LA ARGENTINA, UN PAÍS DE BLANCOS
EL OCULTAMIENTO DE LA MESTIZACIÓN
Norma Videla Tello
Profesora y Licenciada en Historia. Master en Cultura Argentina. Investigadora del
Instituto Histórico de Morón
Junio 2000
Cuando se trata el
tema de la inmigración argentina generalmente se plantea a partir del momento de la
inmigración masiva ocurrida en la segunda mitad del siglo pasado. Y también se considera
que el gran cruce de sangre con italianos, franceses, irlandeses, españoles, suizos, etc,
generó el gran fenómeno de transculturación y fusión étnica que permitió al país
mantener su blancura europeizante de la que tanto se enorgullecía.
Pero vale la pena detenerse un momento a reflexionar cuáles fueron los inmigrantes
primigenios y cómo fue el proceso de entrada de extranjeros a este mundo nuevo y algunos
de los cambios que produjeron.
El continente secreto
Antropológicamente sabemos que
los primeros caminos abiertos por las huellas de consuetudinarios viajeros que llegaron a
este continente, fueron marcadas por pueblos asiáticos que entraron por el norte y
navegando el Pacífico llegaron otras etnias que configuraron la base humana americana.
Ya desde el comienzo hubo diversidad de hombres en los rasgos, color de piel,
formas craneanas, y cuerpos gruesos o longilíneos, con distintas costumbres, ubicados en
variadas regiones de este enorme continente, marcando diferencias entre los grupos humanos
que comenzaban a asentarse en el paisaje americano, iniciando su historial.
Llamados naturales, indígenas, nativos, gente de la tierra, aborígenes, y luego
de la conquista, indios, ellos fueron en realidad y dentro de lo que sabemos a través de
la neblina de un tiempo lejano: los primeros en llegar.
Hicieron su historia, formaron sus grupos, clanes, tribus, pueblos y algunos se
engrandecieron tanto que configuraron algunas culturas superiores imponentes en su
arquitectura, arte, saber, fuerza guerrera y cohesión basados en un inteligente gobierno.
Así se fueron marcando aquí también las eternas diferencias impuestas por el
poder y la fuerza de unos sobre otros y por consiguiente surgió la lucha del hombre por
asumir su condición de ser superior y libre. Los poderosos sometieron a los débiles, los
vencieron y sojuzgaron explotándolos de algún modo, ya sea adueñándose de su fuerza
física o de su libertad, fundamento como persona.
El continente descubierto
Cuando llegaron los europeos y se
produjo el encuentro entre nativos y blancos, hubo un proceso casi común en las distintas
regiones, primero los sucesos de encuentro fueron generalmente incruentos, de
deslumbramiento y luego cuando los españoles conocieron civilizaciones americanas
superiores y supieron de las potenciales posibilidades de explotación de riquezas en
estas tierra, se produjo la conquista de los blancos sobre los indígenas por la
imposición de la fuerza.
En los comienzos del siglo XVI un frío vendaval terminó con la armonía y el
equilibrio creado por siglos de convivencia pacífica o no entre los antiguos habitantes
del continente secreto. Con incredulidad y espanto hombres y mujeres veían la caída de
su mundo, y sufrían la muerte, la persecución y la tortura a manos de los blancos
conquistadores.
Esa fue quizás, la primera vez que este suelo recibió el abono de tanta sangre
humana, en un proceso que acaso fue como un terremoto que desmoronó los cimientos de
todas las sociedades existentes.
En los nativos, cuya evolución no había alcanzado su esplendor y tenían
distintos niveles de crecimiento cultural, el poderío español se impuso en muchas
oportunidades sin mayores contratiempos, quedando espacios del continente que con el paso
de los siglos se fueron transformando en definidos reductos de resistencia indígena hasta
casi fines del siglo XIX.
Se iniciaba una empresa titánica donde el mundo europeo experimentado en milenios
de construcción de culturas y luchas por sobrevivir, hacía pie en una enorme tierra
habitada, con definidas perspectivas de conquista. Desde este momento la corona impone un
criterio de dominio sobre sus habitantes naturales; ellos venían (una vez comprobada la
veracidad del descubrimiento de una tierra desconocida por el mundo mediterráneo), a
adueñarse de todo, transformándolo en reino e incorporándolo a la corona. Y así lo
hicieron
La inmigración española
¿Quiénes eran esos hombres y
mujeres que se atrevieron a viajar durante meses emprendiendo semejante aventura para
cambiar totalmente la realidad de sus vidas? Sabemos que fueron muchos, según cálculos
de Vicens Vives hacia mediados del siglo XVI habrían llegado cerca de 150.000 españoles,
entre quienes abundaban "andaluces y extremeños; de ellos hay muchísimos
sevillanos, aunque es probable que bajo esa etiqueta figuren numerosos forasteros que
vivían transitoriamente en Sevilla antes de embarcar... hacia 1581 quedaron equiparados
para recibir permisos de viaje incluso para cargos, todos los peninsulares." (1)
Pese a negar el permiso de embarque a quienes no pertenecieran al reino de
Castilla, no resultaba nada fácil reunir voluntarios para emprender los primeros viajes a
través del Atlántico, casi desconocido y sin saber a ciencia cierta cual sería el
destino que los esperaba, aunque abundaran las anécdotas sobre riquezas y ciudades
fabulosas.
El 19 de julio de 1535 cuando Don Pedro de Mendoza estaba preparando su viaje hacia
el Río de la Plata, y habiéndole planteado a la Reina sus dificultades para encontrar
suficiente tripulación, ella expresaba '."Visto he lo que de vuestra parte me ha
sido suplicado que por que no halláis maestres pilotos y marineros que quieran ir con vos
al dicho Río sino son portugueses o otros extranjeros os diese licencia para que los
pudieses llevar y aunque como sabéis ir a aquella provincia personas no naturales de
nuestro Rey no especialmente portugueses podría traer inconvenientes por la mucha
confianza que el emperador mi señor y yo tenemos en vuestra persona he acordado...
"(2) Como resultado de lo cual fueron autorizados a viajar no solo portugueses sino
flamencos y gente de otros reinos considerados extranjeros.
Además hubo que contratar a parte de los hombres que habían viajado con
Sebastián Caboto. Asombrosamente, había marinos que no titubeaban en ir y venir por el
Atlántico en tiempos de navegación incierta a mar abierto. (3)
Los caballeros y principales que preparaban su viaje en esta expedición se
interesaron por llevar consigo criados, negros esclavos, caballos y yeguas y trataban de
conseguir expresa autorización para adueñarse de indios, mano de obra indispensable para
iniciar sus empresas en nuevas tierras. Llama la atención la cantidad de negros y negras
que pretendían traer en esta expedición. (4)
Además, era su intención traer nuevamente a los indios que había llevado Caboto
a España desde estas tierras; pero esto no se hacía por alguna razón piadosa hacia
aquellos seres que habían sido arrancados de sus pueblos para ser presentados como
muestra de las rarezas americanas, sino porque "por el bien de su armada conviene por
ser estos ladinos que tornen a aquella tierra para ser intérpretes..." (5) Esto no
fué muy fácil pues algunos habían sido asignados a monasterios cuyos frailes no
aceptaban entregarlos expresando que eran esclavos, por lo tanto no tenían la libertad de
optar voluntariamente si deseaban volver a su tierra natal, así que hubo que reafirmar la
orden.
Los planes de Pedro de Mendoza consistían en construir tres fortalezas "en
las tierras y provincias que hay en el Río de Salís, que llaman del Plata, donde estuvo
Sebastián Caboto para por allí calar y pasar hasta llegar a la mar del Sur". (6) Ya
que la Reina había establecido claramente que él ejercería gobierno sobre "la
tierra que hay en todo el Río de la Plata que es nuestra demarcación que comiencen donde
dicen la cañonea hasta el Río de Santa Catalina y cien leguas de tierra adentro...
" (7) En toda la zona estaban autorizados a tomar los indios y hacerlos trabajar,
aunque sin abusar de ellos y proveyéndoles el sustento necesario.
Coincidiendo con uno de los objetivos primordiales de los viajes a América, se le
pidió al Guardián del Convento de San Francisco, de Sevilla, que enviara algunos frailes
en la expedición "para la instrucción de los naturales de dichos territorios"
(8)
El mestizaje contaminante
La ciega actitud de los
españoles ante la presencia de los habitantes naturales de este continente se reflejó
inicialmente en la aplicación de un criterio fundacional racista. Los inmigrantes blancos
debían mantener la pureza de su sangre, como el más preciado tesoro, muestra del linaje
de un pueblo que irónicamente en Europa era sospechado de impuro por la cantidad de
habitantes moros y judíos que desde tantos siglos atrás cohabitaban la Iberia, pero
obsérvese que el acento estaba puesto en la diferencia de creencias religiosas, más que
en las diferencias de raza. La impureza traía consigo el escarnio de ser inferior, poco
inteligente, y por estar en contacto con otras creencias, con el alma contaminada.
"Con arreglo a este principio, la mala religión y la mala raza van unidas de
modo tan fuerte, que los que se convierten al cristianismo transmiten .a sus descendientes
una herencia sospechosa desde dos puntos de vista; con frecuencia son apóstatas de la fe
y transmiten generación tras generación una especie de fermento malo y dañoso que se
expresaba cuando se decía que alguien tenía un "cuarto" un "octavo "
de judío o de moro. (9)
Mas la Iglesia americana ante la escasez de inmigrantes españolas solteras o
casadas siguió una política de apoyo al matrimonio mixto, con la condición de que las
indias previamente al casamiento se convirtieran al cristianismo, esa actitud aprobada por
la corona y apoyada por la legislación que se iba escribiendo en el Consejo de Indias fue
mas aceptada y practicada en el primer siglo de fundación de poblaciones. En esta mirada
nueva tuvieron mucho que ver las Leyes Nuevas emitidas en 1542, que terminaron legalmente
con la incipiente explotación de los indios y el abusivo régimen de los encomenderos.
Pero "esta legislación de profundo sentido cristiano y humanitario chocó con la
mentalidad prevaleciente en la época y con concretos intereses económicos que veían
desahuciarse la posibilidad de lucro en la Conquista." (10)
Desde que los españoles hacían pie en estas tierras se sentían ubicados en una
situación social de superioridad frente a los criollos, mestizos, indios y negros,
sintiendo por estos tres últimos grupos un verdadero desprecio. (11) Ignorando que aquí
se empezaba a producir una de las mayores sagas de mestización no sólo racial sino
fundamentalmente cultural, o tratando de ser más exactos, de aculturación.
Luego, la fluida llegada de mujeres españolas provocó la disminución de
matrimonios mixtos aunque no las uniones mixtas de hecho, que prosiguieron por largo
tiempo, originando todo este proceso de mestización.
La existencia de hijos nacidos dentro del matrimonio y extramatrimoniales comenzó
a marcar diferencias de origen, siendo estos últimos condenados a una situación de
ilegitimidad, que los fué ubicando en un rango social interior.
Recordemos que en un principio la estructura sociopolítica de incas y aztecas con
sus representantes reales, fue en alguna medida respetada formalmente, para contener la
sensación de cambio hecha de raíz y de modo brutal.
Del mismo modo "En abril del año 1658, Juan Arias de Saavedra, teniente de
gobernador y justicia mayor del Río de la. Plata, realizó una información para declarar
la nobleza de los indios caciques guaraníes." (12)
Lógicamente las diferencias tampoco fueron las mismas si el padre del mestizo era
un hidalgo de respeto que mantenía a una manceba o un simple soldado, que de paso por un
ligar en una efímera unión había engendrado un niño al cual jamás conocería y del
que nunca tendría noticias.
Eufemio Lorenzo Sanz señala que hubo una gran diferencia de actitud frente a los
mestizos según de qué institución se tratara: la Iglesia aunque con reparos aceptó la
incorporación de ellos a cargos eclesiásticos, pero la corona no los consideró
socialmente iguales a los demás para ejercer cargos políticos de alto o medio rango.
Obviamente el problema de diferenciación entre españoles, criollos y mestizos se
planteó con mayor fuerza en la segunda generación de inmigrantes, ya nacida en estas
tierras. Ella no logró la protección fuerte de los conquistadores. Su presencia
disminuía y dejaban huérfanos a una descendencia cuyo origen se iba oscureciendo no
tanto en su piel, como en la alcurnia de origen, aunque ilegítimo, de renombre y respeto
impuesto por la importancia de la paternidad, provocando esto un camino social
descendiente sin remedio, dentro de la construcción colonial americana. Entonces
aparecieron las excepciones y diferencias de clases, como expresaba Solórzano Pereira
considerando que no se podía comparar a sus hijos con otros seres de origen inferior,
ordinario y espúreo. (13)
Los migrantes... y sus sentimientos
En toda esta historia donde miles
de personas comenzaron su migración hacia América durante los siglos XVI, XVII y XVIII,
profundizando el lado humano de semejante trasplante, para cada ser que viajó debió
producirles un gran desgarramiento la ruptura con su mundo. No obstante iban tras una
utopía o un sueño, aunque la llegada a tierra nueva les mostraba una realidad totalmente
distinta, que hacía trizas sus especulaciones, sumiéndolos muchas veces en el agobio y
la desesperación.
Generalmente el dolor que se siente ante semejante trasplante lleva a veces a
idealizar la tierra abandonada, atenuando los problemas, los peligros o las necesidades
que los obligaron a tomar de tal decisión.
Como es natural en los inmigrantes que ya tenían vividos algunos años en América
surgía el sueño de lograr regresar a su patria, sobre todo para morir en su tierra
natal. La nostalgia por el paisaje, el aire del terruño, los rostros de aquella realidad
cotidiana que atesoraban en su memoria desde los años de juventud en que habían
emprendido tal aventura, siempre dejaba en ellos un fuerte sabor de remembranzas, que en
algunos casos se atenuaba cuando los logros conseguidos en el nuevo mundo superaban sus
espectativas y los catapultaba a un nivel social superior al de su origen familiar.
Pero la verdad era que el hambre y las posibilidades de alcanzar un nuevo status
social movilizaba a innumerables aventureros hacia las tierras del Plata. Cuenta el
Bachiller Baltasar Sánchez (14) a su hermano Gaspar, a quien anima para que emprenda el
viaje, en una carta escrita desde el Río de la Plata en 1578 (dos antes de la segunda
fundación de Buenos Aires) y dirigida a Estepa, en España:
"Muy magnífico señor : ...lo que de nuevo se ofrece escribir es que, pues
esa tierra es tan trabajosa como se entiende, que pudiendo dejar la deje, y si presente no
pudiere, apercíbase para cuando alguna gente de ese pueblo viniere al Río de la Plata...
y si no, hágalo cuando digo y vayase con la gente que fuere al Río de la Plata, que el
señor Carlos de Vera lo sabrá. Porque, aunque no nos veamos por la mucha tierra que hay
de una parte a otra, estaré contento en saber de v.m... Sé decir que como v.m. llegue
con salud, que el resto de su vida e hijos habrán acabado con las miserias de España y
trabajos y hambres y desnudez de ella. Y tendrán mucho descanso, y quien les sirva y de
comer, así digo se tenga en cuenta con esto que importa mucho a trueque de algún poco de
trabajo... Y porque de una manera o de otra pasándose v.m. acá, como sucediere haremos,
porque para juntarnos buscaremos el mejor lugar, que aunque la distancia de tierra como he
dicho es mucha, al fin nos trataremos y veremos... que acá me duele y siento la
extrañeza de esa tierra... (15)
Por lo general estas
cartas contenían llamados a algún pariente, para que viniese, y dinero para pagar el
viaje, para la dote de alguna mujer de la casa, para los estudios de algún hermano, pues
quien lograba llegar como letrado tendría más posibilidades de inserción en América o
lisa y llanamente para mantener a la familia que había quedado. (16)
Resultan interesantes las recomendaciones que hacían a los parientes sobre los
aprestos para el largo viaje.
A las mujeres por lo general les recomendaban que tomaran un camarote. Resultando
esencial a todos que se avituallaran de agua (en botijas) y pan, incluso algunos
aconsejaban traer gallinas, carne de cerdo y especias o arroz, fruta seca, quesos,
jamones, más elementos de cocina, ropa blanca y el tipo de vestimenta adecuada para
adaptarse al lugar social que el nuevo americano autor del llamado, había logrado en
América.
También era aconsejable adquirir esclavos en España para traerlos con ellos en el
viaje, pues su precio era mas bajo que en América.
Luego, a medida que pasaban los siglos se acentúan y multiplican las
clasificaciones en castas, hay autores que diferencian las castas de las mestizaciones
entre blancos e indios, considerando de ese modo a las castas como mezclas de seres
totalmente inferiores, sólo útiles para el servilismo y la máxima explotación física.
Que los tiempos iban cambiando, lo confirma la evolución que va mostrando la
legislación de la corona en el siglo XVIII, que con Carlos IV trata de abrir las puertas
de ciertos cargos públicos a los mestizos, aumentar de cierta manera su prestigio social
e incluso en el reglamento del ingreso del colegio para Nobles Americanos de Granada se
modifican algunos artículos permitiendo (por lo menos en la intencionalmente), el acceso
de mestizos e hijos y nietos integrantes de la nobleza de las altas culturas que ellos
mismos habían destruido. (17) Famosa institución de antes condicionaba que "donde
residiere el pretendiente, se presentará su fe de bautismo y la de sus padres y
abuelos... (18) Pero como sucedía en otros aspectos de la vida en estas tierras, una cosa
era lo que se legislaba en España y otra muy distinta lo que se hacía en América,
siguiendo Buenos Aires y el Virreinato del Río de la Plata igual criterio.
La inmigración forzada
Esta fue la mas aberrante, pues
trajo a América a la fuerza la raza de África que ya desde hacía siglos era considerada
simplemente por su color de piel ideal para la esclavitud.
Ni el hecho de estar sus aldeas ubicadas en la profundidad de la selva, pudo
impedir que llegaran hasta allí los traficantes de seres humanos, generalmente árabes y
berberiscos a terminar brutalmente con el sosiego de familias enteras, conformadas con
amor, con proyectos marcados por su sociedad para el futuro de sus lujos. De nada valía
el valor de los hombres para defender la aldea, todo terminaba rápidamente entre
matanzas, fuego y cadenas y latigazos para los sobrevivientes.
Pero para el tráfico dirigido a América fueron los portugueses los primeros en
monopolizar el traslado. La cantidad de negros requeridos fue conformando toda una
estructura mercantil en tierra africana donde intervenían reyezuelos africanos que se
convertían en buscadores de esclavos en el interior del continente, para luego
negociarlos en lugares como San Pedro de Loanda, puerto angolés donde los portugueses
esperaban con los barcos negreros para embarcar cantidades de piezas hacia Brasil y el
Río de la Plata. Los esclavos no solo eran atrapados en cacerías, sino que había tribus
que vendían algunos de habitantes como un castigo de la comunidad, o también eran
vendidos por sus propias familias en épocas de grandes hambrunas. (19)
Contrariamente a lo que sostienen viejos textos de historia en nuestro territorio
entraron muchos esclavos, hecho que ha impedido realizar estudios estadísticos exactos
sobre la cantidad de entradas. Sí existen análisis sobre determinados períodos de los
que se han rescatados controles de desembarco.
Ellos fueron comprados y diseminados en la ciudad de Buenos Aires y la campaña
bonaerense, donde eran empleados para el trabajo agrario. Los españoles en los primeros
tiempos habían creído que sería posible asimilar rápidamente a los naturales de cada
región para usar su mano de obra, pero su fuerza de lucha, y su inclinación hacia la
ganadería obligó a los blancos a poner sus miras en los negros.
También muchos de ellos fueron destinados a la ciudad de Córdoba, donde se
constituyó una de las principales plazas de distribución hacia Cuyo y el noroeste
argentino. Tucumán y Catamarca llegaron a tener mas de la mitad de la población negra y
mestiza.
También las compañías religiosas fueron importantes introductoras de esclavos,
llevándolos a sus estancias como los jesuitas, para las tareas de agricultura.
Las mujeres negras eran tomadas por los blancos con quienes tenían hijos, pero
estos no fueron jamás reconocidos, ni aceptados de hecho como tales por sus padres. Es
más, por ser hijos de esclavas automáticamente pasaban a sumar el número de esclavos
del propietario correspondiente. No obstante así comenzó de cierta manera el
blanqueamiento de ellos.
Comúnmente se destaca el hecho de que en nuestro territorio el trato hacia los
negros fue bondadoso, actitud que en muchos casos no negamos; sólo queremos recordar que
por más benigno que fuera ese trato jamás pudo borrar el sufrimiento de estos condenados
por el color de su piel a ser bienes comprables.
Claramente expresa Gabriela Gresores "Lo que aparece sí, es un incremento de
la tensión entre una realidad de mestizaje que se iba profundizando con el tiempo y la
intención del estado colonial de evitarla mediante disposiciones jurídicas. Esta
tensión continúa durante el período de la independencia, reflejado en proyectos
antagónicos en torno a la incorporación o no en igualdad de condiciones de las castas
segregadas en la sociedad. En este período, el conflicto se resolvió muchas veces en el
plano de la apariencia, con un cambio de lenguaje, cambiando los términos de indio, negro
y mulato, que tenían previsiblemente una connotación negativa, por los de natural,
moreno y pardo. " (20)
Conclusiones
¿Y por qué no preguntarnos
sobre nuestra identidad basada en una sociedad mestiza con tantas influencias culturales?
¿Por qué no preguntarnos sobre el empeño de los argentinos, sobre todo de Buenos Aires
de "ser el país más blanco de Latinoamérica". (21)
Hay quienes prefieren diseñar un panorama simplista, limpio y acabado donde no
compartimos la aventura del resto de América Latina: Méjico, Colombia, Perú, Bolivia,
cuya base poblacional es indígena.
La Argentina, para muchos nació con la llegada de los primeros barcos, la gente
traída por Don Pedro de Mendoza, y la tierra hecha pueblo por Don Juan de Garay.
Nos estamos refiriendo sobre todo a la idea borgiana a veces debatida, pero
también oportunamente aceptada por muchos quienes prefieren descender de los barcos y no
contaminar su sangre con indios o negros. Aquí en Buenos Aires, donde el cosmopolitismo
del XIX los enamoró de Europa, puede llegar a simularse, pero no en el Interior.
Interior, en este caso con mayúscula, porque pasa a tener en esta historia una
conciencia de origen identidario distinto, donde en las ciudades históricas,
fundamentalmente, y en muchos lugares de la campaña, la mestización fue una realidad que
se lleva en los rasgos y en la sangre, allí nacieron los criollos que conformaron una
sociedad distinta a todas las anteriores, de los indios precolombinos, los inmigrantes
españoles y de los jirones de cultura que trajeron los negros, la sociedad criolla,
propia de la América hecha por todos. A ella pertenecen incontables familias que
iniciaron su linaje en este mundo nuevo, sobre la base de las uniones propias de un
entorno habitado por estas razas.
Las antiguas familias que provienen de los siglos fundacionales no pueden negar su
mestización con indios, y en zonas más ennegrecidas, con negros.
Felizmente hay lugares donde eso es un orgullo, pero en las ciudades más grandes
del país se observa a veces un molesto silencio o pérdida de la memoria.
Una metrópoli habitada por blancos, en medio del mestizaje latinoamericano, ha
esgrimido el orgullo de tener una población blanca, tapando tal vez inconscientemente
innumerables sucesos que desde los inicios de la colonización dieron un tinte distinto a
nuestra población.
Por ello se fue tejiendo un velo de silencio sobre los negros; los cautivos, que
una vez internados a la fuerza por los malones aparecen en la historia como tragados por
el desierto; los indios a quienes finalmente se prefirió exterminar que respetar sus
culturas y darles un lugar generoso en el país, y más recientemente sobre tantos
desaparecidos, y los atroces asesinatos de judíos que en los últimos años no han
logrado ser esclarecidas por quienes tienen la responsabilidad para hacerlo.
La memoria remueve vivencias tortuosas; revivirlas implica tener una especial
fortaleza de las personas. Por eso también a veces se producen silencios inconscientes,
pero las nuevas generaciones reclaman una historia cierta, donde todos sus protagonistas
tengan su correspondiente lugar, donde finalicen los mutismos y se llenen los vacíos.
Todos estos millones de seres humanos, ignorados por la historia son un reto para
todos nosotros, "no son espectros del pasado, expresan la avanzada de una
civilización que aspira a la fraternidad y a la vida, al respeto mutuo y a la convivencia
entre diferentes, a la igualdad de oportunidades y ante la ley de todos..." (22) §
Notas y citas bibliográficas y
documentales
(1) J. Vicens Vives. Historia de
España y América, Social y Económica. Editorial Vicens Vives. España. 1982.
(2) Colección García Viñas.
Copias del Archivo de Indias. (En adelante CGV. Archivo de Indias). Tomo 27. Documento
800. 19 de julio de 1535. Madrid.
(3) CGV. Archivo de Indias. Tomo
27. Documento 822. 21 de mayo de 1534. Toledo
(4) CGV. Archivo de Indias Tomo
28. Documentación 825. Valladolid. 19 de julio 1534.
(5) CGV. Archivo de Indias. Tomo
28. Documento 825. 20 de agosto de 1534.
(6) CGV. Archivo de Indias.
Documento N° 817, 6 de agosto en 1534.
(7) CGV. Archivo de Indias. Tomo
28. Documento 825. 9 de enero de 1535.
(8) CGV. Archivo de Indias. Tomo
28. Documento 820. 16 de junio de 1535.
(9) Eufemio Lorenzo Sauz. El
mestizaje en. Hispanoamérica. Cuadernos de investigación Histórica. N° 4. Fundación
Universitaria Española. Seminario "Cisneros". Madrid. 1980.
(10) Armando Raúl Bazán. El
mestizaje americano y la formación de la sociedad criolla. El caso especial del Tucumán.
Investigaciones y Ensayos. Academia de la Historia. Enero-diciembre de 1992. N° 42
(11) Enrique Otte. Cartas
privadas de emigrantes a Indias. 1540-1616. Fondo de Cultura Económica. México 1996.
(12) Juan B. Olaechea Labayén.
La ciudadanía del indio en los dominios hispanos. Cuadernos de Investigación Histórica
nº 5. Fundación Universitaria Española. Seminario "Cisneros". Madrid. 1981.
(13) Eufemio Lorenzo Sauz. El
mestizaje en Hispanoamérica. Cuadernos de Investigación Histórica. N° 4. Fundación
Universitaria Española. Seminario "Cisneros". Madrid. 1890.
(14) En el Archivo General de
Indias existen 650 cartas escritas desde América por inmigrantes españoles a sus
familiares de España, las cuales eran presentadas por los nuevos aspirantes a emprender
la aventura hacia América junto a las solicitudes de permiso, como prueba de la
existencia de vínculos con parientes americanizados que podían proporcionar hogar o
apoyo en las nuevas tierras.
(15) Enrique Otte. Cartas
privadas de emigrantes a Indias. 1540-1616. Fondo de cultura Económica. México. 1996.
(16) Enrique Otte. Cartas privadas de emigrantes a Indias. 1540-1616 Fondo de Cultura
Económica. México.1996.
(17) Eufemio Lorenzo Sanz. El
mestizaje en Hispanoamérica. Cuadernos de Investigación Histórica. N° 4. Fundación
Universitaria Española. Seminario "Cisneros". Madrid. 1980.
(18) Archivo Histórico de San
Luis. Documento 794. Carpeta 5. Fecha 17-1-1792.
(19) Maud de Ridder de Zemborain.
Cuando en Buenos Aires se remataban negros. Revista Todo es Historia. N° 393. Abril 2000.
(20) Gabriela Grosores. Negros,
mulatos y pardos en la Magdalena. Colonial. Revista de Historia Bonaerense. N° 15. Año
IV. 1998.
(21) Marta Beatriz Goldberg.
Nuestros negros: ¿desaparecidos o ignorados? Revista Todo es Historia. N° 393. Abril
2000.
(22) J. M.
Pasquini Duran. Opinión. Diario Página 12
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