklore y la investigación, como Margot Loyola, Gabriela Pizarro. Y el otro
padre nuestro, digamos, es el folklore, la música popular.
¿El señor Beat y el señor Soul, hermanos nuestros?
Esto de la cultura beat me parece muy importante ya que nos toca a todos, realmente. Creo
que una de las razones fundamentales es que tiene una gran difusión, tanto es así que
nosotros, que éramos más o menos puristas hace algunos años, hoy ya simplemente no
podemos serlo. Tan fuerte es el peso de esa cultura que nos está arrastrando a nosotros
también. A mí me parece que hay en ella elementos sumamente positivos, y hay que
aprovecharlos. Lo que sí lamento es que cada día vayan desapareciendo elementos
culturales nuestros.
Los Jaivas; ¿una
síntesis?
Son muy importantes porque, aparte de traer esa cultura beat, están recuperando elementos
latinoamericanos y chilenos. Podemos escucharlos durante una hora seguida en un teatro,
tocando, improvisando sobre música de la Tirana. Salen y bailan con máscaras de la
Tirana, usan cultrún, instrumento araucano. Nosotros vamos un poco tras de ellos porque
no tenemos los equipos, no tenemos el tiempo. Ellos tienen mucho tiempo, dedican mucho
tiempo a la cosa musical, artística. Nosotros estamos divididos entre lo político y lo
musical.
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Daniel Viglietti
Angel Parra
Musical político,
político musical: riesgos y necesidades.
Creo que el riesgo que se corre con la canción militante hay que correrlo en definitiva,
y eso es bueno porque ya no somos más aquellos artistas, aquellos trovadores: somos
comunicadores de masa.
La crisis de octubre pasado y la canción.
Durante el paro patronal de octubre era necesario cantar, ir diciendo. No bastaba que la
televisión diera informaciones sobre el movimiento desplegado por la clase trabajadora y
por los estudiantes. Era necesario que nosotros, los que componemos, los que tenemos
alguna rapidez para captar los hechos y llevarlos a una canción, hiciéramos ese panfleto
en el momento. No le exijo validez artística, ni mucho menos, sino que ver a 300 tipos
cantando mientras descargan un vagón de azúcar, cantando determinada canción
contingente, del momento, me parece importante.
La Peña de
los Parra ha estado siempre allí, en la vieja casona de la calle Carmen, aun en aquellos
momentos en que. no había tribunas para expresarse. Ha sido también fermentaría en
cuanto a la aparición de nuevos valores.
Es como un laboratorio. Por eso es que nosotros hacemos algunos experimentos ahí.
Funciona durante tres días el experimento, y en los otros cuatro días esos experimentos
se muestran afuera. Y estamos circulando por distintas partes con nuestras canciones. La
mayoría -por lo menos, de lo que yo hago- son canciones políticas. Hago canciones
políticas porque estoy enamorado del proceso, y hago canciones de amor porque estoy
enamorado de mi mujer, además. Esos son los dos temas que toco. Creo que la importancia
política de la Peña, está por verse. Realmente, yo no le doy gran importancia
política, creo que las importancias políticas están en otros lugares: en el ministerio
de Economía, en el de Defensa, en Desarrollo Social donde están los trabajadores. No
está donde se reúnen los artistas o los cantores.
Niveles de popularidad, hoy.
En este momento hay una figure solista, Tito Fernández, que es quien vende más discos,
quien llena cualquier lugar donde actúe. Tiene una gran comunicación con el público,
enorme; es muy sencillo, muy simple, muy directo, muy poético, y habla en lenguaje del
común de la gente. Luego tenemos el caso de Quilapayún, Inti Illimani, Isabel Parra,
toda esa gente. Pero ellos se mueven en un medio mas estrictamente político, por así
llamarlo, y entonces tienen un gran público, un público que podría ser el del partido,
el público UP, el público entre el cual nos movemos más o menos a diario. Te digo esto
porque de repente vamos al estadio de Chile, donde hay cualquier tipo de cantantes,
aparecemos nosotros con nuestro género de canciones y se produce un choque entre las dos
mitades del estadio, unos para un lado y otros para el otro. Esto también es muy
interesante.
Los jóvenes cantantes.
Figuras jóvenes hay muchas: Illapu, conjunto de Antofagasta; y Los Curacas, el Aparcoa,
en materia de grupos. Como solistas: Charo Cofré, Homero Caro, Payo Grondona, Marta
Contreras, Osvaldo Rodríguez. Estos tres últimos, al igual que el grupo Tiempo Nuevo,
son oriundos de Valparaíso. Y, claro, joven es también Tito Fernández, que en un año
logró lo que otros no logramos en 15. Hay otros casos, que no tienen oportunidad de
grabar porque están en provincia, y que son excelentes. Hay otros, en Santiago, que
están tratando ahora de salir adelante. El otro día apareció en la Peña un conjunto,
Huentelauquén. Son cinco personas, una muchacha entre ellos; tocan 36 instrumentos,
componen sus propias canciones y me resultó muy interesante lo que hacen.
Acerca de tu hermana, Isabel Parra.
Con Isabel ya hace más de un año que no trabajamos, trabajar y ver el producto del
trabajo, es decir, discos, presentaciones; porque Isabel está teniendo su propio
crecimiento en lo artístico y creador, y yo, por mi parte, también. Creo que ha sido muy
bueno este silencio, este casi silencio, porque cantamos todas las noches juntos en la
Peña. El silencio es discográfico. Y, además, está el propio trabajo político de cada
uno.
(Dentro de algunos minutos aterrizaremos en el aeropuerto de Santiago. Rogamos a los
señores cantantes no fumar y afinar sus instrumentos.)
Pasa mucha gente por aquí, por Chile. Por diversas razones, diversos intereses. Desde que
asumió la Unidad Popular, no vienen las "figuras", excepto un viaje de Joan
Manuel Serrat, que vino por el pasaje y la estadía a participar en el Festival de Viña
del Mar. Vino también Miriam Makeba, y Piero, de la Argentina, y no han venido otras
personas. Ah, vino también Atahualpa Yupanqui, un poco antes,
ha dejado un buen recuerdo, no así, posteriormente, Serrat, quien, a nuestro juicio, en
América Latina tiene una cara y en España, otra. Me olvidaba de Paco Ibáñez, que
estuvo aquí un par de veces, y cuya sola voz y presencia constituyen un aporte.
Yo "disyoco", tú "disyócas", el disc jockey.
Creo que los disc-jockeys, por manejarse en el medio en el que se manejan, no apoyan a la
canción chilena. ¿Por qué? Porque a ellos les llega una lista de discos que puede ser
el Hit Parade, o el Ranking, que se ha hecho qué sé yo en cuál parte. Posteriormente
llegan los discos, acá existen la Odeón, la Philips, la RCA, y ellos promueven sus
"novedades", como las llaman. Ellos dependen un poco de lo que suceda con esos
discos, de que el programa sea sintonizado, de que les mejoren el sueldo, de que sea el
más popular, de que sea el más joven, etcétera. Y la nueva canción, la canción
chilena, es una canción de pelea, una canción que muestra los conflictos, que discute,
no es una canción que empobrece la mente. Es una canción que los disc-jockeys no pueden
manejar me parece, por su falta de información.
¿Quién o quiénes te parece que han logrado dar continuidad al nivel otorgado a
la canción chilena por Violeta Parra?
Es muy difícil lograrlo porque, realmente, nosotros, como compositores, como
comunicadores, no le llegamos a ella pero ni al taco del zapato, La profundidad, la
belleza, lo político, sinceramente creo que todavía no lo hemos logrado y que tenemos
mucho que aprender, mucho, mucho.
¿Qué opina Ángel de su obra?
Sin juzgar el trabajo, pienso que lo verdaderamente positivo es que haya habido en otras
latitudes, en otros países latinoamericanos, algún muchacho que cantara, algún hombre
que cantara, que se entusiasmara por lo que se decía en un disco mío. Y, tal vez, por
tener, a través de ese mismo disco, la posibilidad de escribir él sus propias canciones
para su propio país. Eso creo que es todo. Pienso que hay, naturalmente, un saldo a favor
y otro en contra, hablando ahora de la situación general de Chile y de sus canciones. Lo
desfavorable sigue siendo, para nosotros, la falta de difusión, la falta, no de ayuda,
porque no es ayuda lo que se requiere, sino de un plan de trabajo serio. Lo positivo es
que se abre una perspectiva nueva, que creemos que va a ser una etapa decisiva en lo
político, me parece. Creo que éste es el momento preciso, y lo mejor es que están las
condiciones dadas para salir adelante.
Para proclamar nuevas búsquedas, nuevas luchas, para asumir los dolores que acechen en el
camino, Ángel sabe seguramente el modo, el que le enseñó su madre, con el corazón y la
garganta: la claridad.
Yo soy a la chillaneja, / señores, para cantar. /Si yo levanto mi grito / no
es tan sólo por gritar. / Perdóneme el auditorio / si ofende mi claridad
(Fragmento de La diferencia, canción de Violeta Parra, 1960).
Revista Panorama, 2 de agosto de 1973 |