Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Estudiantes de La Plata
ESTUDIANTES
SU HORA MAS GLORIOSA
Por cuarta vez un equipo argentino se adjudica la Copa Libertadores. Por primera vez el trofeo va a parar a manos de un club que no integra el grupo de los “grandes” del fútbol nacional, representante de una modalidad que exige, ante todo, una subordinación total a la conveniencia colectiva. Estudiantes ratifica la importancia del esfuerzo asociado. Dice Osvaldo Zubeldía: ‘‘Hemos seguido el ejemplo de Racing”

A las 23.01, hora uruguaya del jueves 16, el juez peruano César Orozco dio por finalizado el encuentro Estudiantes-Palmeiras, tercer partido por la final de la Copa Libertadores de América, disputado en el estadio Centenario de Montevideo. El conjunto conducido por el técnico Osvaldo Zubeldía no sólo alcanzaba el mayor éxito del fútbol americano; también conquistaba el derecho a ser considerado un equipo de los llamados “grandes”, sin lograr esa condición por la vía institucional, o sea por su poder económico, como Vélez Sársfield, sino por mérito estrictamente futbolístico. Por ello era lógico que a la finalización del encuentro sus propios simpatizantes consideraran el triunfo como una hazaña. No lo era así para el técnico Osvaldo Zubeldía, quien desde hace tres años viene elaborando cotidianamente este triunfo. A esto respondía el lema que para la noche del jueves elaboró el doctor Alberto Marelli, médico del plantel: “Con Estudiantes hoy se consagran la honestidad y el trabajo."
Fue curioso. La labor del equipo platense alcanzaba su mayor consagración en un país tremendamente conflictuado por problemas sociales, políticos y económicos. Fue lo que se percibió en la tradicional avenida 18 de Julio: mientras los estudiantes uruguayos salían en manifestaciones al grito de “Libros sí, huelgas no” y estribillos alusivos al aumento del precio del trasporte, cientos de simpatizantes argentinos exhibían sin inhibiciones su fervor por Estudiantes de La Plata. Era un signo. Recién el jueves a la una de la mañana el presidente del club argentino, Mariano Mangano, fue informado en el Hotel Ermitage de que la U.T.E. (Unión Trabajadores de Electricidad) resolvía levantar el paro planteado para el día
del encuentro. La amenaza hubiera implicado que hasta el mismísimo estadio Centenario quedaría a oscuras. “Nuestras medidas de lucha —aclaraba el punto uno del comunicado de la U.T.E. dado a conocer el jueves— no van dirigidas contra el pueblo, un gran sector del cual compone la masa deportiva que espera con gran interés esta trasmisión, ni van dirigidas tampoco contra los integrantes del núcleo de trabajadores como son los cronistas deportivos”. Es que la medida amenazaba también a las radios extranjeras y los canales de televisión. La suspensión del paro permitió entonces que 20 emisoras argentinas, 9 brasileñas, 3 chilenas y una peruana pudieran trasmitir el encuentro.
Cuando los diarios locales dieron a conocer la suspensión del acto de fuerza, la avenida 18 de Julio ya había sido abordada por los argentinos, presa fácil de improvisados comerciantes que ofrecían perfumes, relojes, trajes, banderines albirrojos, no así del equipo de Palmeiras, cuyo distintivo apenas si estaba presente en la calle. Sólo el vespertino Extra reprodujo en su contratapa la insignia del conjunto brasileño, y la de Estudiantes en su tapa.
Ya en la conferencia de prensa que ofreció el miércoles 15 el Palmeiras, se percibía un clima favorable a Estudiantes. La reunión de prensa ofrecida por los brasileños dejó una impresión desfavorable, por su desorganización y ausencia de declaraciones jugosas. Todo se limitó a honrar la hermandad de Argentina, Brasil y Uruguay. La presencia de Estudiantes en Montevideo se dio a través de visitas a instituciones uruguayas, vistas con clara simpatía. Pero el jueves al mediodía, el equipo, por estrictas ordenes de su DT se trasformó en un fantasma: alojado en las horas previas al encuentro en el Hotel Ermitage, trató de evitar el contacto con el público y el periodismo. Zubeldía pretendió así eludir el cansancio mental. Es una experiencia que se asimiló en San Pablo, donde el equipo debió soportar el asedio de simpatizantes y cronistas. Esta medida, razonable, se pudo aplicar hasta que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Francisco Imaz, irrumpió a las 20.26 horas en el vestuario platense, seguido por una ola de cronistas y fotógrafos. No le causó ninguna gracia al técnico, empecinado en evitar la invasión. Entonces perdió la cabeza, cosa que no había sucedido antes, cuando tuvo que elaborar la estrategia para derrotar a Palmeiras.

El gran golpe de Estudiantes
“El equipo jugará como sabe”, declaró O.Z. al periódico uruguayo Acción. Ahí estuvo la clave del éxito. Si en San Pablo, Estudiantes dio rienda suelta al adversario, en Montevideo retomó su vieja estrategia: no dejar jugar. Apeló al copamiento del medio campo, sector desde donde los brasileños armaban sus ataques. El anticipo resultó fundamental para este objetivo, por lo que los hombres del Palmeiras quedaron totalmente anulados antes de tomar contacto con el balón. Estudiantes, además, impidió un juego libre a través de una marcación rigurosa, cosa que, tradicionalmente, fastidia a los jugadores brasileños: así se anuló a Dudú (un mago en el encuentro en San Pablo) y a Tupazinho, como también al resto de los atacantes. La obra de los cuatro zagueros fue en este sentido impecable, lo que permitió a la ofensiva estudiantil trabajar con seguridad. Conigliaro, adelante, sobresalió; atrás, Madero resurgió como un gigante; Medina, se perfiló como eficaz sucesor del brioso Malbernat, Pachamé y B¡lardo volvieron a ser dos ruedas de auxilio en todos los rincones de la cancha. Verón, no muy eficaz, rindió tributo al mote de Bruja y convirtió uno de los goles más lúcidos de los nueve que aportó al éxito de su club.
Sobre el final, y cuando ya el encuentro estaba definido para el equipo argentino, Estudiantes aún mostraba sus reservas futbolísticas y físicas, renacidas en Montevideo, luego de una carrera que demandó 16 encuentros, 25 tantos a favor y 12 en contra. Valía la pena: la noche del jueves 16 cada jugador del flamante campeón de América cobró un millón doscientos mil pesos. El júbilo de los integrantes del equipo era compartido por el general Imaz: en el Aeroparque, de regreso del Uruguay (en donde el avión hizo escala accidental por una falla mecánica), dijo a SIETE DIAS: “De ninguna manera habrá asuetos, ya que el triunfo de Estudiantes nos da más entusiasmo para trabajar. Creo muy posible que gane la copa del mundo.”
Alejandro Martí, Bernardo Acuña y Osvaldo Varone, enviados especiales de SIETE DIAS a Montevideo.

Recorte en la crónica_____
EL CEREBRO DEL CAMPEON
A los 40 años, Juan Osvaldo Zubeldía se ha instalado en uno de los más encumbrados peldaños del fútbol argentino. Las razones de su consagración como director técnico fueron expuestas definitivamente el pasado jueves 16 en Montevideo, por los once titulares de Estudiantes de La Plata, equipo que hace tres años tomó en sus manos y que hoy representa a América en la disputa de la Copa Intercontinental de Clubs.
SIETE DIAS: ¿Pensó hace tres años que alcanzaría el éxito actual?
OSVALDO ZUBELDIA: Todo vino rápido; en realidad no lo esperaba.
S.D.: ¿Cómo ve al fútbol actual?
O.Z.: Es algo material que ha perdido todo rasgo amateur. Es sacrificio de lo bonito que hace peligrar el triunfo. Ya no interesan los adornos, los chiches, el vedettismo.
S.D.: ¿Quién le sirvió de modelo cuando se inició como técnico?
O.Z.: Nadie en particular; yo aprendo hasta del que menos sabe.
S.D.: ¿Qué equipo se parece a Estudiantes o logró deslumbrarlo?
O.Z.: Parecido no conocí ninguno; planteles deslumbrantes recuerdo muchos: la máquina de River, el Santos, el Inter, el seleccionado inglés.
S.D.: ¿Estudiantes es un equipo modelo?
O.Z.: Creo que cualquiera que lo observe jugar puede sacar provecho. Las cosas le van saliendo bien, pero no es lo que la gente imagina.
S.D.: ¿Racing fue modelo de Estudiantes?
O.Z.: Indudablemente. Lo fue en la medida del esfuerzo de sus jugadores dentro del campo de juego. Luchar sin entregarse es fundamental.
S.D.: ¿Qué balance obtuvo Estudiantes de su participación en la Copa Libertadores de América?
O.Z.: El saldo positivo: la vanidad satisfecha; el público que nos rodea; la felicidad que se llevó a la ciudad de La Plata. El negativo: la maratón de fútbol que hay que realizar; la guerra entablada entre clubs argentinos que obliga a matamos entre nosotros mismos.
S.D.: ¿Debe cambiar la forma de disputarse este trofeo?
O.Z.: Por lo pronto, la participación del campeón y subcampeón de cada país es algo tan engorroso como perjudicial, inclusive, para el vencedor. Recuerde que Estudiantes participó como subcampeón.
S.D.: ¿Aceptaría la dirección técnica del seleccionado argentino?
O.Z.: ¿Y por qué no?
S.D.: Futbolísticamente, ¿cómo ve el futuro de Estudiantes?
O.Z.: El equipo tiene que rendir mucho más porque es joven. Pero siempre se corre el riesgo de que el dinero y la fama aburguesen a los jugadores y comiencen a estancarse. Si en Estudiantes pasa eso y no logro controlarlo, e impedir que se vendan los jugadores, me marcharé. El aburguesamiento también amenaza a los directores técnicos; afortunadamente, cada día me convenzo más de que sé muy poco y tengo mucho que aprender. Los jugadores piensan igual.
S.D.: ¿Queda algo de amateur en Estudiantes?
O.Z.: Nada: si el club no paga, los jugadores no juegan y el director técnico no dirige.
S.D.: ¿Se iría de Estudiantes por un contrato más tentador?
O.Z.: El año pasado me ofrecieron mucho más dinero y me quedé: me gusta la plata, pero también conservar mi autoridad, mi independencia de criterio. Pretendo respeto.
S.D.: ¿Cree que Estudiantes ha sido revolución en el fútbol argentino?
O.Z.: De ninguna manera. Cuando se trabaja desde hace mucho tiempo no puede hablarse de revolución ni de milagros.
Revista Siete Días Ilustrados
23.05.1968
estudiantes de la plata

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