Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado


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PERONISMO
Héctor Cámpora: Un gobierno para todos
Escribe Jorge Luis Bernetti, enviado especial de Panorama.

Todo parecía igual que algunas semanas atrás. El mismo entusiasmó movimientista, la confianza total en la victoria, el idéntico "orden” desorganizado que suele caracterizar todas las movilizaciones peronistas, aun las de más elevado nivel. Una característica diferenciaba el vuelo accidentado de la “escuadrilla de la liberación”, montada en las frágiles avionetas que suplantaron al charter frustrado por disposición oficial, y el vuelo regular del YS-11 que condujo a la comitiva del Frejuli por ocho provincias: el que la conducía no era sólo delegado de Juan Domingo Perón; se trataba del presidente electo de los argentinos. Esta transición entre el llano y el poder, entre las complicadas negociaciones con las empresas europeas en Roma y la tozudez honesta de un caudillo radical en Las Barrancas (Neuquén), allí donde Felipe Sapag perdió la oportunidad de ganar en la primera vuelta, presidió la recorrida victoriosa. El reconocimiento oficial y el auge de la popularidad fueron dos aspectos que revitalizaron esta nueva gira. Un hecho significativo se verificó: a diferencia del primer peregrinaje por las provincias, en ocasión de rebeliones neoperonistas y amenazas de proscripción directa, este segundo viaje computó a su favor la dosis de exitismo que se origina en toda victoria aplastante. La concurrencia masiva de los gremialistas reforzó el contenido de las visitas.
La estrategia de la conducción peronista estuvo destinada a modificar la situación de las provincias donde la semilla de escisiones y el alzamiento contra la verticalidad había producido las sangrías más notorias. Es difícil que pueda computarse en términos objetivos el entusiasmo que despertó en el justicialismo el fracaso sapagista en obtener el centenar de votos que le hubieran permitido acceder a la gobernación de Neuquén. Una batería de los mejores recursos fue dispuesta para derrotar a los turcos, la familia que, conducida por Felipe Sapag, constituye la alternativa económico-política más fuerte del neoperonismo. Doscientos activistas juveniles se ocuparon, precisamente, de fustigar a sus enemigos políticos. Al mismo tiempo, un ramillete de dirigentes sindicales tenía como objetivo quebrar los intentos autonomistas de diversas regionales de la CGT, seducidas por el poder de los caciques provinciales. José Rucci, en persona, formó parte estelar de la comitiva; acompañaban a Héctor Cámpora uno de sus más fieles aliados, el metalúrgico Lorenzo Miguel, y Juan Manuel Abal Medina. Finalmente, Casildo Herrera, número dos de la Asociación Obrera Textil, el municipal Gerónimo Izzeta, el diputado electo Alberto Stecco, dirigente del Frigorífico Nacional, el sindicalista de Comercio Miguel Carranza y Paulino Niembro, hombre de confianza del caudillo de la Unión Obrera Metalúrgica.
Si los sindicalistas estuvieron presentes, en cambio se verificó la ausencia del desarrollismo, por lo menos en el primer tramo de la gira; los conservadores populares tampoco participaron al comienzo, hasta la llegada del senador Alberto Fonrouge a Mendoza el domingo 9. Desde el, despegue del viaje, en cambio, estuvieron el socialista Alberto Lázara y el irigoyenista Alberto Assef; ambos incrementan día a día sus simpatías con los sectores duros del movimiento.

sapagLOS ENTRETELONES. La multitud que recibió al futuro mandatario cuadruplicó la reunida en ocasión del lanzamiento de la campaña en la provincia. Pero la enfervorizada concurrencia que vivaba, hasta enronquecer, al Tío Cámpora tenía sus propios motivos: aprovechó el acto para repudiar a los dirigentes sindicales que apoyan a Sapag; el gremio de la construcción y municipales son los ejemplos más notorios de complacencia con los planes empresarios. Juan Manuel Abal Medina apeló a su personal forma de desacreditar a los dirigentes renegados, ya conocida en ocasión de la gira preelectoral por la provincia de Salta. Allí, Abal Medina desautorizó a Ricardo Durán, caudillo neoperonista salteño. Héctor Cámpora jugó un papel de primer orden en esta ofensiva. En cada uno de los interrogatorios periodísticos opinó como primer mandatario; también se blandió el fantasma de las intervenciones como método para garantizar la verticalidad. Estas fuertes actitudes convencieron a los dirigentes sindicales que habían volcado sus fuerzas para sostener a la poderosa familia sureña. Televisión y radio fueron los medios elegidos para trasmitir el ataque de la dirección peronista contra Sapag y su colega santiagueño Carlos Juárez. En la calurosa bienvenida que la población neuquina ofreció a la comitiva justicialista no faltaron los obreros de El Chocón y los caciques mapuches de la cordillera; ambos sectores se habían solidarizado ya con la fórmula frentista Nicanor Romero y Emiliano Such.
Se puede afirmar que esta visita concluyó en resultados concretos. Fueron, en el orden organizativo, dos: disolución de las "62” e intervención de la regional Neuquén, de la Central Obrera. Estas medidas constituyeron el correlato práctico de las declaraciones verbales contra el neoperonismo: Cámpora y Abal, junto a los dirigentes gremiales y políticos, trataron de disuadir a los neos. La consigna debía ser abandonar la actitud de rebeldía.

CAMBIOS EN SANTIAGO. La situación fue más clara y definida en la provincia norteña. Allí, merced a la confusión planteada al sostenerse —al mismo tiempo— Carlos Juárez con las siglas del justicialismo, independiente y del Frejuli, la candidatura neoperonista obtuvo su ventaja frente a la ortodoxia de Francisco López Bustos. Fue curioso: el "verticalista" era el candidato embanderado con la sigla del MID. A esta confusa situación debe agregarse el fallo de la justicia local que consagró gobernador al neoperonista Juárez, alegando que la constitución provincial no contempla el ballotage. Por ahora el entuerto se ventila en la Corte Suprema de Justicia. Claro, de todos modos, López Bustos cuenta con el apoyo inestimable de Juan Perón y el presidente electo, Héctor Cámpora. La recepción santiagueña fue, como en Neuquén, ampliamente superior a la gira previa. El sábado 8 de abril unas nueve mil personas y setecientos vehículos revelaron que el panorama electoral de la primera vuelta había cambiado.

LA VUELTA DE GALIMBERTI. El miembro del Consejo Superior de la JP ya está libre de la orden que recomendaba su captura. Sin embargo, su reaparición política recién se produjo el lunes 9, en Mendoza. Allí, Galimberti dijo: "La patria peronista y la patria socialista son una misma cosa. El socialismo nacional que propugnamos es el que enuncia el general Perón en su exposición doctrinaria de los últimos años. Al desarrollar en la práctica esta concepción no hacemos nada más que ajustamos a la más pura definición de nuestro movimiento". También Juan Carlos Dante Gullo, delegado juvenil de la regional primera, habló sobre el papel de la JP: “Nuestra función es la de garantizar la entrega del gobierno y la profundización de la perspectiva popular desde los lopez bustos y ruccimecanismos del Estado, desde el ángulo del programa revolucionario que la JP ha levantado durante todo el proceso". Las palabras del delegado nacional de la juventud y las del encargado del área bonaerense no fueron desapercibidas en la provincia cuyana. Allí la fórmula de Alberto Martínez Baca y Carlos Mendoza son ardientes defensores de la línea del llamado "socialismo nacional”. Quizás la potencia electoral del peronismo se explique por la polarización política que produjo el mendozazo; lo cierto es que el poderoso partido Demócrata dejó de tener su tradicional vigencia en la provincia. Si durante tres días los peronistas mendocinos festejaron los resultados adversos a los gansos, con el mismo fervor unas 100 mil personas, aproximadamente, salieron a las calles a recibir a Héctor Cámpora el lunes 9.
Una cosa es cierta: nadie pone en duda la victoria del Frente en Mendoza. Acaso por eso Cámpora se dedicó más tiempo a analizar la situación política, el papel de la juventud y el socialismo nacional, y no otorgó gran atención a la segunda vuelta local. Un ejemplo de su actitud fue el hecho de que el presidente electo emitió desde Mendoza el mensaje dirigido al país. Las líneas maestras del discurso fueron analizadas posteriormente, el lunes 9, en el domicilio de Pedro Cámpora, candidato a senador nacional y hermano del presidente electo; participaron en la reunión Cámpora, Abal Medina, Miguel, Rucci y Galimberti. Lo que se habló: adecuar la estrategia justicialista a la situación del momento. Horas después, en San Luis, Héctor Cámpora debió enfrentar a los periodistas en un tema delicado: la violencia. Allí afirmó: "No es cierto que yo la haya condenado expresamente". Al parecer, algunos medios habrían mal interpretado —señaló Cámpora— algunos párrafos de su alocución.
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Solano LimaEl rol de Solano Lima
En todos los medios políticos es motivo de vivos comentarios el trato que Juan Perón dispensó al vicepresidente electo Vicente Solano Lima durante la reciente visita de éste a Madrid.
El líder peronista no concedió audiencia privada a Lima. Más aún: envió a su secretario privado, José López Rega, a hacer los honores del caso, que consistieron en un almuerzo, al que no asistió Perón. Tras algunos trámites, el vicepresidente pudo, por fin, traspasar los portones de Puerta de Hierro, pero diluido en una audiencia colectiva que El Viejo concedió a los embajadores de los países árabes acreditados en Madrid, y con los cuales se habló del Tercer Mundo y otros asuntos ecuménicos, escasamente vinculados a los dos temas que en ese momento detonaban en Buenos Aires: violencia y relaciones del peronismo con las Fuerzas Armadas.
La gélida recepción tributada a Lima tiene que ver —se deduce— con la táctica intransigente adoptada por Perón respecto de las FF. AA. y con la propia distribución de poder en el próximo gobierno. El vicepresidente encarna una de las alas moderadas del Frejuli —notoriamente proclive, al menos, a flexibilizar la relación del peronismo con los altos mandos militares— y encabeza el grupo conservador popular que aspira a importantes ministerios. (A este respecto Cámpora ha declarado que el gabinete será justicialista.)
Se sabe, por último, que el vicepresidente acusó el impacto, y que ello reforzó un viejo propósito suyo: proyectarse como alternativa moderada a partir del 25 de mayo. Tal vez por eso ahora trascienda que Lima gestionó, sin éxito, una declaración apaciguadora de Perón respecto de la violencia.



MADRID
Mensajes secretos del ciudadano JDP
Desde Madrid escribe Armando Puente:
Entre los centenares de turistas que se agolpaban en el aeropuerto de Barajas nadie prestó peron y solano limaatención, el pasado lunes, a aquel hombre fuerte, de cabellos renegridos, enfundado en un sobretodo de piel de camello, que se dirigía con paso rápido a la puerta 6 de acceso a la pista. Treinta horas antes, cuando acudió a despedir al vicepresidente electo de la Argentina, los periodistas y reporteros de radio y televisión lo habían rodeado allí mismo, tratando de obtener unas declaraciones, pero en aquel momento era un simple pasajero, acompañado de su esposa y su secretario. Juan Domingo Perón iba a París, para una visita de cuatro días, durante los cuales estaba programado que se entrevistara con el presidente de México, Luis Echeverría, y con miembros del gobierno francés. Parecía satisfecho de ver que empezaba a perfilarse el papel que ha elegido dentro de la estrategia desde el poder, que es muy diferente de la estrategia desde la oposición. "Soy un simple ciudadano que pone su modesto esfuerzo y su posición personal para contribuir en la inmensa tarea que debe realizar el gobierno y el Movimiento Justicialista en la etapa que comienza”, había explicado días antes a un amigo. VISITAS. Libre de ataduras, el ciudadano Perón sigue de cerca los acontecimientos e influye sobre los mismos a través de formas inéditas. El miércoles pasado conversó con el doctor Vicente Solano Lima y volvió a recibirlo el viernes, juntamente con los embajadores de los países árabes.
Otros políticos desfilaron durante la semana por Puerta de Hierro: el gobernador electo de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain; el diputado, también electo, Jesús Porto; el director del matutino peronista Mayoría, Tulio Jacovella; el ateneísta Basilio Serrano; el dirigente juvenil del Encuentro Nacional de los Argentinos —ENA— Guillermo Pini, y el conservador popular Julio Amoedo. Como en los años de exilio, Perón, con sagacidad, dispensó a cuantos franquearon la puerta aquello que deseaban oír; movió ambiciones o se sirvió de las debilidades de unos y se aseguró de la eficacia de los otros. Pero mientras que antes acudían a solicitar la incorporación a una candidatura o una sentencia favorable en pleitos políticos intestinos, ahora lo hacen aspirando a una embajada o una intendencia.
El que lo logren o no dependerá del juego y las reglas de la política. Perón, acorazado en cautelas, sorteó los obstáculos y apremios con el escudo de que es un simple ciudadano y que la fuente que emana gracias está en el doctor Cámpora y no en él. Casi todos los visitantes coincidieron en exponerle sus puntos de vista sobre dos temas, la violencia y las relaciones con las Fuerzas Armadas; pretendieron sacar de sus labios una condena de aquélla y unas normas sobre éstas, ofreciendo contactos con jefes del Ejército. Por lo menos dos de ellos manifestaron tener acceso a López Aufranc y casi todos coincidieron en la conveniencia de desplazar a toda la cúpula militar y dar así acceso a las nuevas promociones. Alguno le informó sobre sus conversaciones con altos jefes y oficiales ubicados en puestos claves, que estarían incluso dispuestos al sacrificio personal con tal que el próximo gobierno no llegue con las manos atadas. Otros sugirieron que el 26 de mayo se dictará un decreto reincorporando al brigadier Cayo Alsina y a los coroneles Julio César Sarmiento y Daniel Correa.
Mientras tanto, Guillermo Pini anunciaba que el ENA ha preparado un plan de movilizaciones populares para defender al FREJULI contra toda maniobra golpista y en apoyo de las medidas revolucionarias del frente, que como broche de oro culminarán con un acto en una cancha de la Capital Federal, donde se espera reunir cerca de 40 mil personas; mientras, Jesús Porto —ex militante del ENA y aliado de los comunistas— afirmaba a Perón que “lo que viene no es un proceso de izquierda bolche o de izquierda nacional. Este es un proceso nacionalista, humanista, socialista y cristianó”.

CINTAS GRABADAS. Perón gambeteó a todos sin comprometerse en juicios irremediables y prefirió mantener un contacto directo con el doctor Cámpora acerca de tan delicadas materias, que ya habían tratado en sus conversaciones de Roma y Madrid. El jueves le hizo llegar dos cintas grabadas por intermedio del veterano gremialista Mariano Tedesco y ese mismo día recibió a un emisario de la Juventud, que regresó a Buenos Aires 48 horas más tarde, haciendo una escala en Río de Janeiro. Estos dos canales llevaron opiniones reservadas que, por lo menos en el primer caso, contribuyeron en la elaboración de párrafos del mensaje a la Nación dado por el presidente electo desde Mendoza.
La visita de Solano Lima, en tanto, tuvo un motivo inmediato (“abrazar a mi amigo, el jefe del gran movimiento popular, en representación del cual he sido elegido vicepresidente”), pero también contribuyó a consolidar el clima de amistad con España, que ya estableciera el presidente electo en su breve estada madrileña. Esta fue al menos la opinión recogida en los medios diplomáticos, que subrayaron la larga duración de las entrevistas mantenidas con el vicepresidente, almirante Luis Carrero Blanco; el presidente de las Cortes, J. M. Rodríguez de Valcárcel, y —menos conocida y publicitada, pero de gran importancia— con el presidente del Banco de España, Luis Coronel de Palma. En esas conversaciones, el doctor Solano Lima pudo forjarse un criterio preciso de cuáles son los objetivos de la política española con respecto a América latina, que permitirán al futuro gobierno proyectar las posibles formas de colaboración hispano-argentina. El vicepresidente electo coincidió en Madrid con el ministro de Hacienda de Venezuela, Luis Enrique Oberto, y el vicecanciller de Ecuador, Jaime Moncayo, de quienes el gobierno de Franco obtuvo la promesa de apoyo para la incorporación de España al Pacto Andino. Las posibilidades de inversión en la zona de los 6 mil millones de dólares que constituyen las reservas de divisas españolas constituyen para esos países una razón poderosa. El programa de inversiones podrá elaborarse en el Congreso de Ministros Latinoamericanos de Planificación y Desarrollo que se celebrará en Madrid a fines del mes próximo. El gobierno justicialista ha sido invitado.
PANORAMA, ABRIL 12, 1973
 


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