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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

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Arturo Frondizi
en el banquillo de los acusados

 

Revista LEOPLAN
agosto 1964
(nota incompleta)

 

 

Para unos, el ex presidente de la Nación es un hombre genial, el estadista más importante y coherente que ha tenido el país en las ultimas décadas. Para otros, on intelectual frustrado, un hombre brillante en la oposición que fracasa en el poder. Para otros, un intrigante, un gobernante que se pierde deleitándose con la intriga política como podría serle un ministro del Renacimiento. Para unos, es un hombre frío, calculador. Para otros, un hombre que oculta su calidez por pudor y que vive en continua tensión. Para unos, ha traicionado y vendido el país a potencias imperialistas; para otros, su política es francamente liberadora. Hay más de un motivo para llevar al Dr. Frondizi al banquillo de los acusados de "Leoplán.", interrogarlo y atender con imparcialidad su intenso diálogo con "nuestro colaborador, el escritor y periodista Sergio Leonardo

 

 

—¿De qué se acusaría usted a sí mismo?
—He cometido errores.
—¿Acepta la crítica de sus enemigos políticos?
—Acepto todas las criticas.
—¿Cuáles son las motivaciones que lo llevan a mantener su posición ideológico-política?
—Comparo la situación del país en marzo del 62 con la que estamos sufriendo y me afirmo en una convicción absoluta: el camino que nosotros iniciamos es el único que conduce a la liberación y el progreso espiritual y material de nuestro pueblo. El país retomará esa senda. Estoy seguro.
—¿El motivo de su certeza?
—Una mayor decisión para resistir presiones que se ejercieron contra nosotros.
—¿Por qué se actuaría con mayor decisión?
—Porque ahora sabemos cuál ha sido el resultado final de esas presiones y muchos de los que entonces las fomentaron o secundaron están de vuelta de su error, que ha sido tan perjudicial para el país.
—¿Aspira usted, nuevamente, a la presidencia de la Nación?
—No aspiro a ser presidente.
—¿Por?
—Creo que no solamente desde tan alta magistratura se sirve la causa de la Nación.
—¿Desde dónde lo hace usted?
—Me siento muy feliz de trabajar sin descanso en una tarea que reputo vital para el porvenir inmediato: organizar en toda la República los cuadros del gran movimiento nacional para la lucha por el desarrollo, la legalidad sin trabas y la justicia social, expresado en el MIR.
—¿Qué eco tiene?
—Adhesiones entusiastas.
—¿De quiénes? ¿Correligionarios?
—No sólo correligionarios. No sólo antiguos correligionarios. No sólo ellos. Miles de personas. Especialmente jóvenes.
—¿Jóvenes de qué ¿extracción política?
—Sin filiación política anterior o desprendidos de diversos partidos. Recibimos el aplauso y la confianza de asociaciones y grupos apolíticos.
—¿Qué asociaciones, que grupos?
—Entidades de productores. Sindicatos. Ven en nuestras postulaciones políticas la concreción de la defensa de sus intereses, confundidos con los intereses de la comunidad nacional en esta coyuntura de su historia.
—¿Cree usted que su personalidad ha crecido o decrecido en cuanto a prestigio después de su caída?
—Yo no hablaría de "personalidad".
—¿Motivos?
—Creo que los procesos históricos son más importantes que los hombres que los sirven. En cuanto a la pregunta, cualquier observador imparcial puede darse cuenta que la opinión pública del país aprecia ahora con mayor claridad la obra que desarrollamos desde el gobierno.
—¿En qué puede "darse cuenta"?
—Hay un retroceso sufrido en la economía, y por consiguiente, en el bienestar de los argentinos, como consecuencia de la quiebra de la legalidad en marzo de 1962. Por otra parte, la conciencia nacional que promovimos con nuestras realizaciones en el campo del desarrollo económico, la justicia social, la democracia sin discriminaciones y la política internacional al servicio de los intereses e ideales de nuestra comunidad es compartida actualmente por todos los sectores dinámicos de signo argentino. Desde nuestro derrocamiento, esa conciencia es más lúcida y más combativa, e ilumina la lucha que todo el pueblo libra en este momento contra el inmovilismo y el atraso.
—¿Durante su gestión presidencial, la "realidad" desbarató algunos de sus planes de gobierno, o cumplió con los puntos expuestos en publicaciones y programas? ¿Cree que el pueblo ha olvidado que usted hizo desde el gobierno cosas distintas a las que había postulado desde el llano?
—Hice desde el gobierno lo que era posible.
—¿Es-una justificación?
—No. Dentro de lo posible hice lo que era necesario hacer para lograr los objetivos fundamentales que propuse a la ciudadanía.
—¿Era todo un programa?
—Prometí cambiar las estructuras económicas que nos sujetaban a la dependencia del abastecimiento exterior de combustibles y materias primas que el país posee; prometí sentar las bases de la industria pesada para abastecer las necesidades crecientes de la industria liviana nacional; prometí superar la concentración casi total del poderío económico del país en torno del puerto de Buenos Aires, fomentando el desarrollo del interior y las comunicaciones y los transportes para integrar la geografía nacional; prometí abolir las proscripciones políticas y gremiales y dar la ley de asociaciones profesionales; prometí garantizar por la ley la libertad constitucional de enseñar y aprender; prometí estimular las inversiones de capital nacional y extranjero para expandir la industria y dar pleno empleo y cada vez mejores salarios a los trabajadores; prometí suministrar a la explotación del agro los aportes financieros y tecnológicos para incrementar y calificar la producción; prometí asistir con créditos y con una política impositiva moderna

)

a las actividades productivas y reducir el déficit fiscal y la burocracia. Adapté, a estos fines, los medios que consideré más aptos y rápidos y, en este aspecto rectifiqué apreciaciones y estimaciones que había hecho a la luz de circunstancias diversas a las que encontré cuando entré en la Casa Rosada.
—¿Qué se cumplió, a su entender, de todo el programa?
—Los objetivos básicos se cumplieron, a costa de sacrificar toda la vanidad personal y de resistir como pude las presiones y la hostilidad.
—Esas presiones de que habla, esa hostilidad, ¿desde cuándo se hicieron sentir?
—Me acosaron desde el día mismo en que las urnas del 23 de febrero demostraron que la inmensa mayoría de la Nación apoyaba ese programa. Siempre confié en la inteligencia y la comprensión del pueblo y no fui defraudado, pues me ratificó su confianza en lo fundamental durante todo mi gobierno, como lo prueba el hecho de que mantuvimos amplia mayoría parlamentaria y ganamos elecciones en los días más críticos de la confabulación contra la legalidad y contra el país. El pueblo denunció siempre a los reaccionarios internos y externos que conspiraban contra el gobierno. Cuando estos intereses lograron sacarme por la fuerza y me mandaron al confinamiento, el pueblo, cuyo instinto es siempre seguro, comprendió de inmediato que si sus enemigos tradicionales eran los que me echaban, no seria porque yo era su instrumento, sino porque yo había roto la espina dorsal de la reacción antidemocrática y antipopular, porque había caído en la lucha por la soberanía popular sin limitaciones y por la independencia y la fuerza del movimiento sindical argentino.
—Se dice que usted se aferró al sillón de Rivadavia. ¿Buscaba usted el poder por el poder?
—Si yo hubiera querido el poder por el poder mismo, hubiera gobernado sin sobresaltos y no me hubieran derrocado. Me habría bastado con servir los intereses que me asediaban, mantener la proscripción de las mayorías, "bajarle el copete a la CGT", seguir importando petróleo, acero y productos químicos, mantener una masa de desocupados para abaratar la mano de obra, desalentar el desarrollo de la industria nacional y seguir docilmente los dictados extraños que querían obligarme a desmentir la tradición internacional de la República de respetar la autodeterminación de los pueblos y de cooperación con la paz y la convivencia entre todas las naciones del mundo. Si hubiera traicionado realmente el mandato popular habría sido un gran presidente para los intereses y grupos que me combatieron precisamente porque servía a los grandes intereses de la Nación ¿No le parece claro que los "gorilas" y los reaccionarios no habrían derrocado a un gorila y reaccionario? Al pueblo argentino esto le resultó claro desde el principio por mucho que hayan querido confundirlo dirigentes y partidos que se dicen populares.

 

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