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PRIMERA PLANA entrevistó a tres
especialistas en el tema, en base a diez preguntas. Solo Documento, que prefirió dar una
respuesta de conjunto, con el consiguiente insumo de tiempo, quedó fuera de pautas. El
doctor Antonio Caparros caracteriza las notas necesarias de una psicología nacional y
popular. Este es el cuestionario.
1 El elitismo y verticalismo de
las instituciones psicoanalíticas tradicionales es producto de la ideología liberal.
Habiendo adoptado valores distintos, ¿de qué modo se organizan, ustedes?
2La teoría y técnica que ahora
practican, ¿en qué difiere de la que hacían siendo miembros de la APA?
3¿Qué idea tiene de la lucha en
el campo de la cultura? ¿Cómo se vincula a la lucha social?
4 ¿Como caracterizaría esa
lucha a nivel de su campo específico?
5¿Cómo se puede visualizar la
relación entre los diferentes grupos que trabajan en el campo de la salud mental y
cuáles son sus diferencias?
6¿Cuál es la relación entre el
momento social y económico argentino y el desarrollo de su ciencia?
7¿Cómo se incorporan las crisis
sociales a la situación analítica?
8¿Cómo estructuran ustedes la
relación terapeuta-paciente?
9¿Cuál es su criterio de salud y
enfermedad?
10¿De qué manera colabora el
psicoanálisis para llegar al socialismo?

Enrique Pichón Riviére
64 años, 3 hijos, médico psiquiatra,
nacido en Ginebra el 25 de junio de 1907. Criado en el Chaco y en Corrientes (Goya).
Miembro fundador de la Asociación Psicoanalítica Argentina, el desarrollo de su
pensamiento lo condujo a cuestionamientos en el nivel teórico y en el nivel Ideológico
del psicoanálisis ortodoxo y de la institución psicoanalítica; esto determinó su
alejamiento de la misma, aunque no su renuncia. Desde hace anos vuelca todo su esfuerzo en
el campo de la psicología social, lo que se vehiculiza a través de la Escuela de
Psicología Social de Buenos Aires, y la de San Miguel de Tucumán, de las cuales es
director.
La lucha que se da en el campo de la cultura, lucha ideológica, se inscribe entre las
manifestaciones de la lucha de clases en la medida en que surge un pensamiento dialéctico
revolucionario que se replantee los modelos del pensamiento. Estos modelos han sido hasta
ahora dominados por una lógica formal y disociante. Esas formas nuevas del conocimiento
tienden a totalizar aquello cuyas interrelaciones han sido sistemáticamente escamoteadas
y oscurecidas por la ideología dominante: el pensamiento, el sentimiento y la acción.
En cuanto a mi campo específico, advierto la presencia de esa lucha a través de una
incipiente revolución teórica, revolución caracterizada por los modos de aproximación
a la problemática de la relación entre estructura socioeconómica y vida psíquica,
indagación de la operación de las ideologías en el inconsciente, procesos de
socialización. Hablo de revolución incipiente porque se trata, hasta ahora, del intento
de ubicar el problema en sus premisas adecuadas: la psicología social es una disciplina
en proceso de construcción. La carencia más lacerante en el campo del quehacer
psicológico, o la máxima expresión de la incidencia de la ideología dominante, se
advierte en el nivel de los criterios de salud y enfermedad. En cuanto a la práctica
terapéutica, ¿cómo puede ser revolucionaria? Para responder a esto apelo a la que
caracterizamos como "tarea", entendida esta como el abordaje y elaboración de
los miedos que configuran la resistencia al cambio, rompiéndose así una pauta
estereotipada y disociativa que funciona como factor de estancamiento en el aprendizaje de
la realidad o punto disposicional de la enfermedad. En la tarea correctora, el sujeto
realiza un salto cualitativo, se personifica y establece un vinculo operativo con el otro.
Si el terapeuta confunde pretarea con tarea entra en el juego dé la enfermedad y la
actúa. El terapeuta entra en pretarea, cae en una impostura de la Tarea, por resistencias
propias al "ser consciente" al proyecto, lo que son resistencias ideológicas a
la praxis. Insertarse como agente en un proceso corrector significa trabajar con un
paciente y su grupo inmediato, para instrumentarlo a través de esa tarea común hacia el
logro de una lectura crítica y operativa de la realidad. "La cura" se trata no
de la adaptación pasiva, aceptación indiscriminada de normas y valores, sino del rescate
en otro nivel, de la denuncia y la crítica implícitas en la conducta desviada
(enfermedad) para establecer, a partir de allí, una relación dialéctica, mutuamente
modificadora con el medio. Este es el criterio de salud con el que operamos.
En cuanto a cómo se incorporan las crisis sociales a la situación analítica yo
respondería con otra pregunta: ¿cómo pueden no incorporarse a esa situación? Están
presentes, lo sepan o no, terapeuta y paciente. La última pregunta se refiere a de qué
manera el psicoanálisis colabora para el advenimiento del socialismo. Ante esto yo
quisiera señalar un malentendido que amenaza tener peligrosas consecuencias: si bien todo
hecho humano es un hecho político, la revolución social no pasa por la psicología.

EMILIO RODRIGUE:
Psicoanalista, ex APA, casi ex
presidente de la Federación Argentina de Psiquiatras regional, miembro de PLATAFORMA,
novelista, actor "de tercera clase".
Considero que primero debemos sacarnos el peso de encima. Aun cuando uno esté en la
cúspide de la pirámide, el artefacto pesa. Y sigue pesando cuando uno sale y,
aparentemente liberado, tiende a repetir el proceso. Me apenaría mucho que algo de eso
comenzara a ocurrir en los grupos nuevos.
En mi caso personal, el replanteo teórico y técnico se inició antes de mi ruptura con
la APA. Una vez realizada la ruptura, no puedo señalar un campo revolucionario en la
aplicación técnica de la teoría. Eso lo constato incontrovertiblemente con
mis pacientes. Que sienten que yo estoy cambiado, pero no tanto.
He notado de un tiempo a esta parte lo cismático, la lucha tendencial donde cada uno ve
más claro su parte, y más oscura la parte del otro. A veces, la izquierda, poéticamente
hablando, es una mi.. . Habría que revisar si esa crisis misma no es un síntoma
prerrevolucionario...
Ojalá por medio de entrevistas psicoanalíticas, nosotros pudiéramos aliviar los
estragos que produce la represión. A nivel técnico sería emplear e inventar recursos
para neutralizar día a día al sistema. A nivel teórico producir conocimientos en torno
a temas como el miedo, la represión, el odio. Y además de todo esto, hacer de la propia
vida cotidiana un campo específico en revisión constante.
En el ámbito que conozco el de los trabajadores de la salud mental, por
encima de las peleas actuales espero y creo que los diferentes grupos (entre los que
Plataforma y Documento son los más conspicuos) se encaminen a la acción, ya que las
similitudes son más importantes que las diferencias. La sangre ya llegó al río, pero no
se registraron muertos. Y por suerte, es más fácil conversar con los heridos.
¿En cuánto al momento social y económico argentino? En este momento la lucha es si
dentro del peronismo o dentro de los movimientos marxistas. Uno implica el riesgo del
populismo, el otro el riesgo del sectarismo. Sectarismo y populismo están convirtiendo al
campo de la cultura en una bolsa de gatos.
El problema urgente del psicoanálisis para los grupos nuevos es el estudio de las
ideologías en pos de alcanzar una teoría de la ideología. Mientras no la tengamos, se
corre un doble riesgo: o se niega lo social como ocurre ahora en la APA, o se lo
sobreinterpreta como una ideología más sin tener en cuenta las mediatizaciones (con el
perdón de la palabra).
Yo creo que está por hacerse una lectura crítica de la antipsiquiatría. Pasando por
allí incluyendo las críticas al movimiento antipsiquiátrico se puede llegar
a tener una noción más aproximada del loco. La noción de salud y enfermedad es
interdisciplinaria, e incluye, por supuesto, la práctica política.
Cómo última cuestión, yo me pregunto: ¿De qué manera contribuye el socialismo para
llegar a un verdadero psicoanálisis?

ARMANDO BAULEO:
Psicoanalista, miembro de PLATAFORMA.
Docente, trabaja en el campo de la psiquiatría social, organiza grupos. Está terminando
un libro acerca del tema.
En varias oportunidades hemos denunciado en discusiones públicas y por medio de
artículos y trabajos el elitismo y verticalismo de las instituciones psicoanalíticas
tradicionales. Estas siempre han respondido más al tipo de normatividad de la sociedad
capitalista que al contenido de su función. Allí se daban los juegos de jerarquías,
status, rivalidad, vigentes en toda sociedad capitalista. La imagen es: la forma .devoró
al contenido. Una organización de otro tipo deberá partir de una caracterización de la
sociedad, en la cual se va a insertar el contenido del pensamiento psicoanalítico, para
poder establecer líneas estratégicas y tácticas. Estas se vinculan, por un lado, con el
momento político de esa sociedad; por el otro con el cometido de desarrollar lo
específico que hace a su tarea. |
Con esto se quiere expresar que en una
sociedad con lucha de clases, las organizaciones a nivel de la cultura por más
específico que sea su campo, al tener en cuenta ese tipo de lucha, se hundirán en
las ambigüedades de la sociedad de consumo. Frente a la pregunta número 2, creo que hay
ocultamiento o mala fe al creer que hay un antes y un después de una fecha. De creer, por
ejemplo, que a partir del día en que renunciamos a la APA, ya teníamos teoría y
técnicas diferentes, sin ver que esas diferencias ya habían comenzado al estar nosotros
en la .APA: ellas posibilitaron la ruptura. Reformular ambas cosas constituye nuestra
actual tarea.
No se puede caracterizar una lucha en la cultura sin vincularla con la lucha de clases. Es
justamente la lucha de clases la que determina la caracterización y la posibilidad de una
estrategia y una táctica en el campo de la cultura. En nuestro país, la lucha se vuelca
alrededor del logro de la descolonización, de la ruptura con la importación de modos de
vida y de la posibilidad de adquirir una conciencia crítica, como forma clara de saber a
favor de qué clase se está en el proceso de liberación.
En todos los campos la lucha se desarrolla en un juego permanente de explicitación
teórica y de acción práctica. Pero, sin una clara ideología clasista, aquel
desenvolvimiento se puede transformar en profesionalismos, desarrollismos, teoricismos o
practicismos. Los nuevos grupos deben caracterizarse por sus planteos programáticos, para
no caer en oportunismos ocasionales. El grupo Plataforma tiene su planteo programático,
una organización y acciones concretas a llevar a cabo. Dentro del gremio de los
trabajadores de la salud mental como fuera de él. Nuestro momento social y económico da
para dos tipos de situaciones: la ambigüedad que otorga a la difusión y desenvolvimiento
en la mera profesión las características o los atributos que corresponden a un
movimiento de liberación, y la posibilidad actual de injertarse en una conciencia
clasista hasta donde fueran útiles los instrumentos de la especificidad en el movimiento
de liberación. Que el movimiento de liberación determine al intelectual su tipo de
inserción. Con respecto a la relación terapeuta-paciente, aparece, claro, la crisis
social. Llevando este problema al interior de la práctica analítica: éste aparece
manifiesto cuando un paciente no puede tratarse por carencia de recursos económicos. Pero
también aparece de una manera latente la reproducción en el modo de relación
interpersonal, la inscripción de lo social. La crisis social aparece representada en
diferentes manifestaciones, síntomas y contenidos de los sueños. Estamos abocados a la
revisión de las diferentes técnicas, todo lo que hace a la relación terapeuta-paciente
está siendo revisado. Los criterios de salud y enfermedad que parecían tan claros y
naturales, son una ilusión óptica derivada de la ideología de la clase dominante.
Fanón lo demostró a nivel de las enfermedades mentales, delirios y alucinaciones, pero
los últimos estudios en la misma clínica demuestran la estrecha relación existente
entre la explotación dada en el plano económico y material a nivel social y la
vinculación, a veces tortuosa, con la enfermedad somática individual. De aquí que los
criterios de salud y enfermedad, tan distantes que parecían del problema político,
emergen sobredeterminados por él. Es necesaria mucha pedantería para contestar la
última pregunta acabadamente. Nuestras aspiraciones, utopías, fantasías nos dicen
muchas cosas, pero sólo podremos responder desde el campo de la realidad: estamos
comenzando a ejercitar formas de colaboración hacia el socialismo.
SILVIA RODRÍGUEZ EDMUNDO RESSEL
HACIA UNA PSICOLOGÍA
NACIONAL Y POPULAR
Por ANTONIO CAPARROS

Un sistema neocolonial-imperialista, tal
cual padece nuestro país, se apropia de una parte importante de la riqueza producida por
nuestros trabajadores gracias a ser los dueños de los medios de producción y del aparato
del poder político. Naturalmente que para ello necesitan violentar, reprimir a cuantos
intervienen en el proceso productivo, para obligarlos a dicha explotación.
La represión puede ser física. Pero es un recurso extremo. Existen otras innumerables
formas de violentación encubierta, en mayor o menor medida, destinadas a que los
explotados acepten esa situación.
Una forma esencial consiste en enturbiar la realidad y, como consecuencia, hacer que la
misma se visualice con sentido diferente al que realmente tiene. Un aspecto clave es
conseguir que si el trabajo realizado supone una carga y una carencia de
gratificación por sí mismo otras motivaciones sean las que induzcan a trabajar. De
esta manera, con finalidades diferentes, los explotadores consiguen que los explotados
realicen las metas por ellos buscadas.
El trabajo la actividad fundamental del hombre, con la cual va creando su mundo
social no representa una gratificación para el que lo realiza por el hecho mismo de
realizarlo, sino la manera de obtener los medios para satisfacer sus necesidades y deseos
fuera de la actividad productiva; de esta manera, se generan dos campos en la vida del
hombre: uno, el de la producción, donde realiza su trabajo, y otro, el extraproductivo,
llamado también privado, en donde en principio puede obtener gratificaciones mediante lo
que ha obtenido con el trabajo. De esta manera, generando necesidades y deseos en el campo
extralaboral, se lo obliga a incluirse en el campo laboral para encontrar los medios que
permitan satisfacerlas. Esas necesidades y deseos varían notablemente según las capas
que consideremos, así como de acuerdo al momento histórico y la específica estructura
de un sistema social determinado. No pueden ser iguales para los Estados Unidos que para
la Argentina actual.
Pero en el campo extralaboral se cumplen también otras funciones necesarias para el
sistema social. Fundamentalmente, y durante un lapso importante, como ser los primeros
años de la vida, se prepara a los hombres para que funcionen según las pautas, normas,
valores, actitudes, que el sistema necesita que tengan cuando pasen a actuar vidas
autónomas. Ello implica una comprensión de la realidad que se realiza según los
parámetros que las clases dominantes imponen.
No se trata, pues, de que la dinámica socio-económica se identifique con las
motivaciones particulares, de cada hombre. Lo que ocurre es que en cada hombre se han ido
inculcando valores, sentimientos, deseos, comprensión del mundo, los que no sólo le
permitirán incluirse después en las modalidades socio-económico-políticas existentes,
sino que en ellas es donde se encuentra preparado para funcionar.
La necesidad de que los hombres actúen, piensen y sientan de determinada manera en un
país concreto y en un momento dado de su historia, se va transmitiendo desde las
estructuras globales de la sociedad a aquellas otras intermedias, cuyo ejemplo más claro
es la familia. De manera tal que éstas sean microclimas donde los roles que se jueguen
sean el aprendizaje de aquellos otros que luego se han de actuar en la vida adulta. Así,
el autoritarismo paterno no deriva sólo del autoritarismo del sistema, sino de la
necesidad de que el niño, según crece, vaya aceptando la actitud sumisa ante la
autoridad de su lugar de trabajo o del aparato político represor. Y, si pese a todos los
intentos para mejorar la formación escolar, la actividad de aprendizaje de los niños en
las escuelas representa para ellos una obligación más o menos dura y difícil, es porque
esa tarea escolar los va a ir preparando para que el trabajo adulto pueda ser aceptado con
esas mismas características. Evidentemente, una enseñanza realizada de manera tal que
constituye una gratificación para quienes la reciben produciría un grave conflicto
cuando, terminada, sea necesario realizar un trabajo que de por sí mismo, como hemos
dicho, nada tiene de gratificante.
En este exageradamente sintético esquema hemos de decir que los modelos de conducta que
la sociedad va inculcando durante el desarrollo del niño tienen una gama amplia de
matices y que, inclusive, pueden producir efectos contrapuestos que constituirán
desadaptaciones a la sociedad. Entre otras cosas, porque en el medio familiar se modela a
un niño conforme a los valores y metas en ese momento existentes. Pero que, en una
sociedad que esté sufriendo cambios rápidos e importantes, pueden. provocarle una
desubicación, por ejemplo, veinte años más tarde, cuando sean otras las condiciones de
vida.
Por todo lo que hemos dicho, no puede hablarse de etapas en el desarrollo del niño
constantes y universalmente válidas, tales como las propuestas por el psicoanálisis
(fases oral, anal, complejo de Edipo, etc.). La psicología debe descubrir el sentido de
las conductas de los individuos en función de los requerimientos de una sociedad
determinada y específica.
Por eso, cuando se habla de las motivaciones más profundas y éstas se refieren a las
relaciones más primitivas del niño con su entorno familiar, no se está planteando sino,
en todo caso, la envoltura que vehiculiza a los valores, modelos, etc., sociales que la
dinámica familiar inculca. Y lo mismo puede decirse de los llamados mecanismos de
defensa, por ejemplo, que no son formas innatas del individuo, sino el aprendizaje y la
internalización de las formas represivas que el sistema impone.
Nos hemos referido al psicoanálisis, porque es la corriente de más amplia difusión en
nuestro medio. Sin duda que el psicoanálisis, y especialmente Freud, han hecho aportes
empíricos importantes; pero la estructura misma de su teoría y práctica, al no
trasponer el horizonte de los ámbitos más restringidos en que se mueve el individuo, no
puede sino reacondicionar a éste a sus actuales condiciones de vida a lo que el sistema
hoy le está demandando. Y desde luego no podemos dejar de señalar que el psicoanálisis,
al transplantar desde los países metropolitanos y según la escuela más en
boga los modos de comprender al hombre, no puede dejar de ser una forma más de
colonización cultural y mental.
Ante ello, la única manera de crear una psicología científica es mediante el camino que
hemos señalado: el de la estructura ideológica de cada conducta cotidiana, según las
condiciones específicas y el tiempo preciso de un país dado. Esto es, la única
psicología científica es la que estudia los modos específicos que se inculcan desde un
sistema social determinado en cada nación.
Si lo que queremos es comprender la psicología de nuestro pueblo será necesario
investigar cómo se dan entre nosotros los modelos y valores preponderantes, la
concepción de la vida, los deseos, las actitudes y los modos en que se hacen carne en
cada individuo. Por eso, lejos de ser poco rigurosa, la psicología nacional y popular ha
de ser la única verdaderamente científica. |