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FICHAS PARA ORIENTARSE
PERONISMO: CONSEJO SUPERIOR
El Consejo Superior Peronista es francamente heterogéneo. Eso tiene mucho que ver con el carácter movimientista del justicialismo. Además, la coherencia del conjunto debe buscarse en un hecho clave: todos los miembros han sido designados por el mismo Perón. A partir de ese dato se pueden hacer cientos de conjeturas, pero le cierto es que no conviene perder de vista la visión del conjunto. En términos matemáticos: como cada uno de los factores hace al producto. Con ese fin EXTRA ha indagado en el pasado de algunos de los integrantes más relevantes del Consejo Superior. Sin pretender desentrañar el criterio de las designaciones ofrecemos el material informativo. Las conclusiones, como siempre corren por cuenta del lector.

Héctor Cámpora
Delegado personal de Perón, en la Argentina
Hijo de Pedro Cámpora y de Juana del Maestre —a su vez descendientes de inmigrantes italianos—, el actual delegado de Perón tuvo sus primeras experiencias políticas en su época de estudiante.
A diferencia de su par en el consejo, Díaz Bialet, su corazón estuvo junto al reformismo. Una huelga en la Facultad de Odontología de Rosario, donde cursaba su carrera, lo hizo matricularse en la Universidad de Córdoba. En poco tiempo se erigió en presidente del Centro Estudiantil de Odontología, nucleamiento adherido a la explosiva Federación Universitaria Cordobesa, forjadora del cordobazo de 1917.
Para ese tiempo ya conocía la cárcel y también la aversión por los gobiernos de fuerza: en tiempos de Uriburu, merced a su militancia político-estudiantil fue detenido y maltratado en Rosario; luego, perseguido por la policía, debió cambiar de universidad.
Sin embargo su participación como dirigente no se circunscribió al ámbito cordobés: en el año 30 fue presidente rotativo del Congreso Universitario Internacional, realizado en Buenos Aires.
Recibido ya de odontólogo, regresa a su pueblo de adopción: San Andrés de Giles, en la provincia de Buenos Aires. Aureolado por las lides estudiantiles, tarda muy poco en convertirse en un
hombre de referencia para sus paisanos. Así, la revolución del 4 de junio de 1943 encontró en él al comisionado ideal para el pueblo.
Cargo decisivo en la vida de Cámpora, porque merced a él conocería a Perón. El 12 de octubre de 1944 Perón inaugura el hospital ferroviario de Junín. Cámpora arriba junto con los comisionados de la zona invitados al acto y es presentado al coronel como “un hombre clave en la región”. El comisionado aprovecha el espaldarazo para invitar a Perón y a Eva Duarte a las próximas fiestas patronales de San Andrés.
Quizá por eso San Andrés de Giles fue uno de los pocos pueblos del interior de la provincia que tuvo su 17 de octubre propio. Ante el encarcelamiento de Perón, la gente salió a la calle y fue arengada por Cámpora en la plaza principal. ‘‘Yo les dije recuerda Cámpora que quienes estaban encarcelando a Perón y los que en ese momento eran las autoridades en San Andrés, eran los mismos, y que todos estaban en contra de la revolución que se iniciaba ese día.”
El Laborismo Independiente, una de las tres vertientes partidarias que se incorporan al peronismo, lo lleva como candidato a diputado nacional y a la vez la UCR (Junta Renovadora) lo proclama aspirante a una senaduría provincial. Ya legislador nacional, integra la Comisión de Presupuesto y Hacienda, y desde 1948 a 1953 es presidente de la Cámara de Diputados. Mientras tanto, asciende en los cargos partidarios: miembro del Consejo Superior del peronismo, interventor del Partido Peronista de la Capital Federal. También es convencional constituyente cuando se proclama la Constitución de 1949 y es uno de los tres altos miembros de la mesa de la convención.
En 1953, un relevo en la conducción partidaria no incluye a Cámpora entre los conductores. Entonces Perón lo nombra su ministro plenipotenciario ante todos los gobiernos de América y Europa. Franco, Oliveira Salazar, Rojas Pinilla, Jacobo Arbenz, Batista, Pío XII y Auriol escuchan a un fervoroso partidario del presidente argentino.
Bengoa lo recibió en su despacho de la Jefatura de Policía cuando fue a entregarse -“para asumir las responsabilidades que me correspondiesen”— cuando cayó el gobierno peronista en 1955. Cincuenta días incomunicado y dos años y medio de cárcel le costaría el gesto. En ese tiempo conoce el penal de Ushuaia y Río Gallegos, desde donde fuga a Chile. Aún debería conocer un año de exilio antes de volver en setiembre de 1959. En San Andrés de Giles lo reciben con la ficha número uno de afiliación al peronismo y será el delegado al consejo partidario y elegido concejal en 1965 ejercerá ese cargo hasta la llegada de la Revolución Argentina.
Delegado nacional de la provincia de Buenos Aires desde 1966, es ascendido al “máximo cargo que puede honrar a un peronista”, como expresa a su condición de delegado de Perón. Un cargo que ocupa por segunda vez, porque es posible que el jefe del peronismo haya tenido en cuenta el desempeño de Cámpora, cuando fue su representante extraordinario por las Américas.

Jorge Gianola
Secretario general del Movimiento justicialista
Gianola es oriundo de Tapalqué, pero su actividad política la realiza en Puan, en la provincia de Buenos Aires. Su padre llegó a ser dirigente conservador y tenia estancia. El futuro secretario del Justicialismo estudia en Azul cuando una huelga del reformismo, en la que participa activamente, corta su carrera estudiantil. Expulsado del Colegio de Azul, donde cursaba estudios, no reinició más el bachillerato a punto de terminar.
Luego de desempeñarse como empleado del Ministerio de Obras Públicas, inicia su carrera bancaria, donde ocupó los más variados niveles hasta llegar a gerente departamental del Banco Hipotecario, en 1950. Precisamente en una gestión gremial del personal de ese Banco conoce a Perón, en 1945.
—“Lo vi como un caudillo, me sacudió todo. Yo veía en él a un hombre formidable. En él se canalizaba todo lo que queríamos. El aparece en el escenario nacional y arrastra todo. Parecía como si el pueblo lo estuviera esperando?’
Gianola no recuerda haber tenido actuación, ni siquiera posición política antes de 1945. “En aquellos tiempos, si los jóvenes nos acercábamos al comité, corríamos el riesgo de que nos sacaran de una oreja. La edad en que se empezaba a hacer política era de los cuarenta para arriba, salvo casos especiales, como el de los universitarios, por ejemplo.”
Si el día que conoció a Perón marcó un hito en la vida política del actual secretario general del Justicialismo, su encuentro con Cámpora marcará el camino que por vías internas recorrerá en el futuro. La disputa por el poder interno en la provincia de Buenos Aires cerró definitivamente los lazos de amistad y vinculación familiar que ambos mantenían.
—“Sí, yo soy amigo de Cámpora, muy amigo, pero Perón es mi bandera y el peronismo mi vida.” Aclara, cuando analiza sus funciones en el consejo, que vendrían a ser “las de la expresión político-partidaria dentro del peronismo”.
Para Gianola, las elecciones son una de las formas más convenientes para llegar al gobierno, “la más conveniente en este momento porque si no se cumple, el engaño costará al país muerte y sangre”.
“Perón es nuestro candidato a presidente y ningún otro”, sostiene con absoluta convicción. Y ante la posibilidad de que no se dé la vía electoral, que no se cumpla el compromiso, entiende que el pueblo está preparado para reaccionar y que las formaciones especiales (FAP, FAR, Montoneros) son producto de los permanentes desaciertos políticos y económicos de conducción del gobierno. Esto —opina — “ha lanzado a nuestra juventud a la reacción armada”. Su cautela al opinar sobre el tema se basa en que las formaciones especiales peronistas no están dentro de su esfera de acción.
Lo que sí lo seduce a extenderse es el llamado trasvasamiento generacional. “Es imprescindible y necesario; ellos (los jóvenes) serán los conductores del movimiento y en este momento son quienes le dan al peronismo su vitalidad”. Por eso atiende las expresiones juveniles y valora sus opiniones y ubicación dentro del contexto peronista.
También él entiende que el socialismo nacional —que no está ni puede estar contenido en un mero partido político, sino que es camino del movimiento peronista- es la salida para el mundo, el que “tendrá que adoptar paulatinamente esa forma para cambiar los moldes y sistemas que llevan en sí la injusticia y conspiran contra la historia de la humanidad”.
Gianola afirma con orgullo “haber entrado sin fortuna y salir de la misma manera de la función partidaria y de gobierno”. Tiene un largo historial' secretario del interventor del Partido Peronista (doctor Cámpora) en la Capital Federal, para pasar a ser interventor y diputado nacional en 1951; ocupó delegaciones nacionales, fue miembro del consejo nacional del peronismo en 1968 (gestión Alberte).
Fue el primer renunciante disconforme con Paladino al poco tiempo de encargarse éste de la secretaria general. Por eso cobra, singular relieve su designación, y que sea el mismo Gianola quien haya reemplazado a Paladino, es una señal para valorar este proceso.

A. M. Díaz Bialet
Consejero justicialista
Cualquiera podría llamarlo un patricio. Tiene figura, genio y genealogía: 14 abuelos argentinos, entre los que hubo cinco fundadores de provincia y es tataranieto de don Francisco Narciso de Laprida, presidente del Congreso de Tucumán.
—“El socialismo nacional —sostiene , entendido de un modo cristiano, es la superación del capitalismo, de las falsas fórmulas neo-capitalistas, de los totalitarismos de izquierda y de derecha. Considero que la doctrina justicialista y la tercera posición adoptada por Perón, son el anticipo del socialismo nacional o democrático que hoy constituye la esperanza de liberación de los pueblos.”
Su padre fue Presidente del Superior Tribunal de Justicia de Córdoba, miembro de la Academia Nacional de la Historia, consejero superior de la Universidad, profesor de Filosofía. Un aula universitaria cordobesa lleva su nombre. Asimismo fue fundador de la cátedra de Legislación Obrera, a la vez que constructor del dique San Roque y coautor del Código de Trabajo, de 1904.
Abogado, Díaz Bialet ejerció frecuentemente la docencia, que mechó con algunos sorprendentes trabajos de investigación arqueológica. Fue juez nacional en la Capital Federal desde 1945 hasta que se lo cesanteó, por razones de Estado, en 1955.
Cuando estudiante militó en el Movimiento Nacionalista y se proclama miembro de la generación “que derrotó a la FUA en el 1938”; eran los tiempos en que morían tiroteados García Montagño y Carreras Allende.
Lógicamente ingresa en el peronismo por la vertiente nacionalista: “Encuentro que todos los grupos nacionalistas, que actuábamos en contra de los imperialismos, no hallábamos el medio para llegar al pueblo. La aparición del coronel Perón me lleva a la convicción de que todos nuestros anhelos e ideas estaban en él expresados y realizados”.
Para él, los períodos históricos en que no predomina lo nacional y popular son como las enfermedades que retardan los procesos naturales de crecimiento. Una sentencia quijotesca parece marcarle sus pautas: “Nadie es más que otro si no hace más que otro”. Para él, Perón es la figura representativa más grande del siglo en América. “Sus ideas se conforman con la más pura tradición nacional y popular y son vertidas por Perón en formas renovadas. Perón se ha anticipado en un cuarto de siglo a lo que hoy aspira la conciencia social del mundo”.
Por todo esto se muestra insobornablemente leal y ortodoxo en cuanto a conductor y doctrina, y cree que Perón, “luego de 16 años de exilio, sigue siendo la única posibilidad para la grandeza argentina”.
Díaz Bialet fue uno de los contactos clave en el alzamiento peronista de junio de 1956 cuando se fusiló a, varios complotados. Fue defensor de presos peronistas desde 1955 hasta hoy; colaboró con la gestión Remorino y fue presidente del Centro de Abogados de Buenos Aires. Orgánicamente, es uno de los miembros del Tribunal de Etica y Disciplina del Movimiento Justicialista, un organismo del que el anterior delegado prefirió prescindir, impulsándolo por vías muertas.
Opina que la juventud se vierte hoy hacia el peronismo porque encuentra allí la posibilidad de realizar sus anhelos de justicia. Por eso sostiene que “los responsables de la subversión son las clases dirigentes que pretenden condenarlas y castigarlas”.
Díaz Bialet espera que las FF.AA. cumplan sus promesas electorales, “compromiso contraído con el pueblo”, remarca. Para él, el peronismo está en el camino del poder con Perón a la cabeza “y como único candidato”, enfatiza.
Cualquiera puede llamarlo patricio, dijimos. Su genio y figura de aristócrata no desencajan con su ortodoxia firmemente peronista. A pesar de su inseparable bastón.

Rodolfo Galimberti
Consejero justicialista
En 1964, cuando es detenido, acusado de tenencia de explosivos, Galimberti era “un pequeño burgués simpático que una vez por semana hacia la guerra revolucionaria. Sin muchas dificultades, era malo de noche y bueno de día”, según él mismo se define. “Con la cana, se terminó la película” y el rompimiento familiar se produjo, lo mismo que la expulsión del colegio privado y los privilegios y protección que brindan un hogar de clase media-media. El lavado de autos en un garage fue su primer trabajo, a la vez que asumía el peronismo definitivamente. Es que desde los trece años (1960) era miembro de barrio de un comando Tacuara. Dentro de ese heterogéneo organismo, se enrola en la tendencia popular nacionalista; por eso es parte de una de las escisiones tacuaristas (antes hubo una peronista y otra antiperonista). Destrozada la fracción, cuando se descubre la participación de algunos de los militantes del Movimiento Revolucionario Tacuara, Galimberti se enrola en la juventud peronista y practica el seudo antivandorismo.
En 1967 se reencuentra con el nacionalismo oligárquico funcionando dentro del peronismo y participa de su expulsión en la Escuela Superior de Conducción. A fines de ese año puede consumar el sueño de la organización propia y funda JAEN (Juventudes Argentinas para la Emancipación Nacional). El objetivo es “rescatar los contenidos de la doctrina peronista, el origen histórico, del peronismo y levantar las banderas del nacionalismo revolucionario peronista”. Para Galimberti. en todos los países que se ama la libertad, el conjunto del pueblo lucha por liberarse; para ello se organiza políticamente y constituye los movimientos de liberación nacional que tienen como objetivos históricos inmediatos la nación soberana. Por eso el socialismo nacional, para el joven consejero, es el nacionalismo revolucionario.
La fuerza de JAEN, confiesa, está basada en cuatro años de trabajo, una historia propia y un eficaz sistema de relaciones y de alianzas en búsqueda del objetivo.
No se considera, por otra parte, representante de la Juventud Peronista dentro del Consejo. Para eso habría que producir la unidad, pero ésta debe ser parte de un proceso de discusión entre todos los sectores para arribar a una política común, “y eso se da desde abajo hacia arriba”, reflexiona. También desecha las tareas de coordinación de los grupos. No siendo representante, imposibilitado de coordinar los grupos juveniles, Galimberti se adjudica la misión de dinamizar al Consejo y, a lo sumo, trasladar las expectativas e inquietudes juveniles.
—No me tengo que convertir en un funcionario, enfatiza, seguiré con la política levantada hasta ahora. No pienso negarle posibilidades a los grupos de juventud que no participan con nosotros”, afirma finalmente.

Julián F. Licastro
Consejero justicialista
La brillante foja de servicios del teniente 1º de Licastro fue quizá la más grave preocupación de los superiores que debían sancionarlo a fines de 1969. Acusados de marxistas, chinoistas y otras especies.
unos cuarenta oficiales jóvenes del Colegio Militar estuvieron durante algún tiempo bajo la lupa. Hasta que sobre cuatro de ellos cayó la excomunión castrense. Desde entonces, Licastro se ha proclamado peronista, especializándose en el estudio de la estrategia de Perón. Precisamente de esto habló con el jefe el peronismo cuando a principios de 1971 lo visitó en Madrid. Luego el ex teniente 1º ha desarrollado una amplia actividad de difusión doctrinaria, una función que se adjudica hoy dentro del Consejo.
De familia no peronista (salvo el padre), aplaudió la Revolución Libertadora cuando se disponía a entrar en el Colegio Militar. Pero las contradicciones de sus jefes, las frustraciones profesionales y el polo de atracción que constituye el peronismo lo fueron volcando hacia esta posición. Primero fue la búsqueda racional, argumentad luego la consulta con los pensadores nacionales, la discusión interna y el viaje a España lo fijaron definitivamente en el Movimiento. Es el primer militar autoproclamado peronista desde 1955, junto con su par, Fernández Valoni. A no dudarlo, fue y es un triunfo para Perón haber quebrado la hegemonía antiperonista del Ejército, así como para los jefes militares ha sido un impacto. Que se extiende aún más al ser nombrado Licastro en el Consejo. Quizá aquí haya una de las claves buscadas para explicar las designaciones.
Licastro, de 32 años, sabe que no representa a la Juventud Peronista; por eso rápidamente se encargó de aclararlo. Siempre bien trajeado, a diferencia de la impecable camisa de combate de Galimberti asiste a las reuniones del organismo partidario y desde allí recoge contactos para cumplir la tarea que se ha impuesto: difusión doctrinaria, orientación ideológica.

Juana Larrauri
El cargo de Delegada femenina ha tenido pocas alternativas comparados con los recambios en los otros cargos. Desde 1955 sólo tres mujeres, Delia Parodi, Mabel Di Leo y Juana Larrauri —en este orden— lo han ocupado. Juanita conoció la popularidad hacia el año 1935 como cancionista de tangos, con algunas incursiones en el folklore. Hasta 1945 desarrolla actividades artísticas, pero en ese año comienza a combinarlas con la actividad política, arrastrada por el proceso de peronización de los sectores populares. A ella le cabe, junto con Carlos Bianquet, haber iniciado una nueva forma de teatro político que luego se repitió muy pocas veces. “Perón sí, otro
no” era el título de la obra que llevaron los dos pioneros por todo el país al tiempo de la campaña de Juan Perón a la presidencia. El triunfo la llevó a ocupar algunos cargos dentro del incipiente aparato partidario, en la rama femenina que organizaba Eva Perón.
Así, cuando la mujer vota por primera vez, Larrauri es elegida senadora nacional por la provincia de Entre Ríos. Esto en 1951, para ser reelegida en 1954 por seis años más. La caída del peronismo en 1955 la enfrentó con la represión. Desde entonces nunca más un solo escenario, una sola radio pudo evadirse de la prohibición que existía para difundir sus discos. Conoció la cárcel y la interdicción. Esta última duró 6 años, al cabo de los cuales debió aceptarse que no había un solo cargo que hacerle. El encierro lo padeció durante dos años. Al recibir la libertad se unió a su hija, también militante del peronismo, ya imposibilitada físicamente a causa de brutales tratos recibidos durante esos años de persecución política.
Desde el 8 de octubre de 1968, es la voz de la rama femenina. Su lealtad a Perón es calificada de apasionada y total. Fue presidenta de la Biblioteca del Congreso de la Nación, también de la Comisión del Monumento a Evita y Tesorera de la Rama Femenina en tiempos del gobierno peronista.

Eloy Camus
Es, junto con Adolfo Cavalli, los únicos miembros que formaban el Consejo con Jorge Daniel Paladino. Sus declaraciones, cuando le tocó ejercer “a cargo” la secretaria del Consejo por ausencia del titular, causaron revuelo. “Creemos en Lanusse” afirmó cuando la situación militar era más inestable en octubre del año pasado. Fue uno de los primeros políticos en condenar el golpe de Azul-Olavarría con violencia exagerada, tanto como su apoyo al Gobierno según juzgaron algunos dirigentes peronistas. Fue también él el que dejó entrever la posibilidad de que el peronismo aceptara integrar un gabinete de coalición y quien últimamente, antes de la entrevista Perón-Frigerio, levantó la bandera de la alianza con el frondicismo.
Caudillo político de San Juan, disputa con Roberto Godoy (neoperonista) los favores de un fluctuante electorado. Durante el gobierno peronista ocupó durante los diez años un escaño de diputado nacional por su provincia. Pero su actividad política en la Unión, Cívica Radical Bloquista, lo había llevado a desempeñar por dos veces seguidas una representación en la legislatura. Su influencia se extiende más allá del partido, para penetrar en el campo gremial sanjuanino. a través del sindicato de vitivinícolas del que es evidente orientador.
Después de 1955, fue secretario político del Consejo Coordinador del peronismo y desde ese entonces sus posturas siempre estuvieron en colisión con la ortodoxia del Movimiento y permanentemente en conflicto con los sectores sindicales duros en lo provincial y nacional. Sin embargo, la colaboración de Godoy con el general Levingston, del que fue gobernador durante su corta gestión, lo llevó a encabezar no sin paradoja — la posición ortodoxa sanjuanina. Hoy soporta los embates de los sectores político sindicales más duros y de la juventud. Su presencia en el Consejo Superior algunos la consideran un tanto inestable.

Jorge Osinde
Retirado del Ejército en 1955. Toda la carrera la hizo con espectables camaradas, tales como Juan Carlos Onganía, Enrique Rauch, Miguel Angel Paiva.
Durante el peronismo ocupó la Jefatura de Coordinación Federal y el mismo cargo en el Servicio de Informaciones del Ejército. Justamente José López Rega fue su subordinado en la repartición policial.
Su desempeño en estos cargos le ha valido se le adjudicara una leyenda negra, donde la persecución, la tortura y la detención de militantes marxistas es el nudo argumental.
Propuesto por López Rega para el cargo de asesor militar y político de Perón, y posteriormente miembro del Consejo Superior, Osinde es uno de los integrantes más herméticos de ese organismo. Sus amistades políticas se encuentran en todos los niveles del nacionalismo. tradicional, tanto civil como militar. Manuel de Anchorena, presidente del Movimiento Federal es uno de sus favoritos. Últimamente asumió la defensa del vandorismo, en el seno del Consejo, atacado por su díscolo par Rodolfo Galimberti.

Adolfo Cavalli
Su actuación y justificación de su presencia dentro del C.S. ha quedado un tanto diluida luego de la incorporación de los delegados de la “62 Organizaciones”. Hasta entonces era el delegado gremial en el organismo. El desplazamiento de Paladino afectó también a Cavalli dejándolo sin sostén ni fuerza propia. En algún momento contó con el apoyo del Encuadramiento de la Juventud o los más conocidos como “Demetrios”, pero un cambio veloz de estos hacia los gremios combativos también le restó aire.
Secretario general del poderoso Sindicato Petrolero en 1959, resistió en ese cargo hasta 1970, intervenido, no pudo recuperar el sindicato cuando el año pasado se normalizó la situación con elecciones. Juan Luco, secretario de Trabajo ejerció sobre él un movimiento, en una maniobra para desbaratar el poder de los gremios leales a Perón. La intervención de FOETRA y del Sindicato de los obreros del frigorífico, fue un revés para el petrolero.
El último cargo gremial que le queda es el de miembro de la Mesa de las 62”, armada por Perón en 1970.

Los Romero
Julio Romero fue uno de los iniciadores del ataque contra Paladino. Junto con Juan Carlos Gianela ha sido de los primeros en revelarse contra el ex delegado de Perón. Al caer aquél, su poder se robusteció y hoy es una de las figuras claves del Consejo.
Acaudalado hacendado correntino, acapara con varios miembros de su familia la cúspide de la conducción peronista en su provincia. Su mujer Erna Tacta de Romero, primero apoderada Nacional del Justicialismo, se incorporó últimamente al Consejo Superior y en algún momento dada su relación de amistad con Isabel Perón- se le nombró como la posible reemplazante de Juanita Larrauri, cuando afrontaba los embates de Haydée Pesce.
Aparte de sus puestos en la conducción nacional, los Romero retienen la titularidad del justicialismo en Corrientes (Julio Romero) la representación legal y Tacta de Romero, apoderada) y su hijo mayor es miembro del Consejo Peronista Correntino.
La próspera familia es acusada por sus rivales, de nepotismo.

Revista Extra
03/1972
 







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