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A pesar de todo, nos ha
hermanado nuestra común condición de sombras, nuestro condicionamiento como satélites
sujetas a implacables reglamentos. En materia de política venimos compartiendo demasiados
sobresaltos y bastantes angustias. Es verdad que también las pasan nuestros varones, pero
también es verdad que son ellos quienes las fabrican.
Querría decirte hermana, en fin, porque supongo que estás tan harta como yo de
paternalismos y no es cuestión de que, aprovechando la invitación de la revista EXTRA a
dialogar con vos, me trepe a un púlpito "maternalista" para endilgarte
reprimendas y sugerencias, por no decir amenazas, como las que recibimos a diario desde
todos los frentes.
Querría compartir con vos algunas incertidumbres, algunas indignaciones y algo que ha
pasado a ser desesperación. O, para decirlo con una frase que muchachos graciosos
podrían atribuirnos: "Querida ¿qué disfraz nos cosemos para estos carnavales
preelectorales?" Porque las mujeres siempre estamos obligadas a disfrazarnos de algo
para poder sobrevivir,
Si sos militante de algún partido nada tengo que decirte, sino que te deseo buena salud y
que aprendas karate. Y que trates de no equivocarte, porque el error de un hombre
aunque sea un error a mano armada no es más que un simple error "¡es
humano!" Pero el error de una mujer es una afrenta pública y sirve a la
generalización: "las mujeres no están capacitadas... etc.".
Pero es posible que no milites ni creas, ya demasiado en plataformas, candidatos ni
alocuciones. Seas quien fueres, estás sosteniendo un sistema que se cae de podrido, en tu
doble calidad de víctima y de cómplice.
Sobre tus hombros el sistema descansa tranquilo, y por eso te recomienda tranquilidad,
"femineidad", que no te amachones abandonando los ruleros y usando la cabecita
loca para pensar. Porque gracias a tu acrobática economía sobrevivimos, porque permites
a los hombres, con tu mano de obra gratuita y/o peor remunerada, a soportar una situación
que sin tu sacrificio seria intolerable y los obligaría a combatirla con mayor puntería
y celeridad.
Seas quien fueres, brillas por tu ausencia en este período preelectoral. No estás en
función de candidata, ni de dirigente gremial, ni siquiera como opinante, salvo
rarísimas excepciones. Y lo que es más grave, cuando sos excepción y algún partido te
permite integrarte para algo más que pegar estampillas y hacer café, tenes miedo
con razón de representar a tus congéneres y pareces un simple testaferro de
los intereses machistas y jugás a tu propia traición.
Naturalmente, algunos muchachos nos critican la indiferencia y la abstención, y las
aprovechan para consolidar sus ancestrales argumentos: "La mujer no está preparado
para actuar en política, su Destino es el hogar, etc." Los mismos muchachos no
suelen preguntarse por qué ningún presidiario triunfa en los Juegos Olímpicos, o por
qué el gremio de chapistas no ha dado ningún escritor de la talla de Mujica Láinez. O,
para ejemplificarlo mejor con una frase atribuida a Bernard Shaw: "Los
norteamericanos blancos condenaron a los negros nada más que a lustrar zapatos; luego se
pasaron la vida diciendo que los negros no servían más que para lustrabotas".
Y esto me hace meditar en otra frase célebre: "Hay que educar al soberano". Con
la fragilidad mental propia de mi sexo no recuerdo si la dijo Sarmiento o Tu Sam.
(Consulto el Manual de Zonceras de don Jauretche: sí, fue Sarmiento en uno de sus días
nublados). ¿Hay que educar al pueblo o devolverle la cultura que miserablemente le
robaron quienes la usan para mantenerlo en la oscuridad y la indigencia? ¿Hay que educar,
preparar a las mujeres o dejarlas ser dueñas de sus vidas, restituyéndoles las energías
que les saquean, embruteciéndolas? ¿Deben prepararse o lo han estado siempre sin que las
dejaran ejercer? "¡Las mujeres no están preparadas!" "¡La intuición,
virtud esencialmente femenina!" ¿Y nadie dijo que hay que capar a los cretinos, para
que no se sigan reproduciendo y produciendo conceptos como éstos?
La cultura capitalista, su psicología dirigida, sus medios de difusión, sus revistas
femeninas (con las que habría que hacer una pira en Plaza Mayo y quemarles el traste a
sus editores), todo el aire que respiramos está contaminado de la misma falacia: la
Natural incapacidad y subordinación de la mujer. Y fueron mujeres y niños los primeros
seres humanos a los que explotó a muerte la Era Industrial, arrancándolos por la fuerza
del Sacrosanto Hogar. Y es nuestro mundo Occidental y Cristiano el que no permite a la
mujer trabajadora disfrutar sin angustias de la maternidad, el que apaña burdeles y dos
morales, una para damas y otra para caballeros, el que se escandaliza de actos terroristas
pero hace la vista gorda ante todos los atropellos cometidos contra el cuerpo de la mujer.
"Las mujeres no se dan cuenta de cuánto las odian los hombres", dijo una
feminista. Tiene algunas ideas bastante ambiguas, pero se le escapó esta frase donde
llama a las cosas por su nombre. Marginación, postergación, misoginia, no son sino
eufemismos que suavizan una realidad llamada odio. Punto.
CON una estrategia típica de todo agresor con cola de paja, suelen defenderse por la
acusación: "¡Pero ustedes las feministas odian a los hombres, les declaran la
guerra a los hombres!" Las feministas no tenemos odio, tenemos bronca. El odio
con los fierros, sean armas o moneda es cosa de hombres. Estamos hartas de
odio, aunque venga empaquetado en sublimaciones y piropos. No hemos declarado la guerra,
sino que señalamos que existe y tiene los años de nuestra civilización. Nos defendimos
como pudimos , a veces con malas artes, por lo tanto es mejor que ahora parezca una guerra
abierta, limpia, esta que declaramos contra todas las formas de la arrogancia machista. La
guerrilla de la artimaña, el repliegue y la comodidad no hace sino reproducir series de
esposas "achanchadas" y madres castradoras.
El Movimiento de Liberación Femenina es una
ideología revolucionaria, no exprimida de libracos apolillados sino del cotidiano
martirio de la mitad de la humanidad. Nace en las ferias y junto a las bateas, a la vera
de las camillas de ginecólogos carniceros y a contrapelo de los viejitos célibes de!
Vaticano que vienen diagramando la conducta sexual según conviene a los intereses de los
capitales y a las fluctuaciones del mercado bélico. |
No es un entretenimiento
destinado a distraer de la liberación de los pueblos, sino que esa liberación es mentira
mientras la determinen exclusivamente los varones. Así como ya no es posible pensar en
términos previos a Marx o Freud (por no decir a Galileo y a Colón), tampoco es posible
seguir pensando sin erradicar de cuajo los prejuicio sexistas, base y modelo de toda
opresión.
CAUSAN gracia, por no decir otra cosa, las declaraciones apresuradas de algunos de Ios
candidatos: "La mujer, durante nuestro gobierno, gozará de iguales derechos ...
etc.". Esta manera burda de captar los votos de quienes fueron olvidadas durante la
confección de plataformas y de listas, causa una melancólica ternura otoñal.
Promesas... ¡a mamá!
Si los dirigentes se propusieran solucionar los problemas de la mujer tendrían que
empezar por conocerlos. Y, que yo sepa, las mujeres no hemos sido convocadas para traerlos
a luz, valga la femenina expresión. Y mucho menos las brujas sospechosas de feministas,
que son todas feas y viejas (en cambio nuestros dirigentes son todos jóvenes y hermosos
... Rucci tiene un no sé qué de Paul Newman ¿viste?).
Darán las soluciones que ELLOS consideren oportunas, y siempre que no molesten a la
Curia, las Fuerzas Armadas, las Compañías Petroleras, el Rotary Club, la masa societaria
de Boca Juniors y el Centro de Damas-con-las-cabecitas-reducidas-por-los-Jíbaros. Eso si,
alguna señora será nombrada subsecretaria de la Intendencia de Saladillo, y con eso
quedará demostrado que la Mujer Sabe y Puede y Que La Dejen.
Así como ahora nos dejan usar pantalones para compensar la falta de autoridad real, es
posible que nuestros próximos gobernantes nos concedan algunos beneficios. Y bienvenida
sea toda reforma, si remedia urgentes dramas que no pueden esperar. Pero ya sabemos que la
política del Gatopardo no sirve a la larga sino para reforzar él statu quo: es bueno
conceder una que otra mejora accesoria para seguir escamoteando lo esencial: la definitiva
liquidación de las barreras de clase y de sexo.
EL Movimiento de Liberación Femenina no se conforma con paliativos, aunque no tenga más
remedio que aprobarlos en primera instancia. Tampoco busca a ciegas la igualdad con el
hombre (¿igualdad en fuerza bruta, en tácticas de opresión, en fracasos?). Lucha para
conquistar una absoluta autodeterminación, para acabar con el reparto de privilegios,
funciones y sanciones según el sexo, para construir a la larga una nueva civilización,
humana y cooperativa.
Las mujeres, como los negros, los colonizados, la clase trabajadora, a medida que tomamos
conciencia, menos queremos dádivas; queremos lo que nos pertenece por-derecho y nos
arrebatan día a día, es decir, TODO. Las mujeres, que fuimos custodias de la vida
para que fuera rifada en guerras queremos más que nunca defenderla de los
fabricantes de muerte. Pero según, cómo y cuándo lo determinemos nosotras.
UNA de las más perfectas y sutiles perfidias de nuestra sociedad es el condicionamiento y
la esterilización mental de las mujeres y los niños. Pero luchar contra ella es la lucha
de todas las mujeres. Como cumplo con el pacto de no aconsejarte, y menos en estos
momentos de apresurado proselitismo, no te pido que te conviertas en improvisada
militante. Pero tengo la obligación de decirte que procures saber de qué se trata,
desconfiando de las admirables cátedras de ignorancia que pueden darte los medios de
difusión.
Releo esta carta escrita al correr de la máquina y supongo que puede resultarte agresiva.
Lo siento. No pude hacerla peor. Por más que aguce el estilo me es imposible reflejar la
agresividad de una villa de emergencia, de un aborto clandestino, de los precios de la
farmacia. Estos ingredientes configuran un naufragio en el que las mujeres y los chicos
entran primeros. Así como en los éxitos nacionales nos colamos por la retaguardia.
Gracias, caballeros.
Creo que en este juego de los votos, como en tantos otros, las mujeres no somos nadie.
Creo que nuestro partido se jugará, a la larga, en otro frente. Lo que no significa que
no te celebre si vas a votar con fe. Yo también la tengo, pero en vos. |