Mágicas
Ruinas
crónicas del siglo pasado
![]() |
EL PETRÓLEO ARGENTINO SINTETIZA UNA LARGA LUCHA POR LA
LIBERACIÓN ECONÓMICA
La sólida situación lograda de tal manera hace posible ahora un acuerdo que reconozca las necesidades del país y aproveche la experiencia de las grandes empresas privadas HABLAR de la explotación de petróleo en nuestro país significa hacer al mismo tiempo la historia de Y.P.F. y su incidencia, tan notoria a veces, tan ineficaz otras, en la vida económica de la Nación. Creada como Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales por decreto del Poder Ejecutivo Nacional (Irigoyen - E. Vargas Gómez) el 3 de junio de 1922, reconoce como antecedente la Dirección General de Explotación del Petróleo de Comodoro Rivadavia, creada igualmente por decreto del Poder Ejecutivo (Sáenz Peña - E. Lobos) del 24 de diciembre de 1910, cuya finalidad era realizar “por administración” la explotación de la zona petrolífera ubicada en la extensión de 5000 hectáreas reservadas a la Nación por la ley 7059. Ya el decreto de 1910 preveía, en cierto modo, la importancia que adquirirían las explotaciones, y daba la pauta del interés que la cuenca petrolífera descubierta en 1907 había despertado entre las empresas que, en el orden internacional, se dedicaban a la explotación del hidrocarburo. ![]() Yacimientos Petrolíferos Fiscales recibió consagración legislativa el 21 de diciembre de 1932 por medio de la ley 11.668, y en nuestra historia económica resulta la primera empresa industrial y comercial del Estado. En ocasión del envío del Mensaje del Poder Ejecutivo al Congreso Nacional con el proyecto de ley de organización de Y.P.F., se remitió también otro mensaje con el proyecto de Ley Orgánica del Petróleo. Sin embargo, el mismo no recibió sanción legislativa hasta el año 1935. eh que bajo el título de Ley de Reformas al Código de Minería se dictó la registrada bajo el número 12.161. La acción de Y.P.F. desde su creación hasta 1935 La política seguida por los gobiernos argentinos, desde que se descubrió el petróleo en Comodoro Rivadavia hasta la sanción de la ley 12.161, fué la de no otorgar concesiones a particulares y de practicar exploraciones oficiales sistemáticas en las regiones presuntamente petrolíferas. Se esperó, como los hechos lo demostraron posteriormente, que una ley del Congreso resolviera el problema del mejor aprovechamiento de la riqueza petrolífera, en el sentido de determinar si era más conveniente el sistema de explotación por particulares o por el Estado, o en ambas formas, todo ello con miras a obtener un beneficio efectivo para la colectividad. Yacimientos Petrolíferos Fiscales, en ese aspecto, ha sido un permanente baluarte de “nacionalismo” en materia de petróleo. Su prédica constante ha sido la de reservar para el Estado la mayor cantidad posible de tierras fiscales sobre las que no debía otorgarse ninguna clase de concesiones o permisos para cateos, exploraciones o explotaciones petrolíferas que no fuera a la misma empresa oficial. La falta de experiencia, y sobre todo de conocimientos relativos a la industria petrolera, dificultaron en sus primeros momentos el desarrollo de la misma en nuestro país, y ello permitió que el nimbo de eficacia de las empresas privadas pudiera influir notoriamente sobre quienes, en definitiva, habían de dar solución legal a la controversia planteada desde el primer instante, o sea, la forma de explotación de los yacimientos: privada o estatal. Esa política del “laissez faire” del liberalismo, en cuya teoría el Estado encajaba únicamente como “productor de seguridad”, quedando totalmente desvinculado de la gestión económica y social, determinó, en materia de petróleo, y en nuestro país, que la iniciativa quedara reservada, exclusivamente, a las compañías particulares hasta 1936, fecha de la concertación de los convenios entre Y.P.F. y las empresas privadas. Fué así que Y.P.F. pudo entonces hacer sentir la que sería luego su notoria influencia en el año 1926 —a pesar de haber sido creada en 1922—, con motivo de la inauguración, cumplida en diciembre de 1925, de la destilería de La Plata. Hasta ese entonces la empresa oficial había sido simplemente productora de petróleo crudo, que ni elaboraba ni vendía en el mercado interno. Una mirada retrospectiva a esos años permiten dividir la evolución experimentada por la política petrolera en el país en cuatro épocas bien diferenciadas. Primera época: 1922-1936 En este período, que abarca los años que van desde la fecha de creación de la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales hasta la de firma de los convenios —como se los denominó genéricamente— entre Y.P.F. y las compañías privadas, y en cuya virtud se distribuyó el mercado interno entre éstas y la repartición oficial, el abastecimiento tanto en crudo como en derivados estuvo a cargo de las empresas particulares. La sanción de la ley 11.668 trajo aparejado un cambio de la situación, por cuanto la misma permitió a Y.P.F. “la explotación de los yacimientos”, aunque limitaba la comercialización únicamente a los productos derivados de ellos. Seis años de tesonera acción —de 1926 a 1932— permitieron a Y.P.F. ir “introduciéndose” paulatinamente en el mercado, hasta incidir porcentualmente en forma importante en los totales de producción y elaboración. La lucha de una entidad autárquica, con las limitaciones impuestas por el mecanismo administrativo, contra empresas comerciales perfectamente organizadas y de larga experiencia tuvo, al fin, éxito, y el cuadro Nº 1 demuestra la evolución habida en el mercado, tomando como ejemplo, en primer lugar, lo acontecido con la nafta. Segunda época: 1936-1939 Este período comprende los años transcurridos desde la firma de los convenios hasta la iniciación de la Segunda Guerra Mundial. La concertación de los convenios de 1936 se originó en el hecho de que la aparición de Y.P.F. en el mercado, a cuya conquista se había lanzado con energía, como empresa elaboradora y comercializadora de los derivados del petróleo, demostró que el nuevo organismo oficial era suficientemente capaz como para imponerse en esa lucha de predominio comercial, situación que hubiese hecho peligrar seriamente la posición de las compañías particulares. Diversos hechos, no obstante, colocaron pronto a la entidad estatal en posición desventajosa frente a los establecimientos privados, respaldados por los dos consorcios más poderosos del mundo: la Royal Dutch - Shell (inglés) y la Standard Oil Cº (norteamericano). El establecimiento del precio único para la nafta, en 1932, agudizó las dificultades que se le presentaban a Y.P.F. La política del precio único para todo el país, que económica y técnicamente aun ofrece campo de discusión a los especialistas, pues algunos sostienen como justa la fijación “regional” de los precios de la nafta, permitió la adquisición del combustible tanto a los usuarios situados en lugares lejanos como a los ubicados al pie de las destilerías. Pero su implantación fué resistida, al principio, por las compañías que no tenían ningún interés en realizar una comercialización de beneficio general, sino exclusivamente una política de rendimiento utilitario de los capitales invertidos. La aceptación del precio uniforme por las empresas conspiró, en definitiva, contra el éxito de la gestión comercial de Y.P.F., como veremos seguidamente. Este organismo rebajó el precio de la nafta en todo el país a $ 0.10 por litro, por permitírselo así la mayor dimensión económica que progresivamente iba alcanzando a medida que las destilerías fiscales iban entregando al mercado su producción creciente. Y las compañías comenzaron a utilizar como arma económica el precio único, colocando la mayor parte de su producción en las zonas próximas a sus destilerías y suprimiendo así el costo de los fletes a las regiones alejadas. Y.P.F., por su parte, se veía abocado al deber de abastecer a éstas sin la compensación económica del mayor costo que el transporte le ocasionaba, representada por la venta de la nafta en las zonas cercanas, que habían sido saturadas ya por las compañías particulares. Yacimientos Petrolíferos Fiscales, solo, sin apoyo estatal —el Estado, si no favorecía decididamente a los intereses privados, por lo menos adoptaba una actitud de franca prescindencia en el éxito de la gestión comercial y social del ente autárquico—, se vió obligado a sustituir el estado de guerra comercial por otro de acuerdos pacíficos, en los cuales se determinó la participación de cada una de las empresas y de Y. P. F. en el abastecimiento del mercado interno. Así nacieron los convenios de agosto y setiembre de 1936 celebrados entre Y. P. F. y las siguientes compañías destiladoras: Diadema Argentina S.A. de Petróleo, Shell - Mex Argentina Limitada, West India Oil Co., Nativa de Petróleo S.A., Standard Oil Co. S.A. Argentina Pan - American Oil Export Corp., Cities Service Co. of Argentina, Itaca Cía. Argentina S.A., Astra Cía. Argentina de Petróleo, Cía. General de Combutibles S.A., Ultramar S.A. Petrolera Argentina, Lottero Papini y Cía., Destilerías Argentinas de Petróleo El Cóndor y Refinería de Petróleo La Isaura. Por dichos convenios, se resolvió “eliminar una lucha estéril que conspira contra el consumidor, el desarrollo de la producción nacional y la propia estabilidad de las empresas productoras. distribuidoras y destiladoras de petróleo y nafta”, y se tomó como base para la distribución definitiva del mercado, el statu quo existente en el año 1935. Durante la vigencia de los convenios denunciados en setiembre del año 1947, el mercado estuvo distribuido en la forma que muestra el cuadro Nº 3. Por mérito de estos convenios, Y.P.F. vivió “una etapa tranquila”, sin otra preocupación que producir el petróleo necesario para satisfacer la cuota con que participaba en el mercado. Cuando más, progresó en la proporción que le correspondía en el crecimiento natural del mismo. Ahora bien, no solamente los convenios limitaban la acción de Y.P.F. Su misma carta orgánica le prohibía importar petróleo crudo o derivados, reduciendo el campo de su actividad a elaborar y vender su producción dentro de las cuotas convenidas. Ello ha permitido definir la acción y orientación. económica de Y.P.F. en este período, en la forma siguiente: “elaborar en las destilerías hasta él límite de la producción de los yacimientos, y vender en el mercado hasta el límite de lo elaborado por las destilerías”. Al corresponder en magnitud la acción en el mercado al volumen de lo producido en los yacimientos, la institución quedaba en cierto modo ajena a cualquier modificación substancial que pudiera operarse tanto en el mercado consumidor como en el de importación de crudo y derivados. ¿Cuál fue la consecuencia de esta política? Que durante el lapso de la última guerra, esa rigidez operativa ocasionara una escasez de petróleo crudo y derivados, sin que Y.P.F. estuviera en condiciones de compensar el déficit provocado por la retracción de los habituales importadores. Una mirada al cuadro Nº 3 está indicando que la magnitud de la escasez experimentada por el mercado, que determinó el racionamiento, coincide con la merma sufrida por las importaciones, y que fuera detallada en el cuadro Nº 7 de la nota aparecida en el Nº 10 de ESTO ES, importaciones que habían estado realizando hasta ese momento las compañías particulares. En efecto, la importación total de petróleo, desde 1940 hasta 1947, fué la que manifiesta el cuadro Nº 4. Por ello, si bien es cierto que Y.P.F. registra (según el cuadro número 3), para el período comprendido entre los años 1942 y 1946 los mayores porcentajes relativos de toda su vida, debe considerarse que ello ocurre en un mercado donde impera una aguda escasez de combustibles. Y.P.F. no actuó como instrumento de gobierno La limitación que a Y.P.F. le imponía su carta orgánica —que ya hemos demostrado—, tanto en la producción como en la comercialización y en la importación (abastecía menos del 50 por ciento del consumo del mercado), no le permitió actuar como instrumento de gobierno responsable del abastecimiento integral del país. Se había convertido en “una empresa más” en el mercado interno, destinada a colocar elaborada la producción de sus propios yacimientos. Consecuencia de ello fue que Y.P.F. sólo poseía destilerías con capacidad suficiente para elaborar su propia producción y una flota petrolera cuyo volumen de carga alcanzaba justamente para transportar, dentro del territorio nacional y su litoral, el crudo y los derivados que producía la institución, y nada más. Tercera época: la Segunda Guerra Mundial Al estallar la guerra, y como consecuencia de la limitada acción oficial en materia de abastecimiento de combustibles y lubricantes, el país dependía del extranjero en el 65,4 % de crudo, y en el 70% de fuel - oil. Como, por la contingencia bélica, las compañía privadas vieron interrumpidas sus corrientes normales de importación, el país tuvo que limitarse a la producción de Y.P.F. y de las fuentes no oficiales provenientes de yacimientos ubicados en nuestro país. El petróleo crudo de producción nacional en ese período alcanzó los totales que se dan en el cuadro Nº 5. El incumplimiento por parte de las compañías particulares de las obligaciones asumidas por los convenios del año 1936, ya que no contribuyeron con la cuota prefijada al abastecimiento del mercado (ver cuadro Nº 3), la consecuente escasez y la disminución radical de los totales de petróleo y derivados importados durante el período de guerra, demostraron la ineficacia de los mencionados convenios, ya que en la práctica los mismos no eran cumplidos por la totalidad de los obligados. Tan sólo Y.P.F. mantuvo constantes las cifras de su producción y entrega al consumo. Cuarta época: de 1945 a nuestros días El agotamiento de los materiales de exploración, cateo, perforación y producción, que Y.P.F. venía utilizando sin reemplazarlos —la guerra lo había impedido— desde 1939, motivó que la producción fiscal de crudo, que había alcanzado el tope máximo en el año 1943, comenzara a descender en los años 1944, 1945 y 1946. La situación de que alrededor del 50 % de nuestro consumo debiese importarse, y la paralización del tráfico internacional de maquinaria para las explotaciones de petróleo colocaron frente a delicados problemas al gobierno constitucional subsiguiente a las autoridades de facto de junio de 1943. El gobierno del general Perón adoptó entonces diversas medidas que, al formar parte de un plan general de racionalización de los abastecimientos de combustibles, variaron los términos del problema, tan vitalmente vinculado a nuestra creciente industrialización y al cumplimiento del Primer Plan Quinquenal, entonces esbozado. En setiembre de 1947, Y.P.F. denunció los convenios que había celebrado en el año 1936, y el mismo año se puso a cargo de Y.P.F. el contralor del abastecimiento del país en materia de combustibles líquidos, con lo que recién la entidad pasó a ser un real instrumento de gobierno al cual quedaba subordinada, por su intermedio, toda actividad relacionada con esos productos. Se modificó también la carta orgánica de Y.P.F., permitiéndosele la importación de petróleo crudo y derivados, y así se pudo adquirir el “oro negro” en fuentes exteriores, con lo que se logró para el país cierta independencia. En el año 1947, pudo Y.P.F. importar 320.992 m3, o sea el 7 % del consumo total del mercado, y en 1948 importó 896.626 m3, o sea el 20 % de dicho consumo. Yacimientos Petrolíferos Fiscales amplió sus refinerías y comenzó la construcción de la gigantesca destilería “Presidente Perón”, en la ciudad Eva Perón, con capacidad de 4.500 m3 diarios, destinada a producir aeronafta y motonafta de alta calidad. Esta obra, cuyo costo se calcula en 50 millones de dólares, es la mayor de Sudamérica, y ha de permitir a Y.P.F. triplicar su producción de derivados con relación al año 1943. La exploración geológica y geofísica intensiva de Y.P.F. ha permitido elevar las reservas comprobadas de petróleo, que ascendían en 1946 a 50 millones de metros cúbicos, a la cantidad de 67 millones en el año 1950, o sea un aumento del 34 %. Los descubrimientos de nuevos yacimientos en Campo Duran, Cerro Bandera, Cutralcó y Palermo Aike, especialmente en la primera de las zonas nombradas, uno solo de cuyos pozos, el “Madrejones 2”, entró en producción por urgencia luego de alcanzados los 4.090 metros de profundidad, y significó la duplicación de las reservas petroleras de la zona, han permitido que las reservas conocidas de petróleo en nuestro país alcancen para cubrir las necesidades de explotación por un plazo de diecisiete años. Estimándose que. desde el punto de vista económico y técnico, la existencia de reservas para explotación por un término de quince años, compensa los ingentes esfuerzos y las inversiones que la industria del petróleo demanda, resulta evidente que en nuestro país se está operando con un margen de cierta holgura en la materia. La flota petrolera de Y.P.F., por su parte, que en 1946 tenía 13 unidades, con porte bruto de 119.000 toneladas, en 1951 ascendió a 21 unidades, con 229.000 toneladas, y en 1952. a 28 unidades, con 317.000 toneladas. La adopción de estas medidas, cuya ejecución se llevó a efecto durante los años 1947 y 1948, permitió transformar a Y.P.F., de simple productor y colocador en el mercado de los productos derivados del crudo extraído de sus yacimientos, “en un instrumento de gobierno que tiene a su cargo la responsabilidad integral del abastecimiento del país, meta que aspira a realizar por sí”. La influencia de las compañías privadas en el abastecimiento interno De lo anteriormente expuesto, se deduce que, indudablemente, y aunque ello haya sido posible por la política seguida en materia de petróleo por el gobierno nacional hasta 1946. las compañías particulares llegaron a tener preponderante importancia, desde el punto de vista volumétrico, en el abastecimiento de nuestro mercado interno. El gráfico Nº 6 da idea de la intervención que aun tienen en nuestra producción y abastecimiento; y su relación con las importaciones de crudo, por lo que interesa que su gran experiencia y sus poderosos medios se apliquen con mayor ahínco a cooperar con Y.P.F. en la explotación de las fuentes menos expuestas a las oscilaciones de la situación mundial, o sea, aquellas ubicadas en nuestro territorio. La solución inmediata de estos problemas, en suma, como hemos tenido ocasión de comentar en la anterior nota publicada en ESTO ES, se encontrará en el aumento constante de la producción nacional. La mediata, en el aprovechamiento integral de las fuentes renovables de energía, en todo aquello en que puedan suplantar al petróleo y a sus derivados. Revista Esto Es 2/3/1954 |
![]() ![]() ![]() ![]() |