Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Bejart
UN CUERPO DE BALLET RECONSTRUYE LA VIDA DE VLADISLAV NIJINSKY,
EL BAILARÍN MAS FAMOSO DE TODOS LOS TIEMPOS
LA VUELTA DEL PAYASO DIVINO
Hace pocas semanas el público francés aclamó un espectáculo urdido por el director Maurice Bejart, donde se rescató la tragedia del bailarín ruso fallecido en 1950

El proyecto no fue fácil: se trataba de rescatar en un ballet, minuciosamente, la atribulada vida del fallecido Vladislav Nijinsky, el bailarín ruso que revolucionó los andariveles de la danza. Hace algunos meses, y como un paciente relojero, el director francés Maurice Bejart se propuso recomponer todos los mecanismos que funcionaron en torno de VN y volcarlos en un ballet. Así surgió Nijinsky, el payaso divino: estrenada recientemente en Bruselas, la pieza recibió, hace pocas semanas, el espaldarazo definitivo cuando el público congregado en el Palacio de los Deportes de París clamoreó el espectáculo.
No era para menos: las sutiles filigranas que habían enhebrado Susan Farrel (protagonizando a Rómola de Pulsky, una húngara que se casó con el bailarín en la Argentina, allá por 1913) y Jorge Donn (encarnando a Nijinsky) enfervorizaron a la abultada platea. La cantatrice Dalida, presente en la resurrección de VN estalló, en aplausos y, aproximándose a Bejart, susurró: “Maestro, ha logrado convertir la tragedia de Nijinsky en una poesía en movimiento”. Esos ditirambos musitados por la diva, para muchos, apuntaban a establecer un paralelo entre la muerte de Luiggi Tenco —novio de Dalida, que se suicidó al no imponer su tema en el Festival de la Canción de San Remo de 1967— y la trágica desaparición del bailarín ruso, ocurrida en 1950 en la clínica psiquiátrica donde Nijinsky permaneció internado 33 años.
Es que ese calvario sobrellevado desde 1917 (año en que VN fue internado definitivamente) hasta su muerte, tronchó su vida útil cuando era prácticamente un adolescente de 26 años. De cualquier forma, ese período fructífero de la vida de Nijinsky lo mostró ante el mundo como el mejor bailarín de todos los tiempos. Hijo de una pareja que danzaba en el Real Ballet de San Petersburgo, a los 10 años pudo ingresar en la Escuela Imperial que estilizaba a los bailarines de ese clan. No pasó mucho tiempo antes que Nijinsky asombrara a los expertos: a los 14 años, el famoso maestro Mijail Obukov confesó ante sus discípulos que al pequeño Vladislav nada quedaba por enseñarle. Poco después sobrevendrían rutilantes éxitos para el bailarín. Es que a los danzarines jarreté (partenaires de una mujer) sucederían los llamados arqué, capaces de concitar solos sobre el escenario las admiraciones de la platea; y Nijinsky demostró que aunaba como ninguno las dos técnicas. Así, el bailarín nacido en Kiev debutaba en 1908 como partenaire de la prima ballerina assoluta, Matilde Chessinska; en 1909 aunaba sus esfuerzos junto a los de Ana Pavlova y Tamara Karsavina en Las Silfides y, poco después, enfervorizaba a las multitudes adeptas al ballet con su actuación en Carnaval, donde oficiaba de Arlequín. En 1912, sobre música de Claude Debusy, componía 'Preludio a la siesta de un fauno', una creación personal que movió al escultor August Rodin a inspirarse en los desplazamientos de Nijinsky para esculpir su Fauno.
Todos esos escarceos con la fama, acariciados en plena juventud, poco habrían de durarle. En 1913 Nijinsky se casó con Rómola; un hecho que despertó las iras de su regente, Diaghilev, quien lo apartó del ballet que capitaneaba. Tras la frustración, sobrevendría la locura, un universo onírico que no se apartó del bailarín hasta el último instante de su vida. Y que Maurice Bejart, por lo visto, logró plasmar en los sutiles, alucinantes movimientos de su ballet que reconstruye, paso a paso, la tragedia.
Revista Siete Días Ilustrados
28.02.1972
Nijinsky
Nijinsky

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