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Los que se ponen la
"camiseta"
Horacio Sueldo
...y el "cuero" de
Perón resultó extensible. Como el de todos. Nadie nace y muere con un mismo caudal de
coraje o de voluntad, de memoria o de inteligencia. Se achica o se agranda según su
ejercicio, incluso según las circunstancias; "no hay nada como el peligro para
refrescar un mamao", nos enseria el "Martín Fierro". Hasta la virtud y el
vicio, hábitos en el bien y en el mal, respectivamente, dependen de un cierto
entrenamiento o enervamiento volitivo.
Lanusse no meditó en estas verdades, a pesar de que el "cuero" podría
haberle dado para eso, pues no le viene faltando gimnasia, y a fe que parece haberlo
estirado bastante. Se equivocó, pues, juzgando a Perón cobarde, en una medida fija y
definitiva, tomada .veinte años atrás y con su propio metro, poco objetivo por ser
propio. Y volvió a equivocarse al provocarlo reiteradamente, poniéndolo al borde del
abismo. ¿Quién puede dejar de reaccionar entonces?
En esa pendiente, el tercer error resultó casi inevitable: si el tipo viene
forzado, representando una comedia, agradeceré que se lo ayude a pegar la vuelta
encerrándolo en Ezeiza, aislándolo, humillándolo. La improvisación táctica seguía
fiel a un presupuesto estratégico rígido: la cobardía de Perón. ¡Y volvió a fallar!
El preso de lujo aceptó nuevamente el reto: si no dejaban llegar a la gente, había que
salir en busca de ella. ¡Y vaya si la encontró! Aunque ésta es otra tela para cortar|
Tanto desafió Lanusse al mito, que lo hizo realidad. Frotó sobradoramente la
lámpara de "su" verdad, pero en vez de Paladino, se le apareció Aladino. Y
ahí lo tiene, instalado en Vicente López, nombre a la medida para Pablo Vicente y para
López Rega, algo así como el precursor y el administrador del retorno. ¡SI parece
mentira! Ahí está, ahicito nomás, como decimos tierra adentro (pero no con
"s" como lo escribe YPF); y no ha pasado gran cosa, que es quizá lo más
admirable del asunto.
También del otro lado alguna gente ha cometido errores durante diecisiete años,
tal vez a la inversa: desafió a la realidad, hasta que se quedó sólo con el mito. Todos
los años, de setiembre a diciembre, se agitaba el fantasma del retorno; una suerte de
"Rito de Primavera", sólo que cambiando a Stravinsky por Sciammarella en la
música de fondo. Tres lustros largos y pesados parecen haber desgastado parejamente a los
actores y al público, un público que solo podía seguir de reojo la función, apremiado
hasta la angustia por implacables exigencias económicas y sociales, por cambiantes
presiones y frustraciones políticas.
Anduvimos por Ezeiza a campo traviesa, bajo la lluvia y los gases. Creímos que
nuestro lugar era ése, con la gente "prohibida"; no en los salones abiertos
para las tarjetas oficiales de acceso. Si hablamos exhortado a una concurrencia masiva
para ahorrarle a Perón un solo instante de debilidad política, nada teníamos que hacer
en el resguardado besamanos de tantos que dicho sea con la jerga peronista
"se ponen la camiseta" y se quitan la vergüenza para merecer a Papá Noel
cuando vaya a .distribuir sus regalos. Debíamos compartir el desamparo popular, calados
hasta los huesos por entre los pastizales inundados, atravesando arroyos, esquivando
granadas, llorando sin querer...
Muchos jóvenes, casi todos; la mayoría, estudiantes. "¡No se vuelvan, que
es nuestra última oportunidad!'", clamaba una mujer con más años que estudios.
"¡Adelante, compañeros, que ya llega la U.O.M. con mil quinientos!", exhortaba
un ansioso activista sindical. "¿Y qué hacemos con eso? Necesitamos doscientos
mil!", replicaba con amargura un militante. "Compañero que yo vea bajo un
árbol o un porch, compañero que retrocede, no es un compañero", arengaba
estremecido un dirigente. Iban y venían, por acá, por allá, hasta el repliegue final,
rumbo al televisor.
De ahí a Vicente López la cosa no ha cambiado mucho. Menos agua y gases, la misma
gente, el entusiasmo satisfecho de cambiar la imagen de la pantalla por el hombre real,
cerquita, al alcance de la mano para algunos. Y con guardia propia: ¡ya es nuestro! Pero,
¿dónde están los demás? ¿Por qué tantos en el fútbol y en las carreras, con la
vieja y con Nicolino, con.., vaya uno a saber con quién? Tal vez el mitin monstruo en el
Autódromo, tal vez el tren especial por Rosario, Córdoba, Tucumán...
A no engañarse, ni unos ni otros. La gente está, no se ha entregado como la
amante infiel; pero requiere motivaciones más profundas que la anécdota, más
convincentes que el "milagro", precisamente porque, más madura que muchos
universitarios, ya no cree en milagros políticos. Lejos del oportunismo electoral y del
ventajerismo burocrático, lejos del mimetismo intelectualoide y del triunfalismo de las
"vedettes", millones de argentinos guardan su afecto recóndito, su fe
replegada, su anhelo de definiciones, de claridad, de renovación.
Perón, gran intuitivo, se muestra un hombre nuevo, ante un país que adivina
cambiado. Tanto, que asimila su presencia con masiva serenidad. Un país que necesita y
quiere cambiar más aún, desde adentro hacia afuera. Y Perón habla en secreto (sesión
del Plenario de la Unión Nacional) como en público: por la instituclonalización y la no
violencia, por la cooperación y el trabajo, por el progreso y la seguridad. Promotor de
un acuerdo popular amplio, que permita a la civilidad (la gran fuerza de todas las
naciones, dijo) superar la resistencia y la parálisis del régimen militar de hoy, las
acechanzas golpistas de mañana.
Modelo: Europa occidental, cuya reconstrucción él ha presenciado desde muy cerca.
Ante estos objetivos nacionales que nos congregan añade serla pequeño,
quizás mezquino, ponernos a discutir sobre frentes electorales; en esta materia, ¡que
cada partido haga lo que quiera! Esto cayó como un balde con cubitos de hielo sobre una
docena de cabezas frentistas, seguras hasta entonces de poseer la herramienta de la
"salida electoral". El peronismo parece aprestarse a afrontar solo la batalla
electoral, destruyendo las Ilusiones de quienes especularon con un Perón distante
(esforzándose en demostrar que no debía regresar) para montar aquí el negocio electoral
en su nombre.
Claro está que ésa puede ser una táctica momentánea de Perón, para
desembarazarse de compromisos inmediatos, reunir el máximo de amigos y obtener así la
mayor libertad posible para su movimiento. Después, probablemente torne a buscar aliados.
O tal vez no. ¿Quién lo sabe? Los que no hemos condicionado de modo absoluto nuestro
juicio y nuestra conducta a decisiones ajenas, por más estimables que sean, no nos
sentimos torturados por esa incertidumbre. Desearíamos, por supuesto, compartir en la
mayor medida esta gran aventura nacional, con el justicialismo y con otras fuerzas
populares.
¿Hasta dónde lo permitirá este nuevo Perón? ¿Hasta dónde su propia masa se
sentirá representada por las nuevas consignas? Las respuestas no podrán ser dadas ya por
el mito, sino por la realidad. |

El triunfo del pueblo
Opina Jorge Sábato del pueblo
peronista y del no peronista
Hacer análisis políticos, sin
la información necesaria, es como hacer ejercicios relativamente retóricos y vanos. Yo
no soy analista político, por lo tanto no me gustaría hacer análisis sobre la
situación actual. Yo quisiera hablar como lo que soy, una persona que se cree
independiente y que es independiente. Soy un ciudadano más que tiene interés por lo que
ocurre y me gustaría decir qué es lo más válido de todo lo que ha pasado.
"Según lo siento, en primer lugar, es el triunfo del pueblo. Aquí está muy
mal hablar de quién ganó ó de quién perdió, sobre todo cuando se plantea a la gente
si ganó Perón, si ganó Lanusse, si ganó Balbín, si ganaron cada uno de los tres.
Aquí, por suerte para la Argentina, hay un protagonista que supera abiertamente a los
hombres y que ha ganado, es decir, el pueblo. Porque así es: este es un triunfo del
pueblo peronista porque, efectivamente, durante todo el exilio de Perón, el pueblo
resistió los cantos de sirena así como todas las tentativas bastardas de conquistarlo.
Resulta un poco así como el juego de los espejos, los que les mostraban a los indios para
atraerlos, pero la gente no se dejó atraer y sencillamente les dio la espalda.
"Resulta admirable, desde un punto de vista sociológico, humano, que tanta
gente, durante tantos años, haya resistido de esa manera, además con esa cordura, con
esa inteligencia, con ese olfato de las cosas.
"También ha sido, en mi opinión, un triunfo del pueblo no peronista, que
creo que no debe ser olvidado en este momento porque parece que no existe, pero todos
sabemos que existe, independientemente de quienes lo dirigen o de quienes pretendan
dirigirlo, no solamente porque no haya perturbado los actos de los adictos del peronismo
durante su fin de semana. sino también porque el pueblo no peronista no fue cómplice de
las trampas. Porque el pueblo no peronista no acompañó a los tramposos. Hubo trampas
permanentemente durante los últimos años y el pueblo no las convalidó, y por eso es que
cada vez que los tramposos eran desalojados del poder el pueblo no peronista no movía un
dedo. Eso explica la soledad absoluta de Frondizi y en alguna medida la soledad de Illia,
también.
"El pueblo no peronista podía haber trampeado, como sus dirigentes
pretendían, en cuyo caso los dirigentes tramposos hubieran seguido falsificando el
proceso; sin embargo, la intuición del pueblo no peronista los llevó a no ser
cómplices, y por eso es que asistimos a gobiernos que no solamente no tenían apoyo
popular legítimo, sino que la ilegitimidad del apoyo que creían tener les quitaba apoyo,
validez y viabilidad, y por eso fueron fracasando uno detrás del otro Creo que ésta es
la parte más interesante de este proceso: ver cómo grandes masas populares, incluso mal
informadas, con una prensa que distorsionaba la verdad, tienen una especie de intuición
sabia.
"A pesar de este largo periodo de luchas, en las masas populares no se
engendraron odios, pese a los intentos realizados por la clase dirigente de la masa
peronista de engendrar odios contra la masa no peronista. El odio nunca prendió, y
también a la inversa: no hubo deseos de venganza en los no peronistas contra los
peronistas, pese, también, a los esfuerzos de los dirigentes. Y me estoy refiriendo a las
masas no a los dirigentes, y que esto quede claro. Reitero: pese al empeño del mismo
Perón del «cinco por uno» y pese al intento de los gorilas de crear lo mismo del otro
lado. Yo tengo amigos de uno y otro bando y siempre nos hemos respetado. Y no hablo de
odios, estoy hablando de algo más serio como lo es la no delación. Y esto es único. No
ha pasado en otros países o en otros pueblos.
"La cordura de un pueblo, que ha superado la incapacidad de sus dirigentes,
explica que el pueblo en los grandes acontecimientos sea en la caída de Perón como
en el retorno de Perón no haya entrado en luchas populares. Los periodistas
extranjeros que venían acá esperaban entre 500 y 5000 muertos; en el extranjero se
levantaban apuestas sobre esto.
"Yo creo que esto puede producir un fenómeno (entrando en el terreno de las
predicciones) si tomamos conciencia que las masas tienen una especie de olfato histórico
para marcar cómo deben seguir las cosas, si agregamos que la falencia fundamental de la
Argentina en los últimos 30 años han sido dirigentes que han estado siempre a
contramano, al costado, arriba o abajo, pero nunca con; a lo mejor ahora se produce un
fenómeno de maduración de la clase dirigente. Proceso histórico que cada uno ha
cumplido de distinta forma, pero que indefectiblemente se cumple. En algunos países se ha
tenido que matar un millón de personas, por ejemplo en México a través de su
revolución, para reemplazar una clase caduca. En otros, hubo también que matar un
millón, como en la guerra de secesión americana, para cambiar la clase conservadora del
Sur por la del Norte, industrialista y progresista. España es un caso similar con su
guerra civil. La Argentina hace 20 años que intenta cambiar su clase dirigente sin pasar
por una guerra civil como la de los americanos, los mexicanos o los españoles. Claro que
a mucha gente ululante esto le parece conservador y reaccionario. Yo no soy de ninguna
manera timorato, pero digo que la sangre generalmente toca a mucha más gente de lo que
uno piensa, y que la sangre la proveen no los intelectuales, que escriben sobre el
problema, y no los generales, sino la pobre gente de todos los días. Yo no veo por qué
necesariamente tenemos que pasar por la sangre. El pueblo hasta ahora ha dicho que no a
eso, a pesar de todo lo que ha ocurrido. Porque el pueblo tiene una sensatez histórica y
una cordura histórica que llevan al país a hacer una cosa muy original.
"Pero entendámonos: el original, aquí, es el pueblo y no sus
dirigentes." |