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CLAN STIVEL: Los dinamiteros del espectáculo
Radiografía íntima del clan más cotizado y vapuleado del teatro y la TV argentinos. Comandados por David Stivel: Alfredo Alcón, Federico Luppi, Emilio Alfaro, Carlos Carella, Norma Aleandro, Bárbara Mujica, Marilina Ross, Adriana Aizemberg -9 millonarios del espectáculo-, intentan imponer su nuevo ritmo artístico

Patean, maldicen y hasta se desmayan cuando pierde alguno de sus favoritos: Racing, Argentinos Juniors o Estudiantes. Son nueve fanáticos que todos los domingos vuelven de las canchas afónicos y agotados. Desde hace mucho tiempo viven una férrea amistad que nutren con otro fervor que pocos les perdonan: el espectáculo. Pertenecen al "clan Stivel’’, una revolucionaria troupe artística que en los últimos años conmovió hasta los cimientos las tradicionales estructuras teatrales argentinas. Se ganaron, claro, los más risueños apodos, dictados por la admiración o la envidia: los griegos, filósofos, iracundos y, también, los psicoanalizados.
Un hombre aparentemente frío y metódico, el eslavo David Stivel, es la cabeza visible del grupo. 36 años, tres matrimonios (con el actual), dos hijos, alcanzan para fabricar su biografía íntima. La profesional es más espectacular: se inició en 1955 como director de TV en el Canal estatal, y su más restallante éxito lo obtuvo tres años después con el primer ciclo de "Historia de jóvenes”, protagonizado por dos figuras que habían triunfado con él en el teatro Ateneo en “El zoo de cristal”: Norma Aleandro y Emilio Alfaro. La TV le deparó otro éxito: el ciclo difundido durante cinco años por el Canal 13 (entre 1962 y 1966) “Yo soy porteño”. Allí conoció a otra de sus favoritas: la “nena” Marilina Ross. En 1963 monta un clásico de García Lorca y agrega un galón a su curriculum: “Yerma”, con María Casares y el enigmático Alfredo Alcón, que fue vista por un millón y medio de espectadores. Un año después repite el suceso con “Hamlet”, protagonizada por Alcón y Bárbara Mujica. Hubo que repetir el programa, porque la primera vez tres millones de televidentes quedaron petrificados ante la pantalla. La experiencia terminó en una boda: la de Bárbara y David.
Stivel siguió agregando nombres a su incipiente clan, aunque esta vez el medio elegido fue el teatro: “Los días de Julián Bisbal" fue vista durante cuatro meses por 35.000 personas que dejaron en boletería más de ocho millones de pesos. Pero 1967 fue decisivo para el clan, que adoptó el modesto nombre de “Gente de Teatro”, montó en el Ateneo “El rehén", que desde marzo a octubre convocó a 85.000 curiosos y 35 millones de pesos y, finalmente, en octubre, el polémico, discutido, pero meritorio ciclo del "Martín Fierro”, protagonizado por el último en ingresar al grupo: Federico Luppi.
Acosado o defendido, apoyado o denigrado permanentemente por la crítica, juzgado por su actividad exclusivista, hermética, el “eslavo" Stivel se defiende: “Algunos no nos perdonan la inquebrantable línea de trabajo, que no es otra cosa que un auténtico compromiso con nosotros mismos y frente a los demás". Su mujer, Bárbara Mujica, hija de Alba —23 años, dos hijos, un matrimonio anterior—, se encarga de confirmarlo: “No nos encerramos por creernos mejores. Estamos juntos porque nos mueve el mismo ideal de trabajo". Es nuevamente Stivel el que aporta definiciones: “Este trabajo es sólo una etapa de nuestro estudio. Por eso la inconveniencia de admitir nuevos miembros en el clan. Sería imposible llamar a toda la gente que nos importa. Mi aspiración —concluye—, es que este equipo sirva de incentivo para la formación de otros grupos.
La frialdad profesional de Stivel se desmorona apenas abandona el teatro y se brinda por entero a sus amigos. Junto a él, Emilio Alfaro (36 años, dos matrimonios, el último con Marilina Ross) aporta objetividad en los momentos de fricción. Pero la verdadera función de equilibrio y control en el grupo, corre por cuenta de Carlos Carella (44 años, casado con una actriz que no integra el clan). Su sentido del humor lo autoriza para disipar enredos, muchas veces por la eficaz vía del absurdo y la carcajada. Junto con Alfaro, mantienen encendido el fuego sindical en el conjunto. Ambos consideran superado el conflicto de 1966 que enfrentó a los actores con las empresas que gobiernan los canales de TV y que costó no pocos dolores de cabeza a Stivel. “En cuanto al clan —afirma Carella— es la concreción de una política actoral al más alto nivel profesional; también, una nueva forma de relación artística, económica y popular a partir de un grupo.”
Aunque el clan no admite líderes, Bárbara Mujica es reconocida por todos como la ejecutiva del grupo. Lúcida, racional pero emotiva, asume las decisiones y coordina la mayoría de las actividades extra artísticas del equipo. Pero, en definitiva, el funcionamiento de esta compleja maquinaria es posible por el caudaloso respeto que se tienen entre sí.
Las reuniones se realizan, casi siempre, en el acogedor dos ambientes de la calle Arroyo, propiedad del matrimonio Alfaro. Allí los nueve dinamiteros critican, discuten o aplauden el trabajo de cada uno. Pero no todo es autocrítica o terapia de grupo. También hay música: Marilina (24 años), que hace rato dejó de ser “la nena” dentro del grupo, dispone de una guitarra y de su talento para interpretar ritmos que ella misma compone. Emilio suple su falta de oído aporreando un bombo cuando llega la hora de las zambas y chacareras. Tampoco falta el jazz ni el tango. En ese caso recurren a los discos: Miles Davis, John Coltrane, Los Beatles, Piazzolla, Gardel. La cuota flamenca corre por cuenta de la gallega Norma Aleandro (31 años, un hijo) que, según propias declaraciones, vive “el gran momento de su vida”.
Nadie lo dudaría al observar su romance con Alcón. Este, a los 38 años, roza los picos más altos de su carrera profesional. Actualmente no interviene en ningún espectáculo con los miembros del clan, pero participa tres veces por semana de las discusiones y polémicas mantenidas religiosamente por la “Gente de Teatro” en los camarines del Ateneo al término de las funciones. En caso contrario, prefiere compartir su tiempo con Norma, leer, escuchar música, pasear en su Peugeot nuevo.
Cuando no los abruma el trabajo, los nueve suelen dedicar sus energías a la nada romántica tarea de comer. Si no se reúnen en “El Tropezón" a comer puchero, devoran las minutas preparadas celosamente por Bárbara, Norma o Adriana Aizemberg. Esta última (28 años, seis en el legendario elenco de Fray Mocho), se destaca por su mano en preparar jugosos bifes aderezados con huevos.
Para el último en ingresar al clan, Federico Luppi (35 años, separado, 2 hijos), éste ha sido su año consagratorio, apuntalado por la serie del “Martín Fierro”, que semanalmente convoca en las pantallas de Teleonce a más de un millón de espectadores.
Sus caras son las más famosas y mejor pagas de la TV, el cine y el teatro argentinos. No ganan sumas multimillonarias, pero las invierten bien. Forman el clan Stivel y proyectan para 1968 dos grandes espectáculos: en teatro, “Libertad, Libertad", de autores brasileños. En TV, Facundo Quiroga. Ambicionan repetir sus éxitos actuales y seguir divirtiéndose con sus apodos: griegos, iracundos, psicoanalizados. Porque, como admite uno de los nueve dinamiteros del espectáculo en vanidoso plagio a Cervantes: “Ladran, Sancho; señal que cabalgamos...”
Siete Días Ilustrados
07/11/1967
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