Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Sylvia Kersenbaum
Sutileza, poesía y una aparente suavidad femenina

Los más severos críticos musicales de Europa coinciden en señalar en la joven pianista argentina atributos artísticos absolutamente singulares. Los comentarios más elogiosos preceden a su inminente
arribo a Buenos Aires

El cable procede de París y está fechado el 31 de mayo de 1972: "La pianista argentina Sylvia Kersenbaum grabó hoy aquí la Polonesa Op. 44 y seis Estudios de Federico Chopin, en el primer disco en cuadrafonía registrado en el mundo con obras para piano solo". No fue el único: poco después grabó, con el sistema cuadrafónico, los 24 Preludios de Chopin y el segundo Concierto para piano y orquesta de Tchaikovsky. La cuadrafonía implica un nuevo procedimiento electrónico por el cual se obtiene la máxima calidad y naturalidad del sonido estereofónico, merced a cuatro parlantes que despliegan toda la gama de notas de la escala musical. Este último disco de la Kersenbaum es el sexto grabado por ella en Europa y su distribución se hará, fundamentalmente, en Gran Bretaña. Los anteriores circularon copiosamente en Francia, Alemania Federal, Gran Bretaña, Austria, Estados Unidos y Japón.
El despacho cablegráfico informa, además, que la pianista argentina, residente en Viena, ya había actuado ante el público parisiense en febrero último, en un concierto organizado en el paraninfo de la Facultad de Derecho. Y que el 11 de octubre próximo volverá a actuar en París como solista de la Orquesta Sinfónica Nacional Francesa.
Pero antes de esa fecha el público argentino tendrá oportunidad de ver personalmente a su hija pródiga, durante una gira americana que se extenderá entre mediados de julio y comienzos de octubre próximos. Para precisar más detalles sobre este acontecimiento, Siete Días mantuvo la semana pasada una breve conversación telefónica con la Kersenbaum.
—¿Cuándo llega a Buenos Aires?
—Exactamente el 18 de julio.
—¿Dónde actuará?
—Tengo concertados varios compromisos, pero creo que el más importante es una actuación en el teatro Colón la semana siguiente a mi llegada: el 29 de julio. Inmediatamente después, otro organizado por Quinta Dimensión.
—¿Visitará otros países americanos?
—Argentina será algo así como mi base de operaciones entre julio y octubre. Sin embargo, tengo ya contratos para actuar en Colombia y Perú. Es un poco temprano para hacer un detalle completo de la gira. Mi representante argentino ya me advirtió que, para cuando llegue, me tiene reservadas algunas otras "agradables sorpresas". Así, textualmente.
—¿Qué prefiere, la grabación o el concierto "en vivo"?
—El trabajo que demanda la grabación de un disco es una gran enseñanza para los conciertos. Una está permanentemente obligada a escucharse, y eso sirve mucho para formarse una adecuada autocrítica.
—¿Por qué vive en Viena?
—Porque es la ciudad del mundo más apropiada desde el punto de vista musical. Allí se respira en todo, en forma permanente, la música. Vivo aquí desde hace un año y medio y no tengo ningún motivo para arrepentirme de la elección.
—Una pregunta indiscreta: ¿por qué nunca habla de sus autores predilectos?
—A pesar de que siento inclinación natural hacia el repertorio clásico y romántico, hasta ahora no sentí necesidad de especializarme en ningún autor determinado.

LA IMAGINACION RECREADORA
Sylvia Kersenbaum inició su experiencia europea en octubre de 1966. Casi dos años después (mayo de 1968) habló en Roma con un enviado de Siete Días, a quien confió que los primeros pasos en el continente no habían sido fáciles pero que la situación tendía a mejorar. Exageraba. Ya entonces los críticos europeos la señalaban como una artista fuera de serie y uno de ellos, el italiano Vittorio Minardi, se atrevía a vaticinar que Kersenbaum era "la pianista argentina más importante de su generación". Ahora, cuando el público de estas latitudes prepara sus manos para aplaudirla a rabiar, quizá sea menos comprometido, menos sospechoso de nacionalismo mal entendido, trascribir algunas críticas publicadas en Europa.
La revista Harmonie, de París, es un mensuario especializado en la crítica de discos. En mayo de este año publicó un comentario referido a la grabación de las Sonatas para piano Nos. 2 y 3, de Chopin: "Puede parecer muy presuntuoso para una mujer tan joven (aún no tiene treinta años) afrontar las dos Sonatas de Chopin, pues ellas exigen del intérprete, más allá de la maestría instrumental y de la imaginación recreadora, una especie de impulso visionario que sólo algunos elegidos poseen. Apenas se coloca el diamante sobre el primer surco del disco, ya uno ha reconocido no sólo a la pianista fuera de serie y a la intérprete de alcurnia, sino también a la chopiniana nata. Hacía mucho tiempo —finaliza el crítico Henry Louis de la Grange— que el genio atormentado de Chopin no había sido servido con tanta ciencia unida a una feliz espontaneidad".
El 28 de abril de 1972, S. K. se presentó en el Konzerthaus de Viena. Para su debut en esa sala, una de las más prestigiosas de la capital austríaca, la intérprete argentina eligió un programa que el crítico del Arbeiter Zeitung no vaciló en calificar de "grandioso". "La impecable cultura de toque pianístico y la segura musicalidad de la pianista argentina —juzgó entonces— gustaron en especial en la vivaz ejecución de la Sonata Op. 61 de Mendelssohn, así como en la interpretación clara y plástica de las Variaciones sobre un tema de Händel, de Brahms. Completamente en su elemento parecía Sylvia Kersenbaum al presentar con virtuosístico brío el Hexamerón de Liszt."
Basil Ashmore fue comisionado por la publicación High Fidelity, de Londres, para comentar una grabación de la Kersenbaum distribuida en Gran Bretaña: "La música que contiene este disco es austeramente noble y noble la ejecuta Miss Kersenbaum. Ella aparenta ser suavemente femenina pero la fuerza que despliega haría la envidia de muchos del sexo opuesto. Y donde se requiere sutileza y poesía ella las provee en la misma escala. En otras palabras: su debut en la industria grabadora inglesa es un evento de importancia. Su interpretación de Brahms tiene una fuerza que hace que uno quisiera que perdure ese primer concierto. Su Chopin tiene una grandeza que lo aleja absolutamente del consabido estilo sentimental de salón".
Dentro de pocos días los melómanos argentinos podrán confrontar estos juicios con la realidad.
Sergio Morero
Revista Siete Días Ilustrados
03.07.1972

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